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Cristo como el Espíritu en las Epístolaspor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6299-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 5 de 6 Sección 2 de 4

EL ESPÍRITU QUE SANTIFICA,
PRESENTADO EN 1 Y 2 TESALONICENSES

La única mención explícita que se hace del Espíritu en Colosenses es en 1:8, donde se habla del amor de los creyentes en el Espíritu. Este libro no habla mucho sobre el Espíritu porque trata directamente de Cristo, la Cabeza. Así que, continuaremos con 1 Tesalonicenses 1:5, que dice: “Nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre, como bien sabéis qué clase de personas fuimos entre vosotros por amor de vosotros”. Luego 4:8 dice: “Así que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que también os da Su Espíritu Santo”. Su Espíritu Santo en griego literalmente es “el Espíritu de Él, el Santo”. El Espíritu Santo dado a nosotros por Dios es el Santo, Aquel que nos santifica, haciéndonos santos ante Dios. El versículo 23 del capítulo 5 se nos dice que Dios mismo nos santificará por completo en todas las tres partes de nuestro ser: espíritu, alma y cuerpo.

En 2 Tesalonicenses 2:13 se nos dice: “Dios os haya escogido desde el principio para salvación en santificación por el Espíritu y en la fe en la verdad”. Si ponemos todos estos versículos juntos, vemos que el Espíritu mencionado en 1 y 2 Tesalonicenses es el Espíritu que santifica. Estos dos libros del Nuevo Testamento abarcan completamente el tema de la santificación y de “el Espíritu, el Santo”, el Espíritu que santifica. Esta santificación tiene como fin prepararnos para la venida del Señor. El versículo 13 de 1 Tesalonicenses 3 dice: “Para afirmar vuestros corazones irreprensibles en santidad delante de nuestro Dios y Padre, en la venida de nuestro Señor Jesús con todos Sus santos”. Según estos libros, el Espíritu Santo dentro de nosotros es “el Santo”, que hace la obra de santificación para que la santidad sea forjada en nosotros. Por tanto, puesto que este Espíritu siempre está trabajando dentro de nosotros, no debemos apagarlo (5:19).

EL ESPÍRITU QUE GUARDA,
PRESENTADO EN 2 TIMOTEO,
Y EL ESPÍRITU QUE RENUEVA, PRESENTADO EN TITO

En 2 Timoteo 1:14 se nos dice: “Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros”. Éste es el Espíritu que guarda, que mora en nosotros a fin de guardar el buen depósito. En las epístolas que Pablo escribió a Timoteo, el apóstol exhortó a Timoteo a guardar, por el Espíritu que moraba en su interior, todas las cosas que había recibido de Pablo y que no las perdiera. Así que, el Espíritu que mora en nuestro interior es el Espíritu que guarda.

Tito 3:5 habla de la renovación efectuada por el Espíritu Santo. Por tanto, podemos decir que en este libro el Espíritu es el Espíritu que renueva (cfr. Ef. 4:23).

EL ESPÍRITU QUE HABLA
Y EL ESPÍRITU DEL CUAL PARTICIPAMOS,
PRESENTADOS EN HEBREOS

El Espíritu que habla

Hebreos primero revela que el Espíritu Santo es el Espíritu que habla. El versículo 7 del capítulo 3 comienza diciendo: “Como dice el Espíritu Santo”. Hebreos no nos dice quién es el escritor de este libro y nos presenta citas del Antiguo Testamento sin decirnos de qué libros se toman. Al contrario, el libro comienza así: “Dios, habiendo hablado en muchas ocasiones y de muchas maneras en tiempos pasados a los padres en los profetas, al final de estos días nos ha hablado en el Hijo, a quien constituyó Heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo” (1:1-2). Es Dios, y no meramente un escritor humano el que habla; es decir, el escritor es Dios mismo. En tiempos antiguos Dios habló por medio de los profetas, y Dios hoy aún habla, mas por medio del Hijo. Por tanto, este libro no nos indica el nombre del escritor, sino que simplemente dice: “El Espíritu Santo dice”. Hebreos 9:8 confirma este concepto del Espíritu que habla, diciendo: “Dando el Espíritu Santo a entender”. Esto significa que el Espíritu Santo nos habla, nos indica el camino y nos dice cuál es el camino. El versículo 15 del capítulo 10 dice de igual manera: “Nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo”. Por tanto, en este libro el Espíritu es el Espíritu que habla.


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