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Visión la práctica y la edificación de la iglesia como cuerpo de Cristo, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7643-3
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CAPÍTULO OCHO

DETALLES ADICIONALES
RELATIVOS A LA PRÁCTICA
DE LA VIDA DE IGLESIA

Lectura bíblica: Ef. 4:17-24

Efesios 4:15-16 revela que somos miembros del Cuerpo de Cristo que crecemos en todas las cosas en Él. Por medio de este crecimiento, experimentamos algo de Cristo, participamos de Él y le disfrutamos. Luego de forma espontánea recibimos algo para ministrar a otros. Como miembros del Cuerpo, debemos crecer y ejercer nuestra función de esta manera. Además, ser cristianos normales y apropiados no es algo individualista; más bien, debemos ser edificados. No importa cuán espirituales seamos, estamos equivocados si somos individualistas. Debemos ser edificados con otros. El propósito del Señor al dar todos los dones no es que seamos espirituales. No piensen que estoy en contra de la espiritualidad. Estoy a favor de ser espiritual, pero la espiritualidad en sí no es la meta, sino que sirve para el Cuerpo, el edificio. Encontramos este pensamiento aun en Salmos 68:18, que dice que Cristo ascendió como hombre, representando al hombre y por causa del hombre, para recibir hombres como dones a fin de que Dios pueda tener una morada entre ellos.

Esto no sólo es el propósito de Dios, sino también el blanco de los ataques del enemigo. El edificio es el blanco para todos los dardos de fuego del enemigo. El enemigo ha hecho lo mejor que puede, y hará aún más para impedir que la gente alcance esta meta. La intención de Dios consiste en tener una morada, y por causa de este propósito Él ha dado los muchos dones. En estos últimos días debemos comprender que Dios anhela recobrar y obtener esta morada. Por lo tanto, no importa cuán espirituales seamos, si no somos edificados juntamente con otros, aún estamos equivocados.

TOMAR MEDIDAS CON RESPECTO A
LA MENTE, EL ENTENDIMIENTO,
EL CORAZÓN Y LA CONCIENCIA

Después de decirnos estas cosas, el escritor de Efesios prosigue a darnos más detalles. Conforme a la composición de este libro, al final del capítulo 3 se halla la oración del apóstol y en la primera sección del capítulo 4 él presenta la práctica de la vida de iglesia (vs. 1-16). Después de esto, el versículo 17 comienza otra sección. No es suficiente hablar solamente de los puntos principales en la primera sección de este capítulo. Si permanecemos en la primera sección, aún tenemos algo sólo en teoría, pero todavía no hemos llegado a la práctica. Por lo tanto, a partir del versículo 17, el apóstol entra en más detalle.

Esta sección comienza diciendo: “Esto, pues, digo y testifico en el Señor: que ya no andéis como los gentiles, que todavía andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos a la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón” (vs. 17-18). Estos versículos hablan acerca de la vanidad de la mente, el entendimiento entenebrecido y la dureza, la ceguera, del corazón. Si no tomamos medidas con respecto a todas estas cosas, no podemos poner en práctica la vida de iglesia apropiada. No es posible que tengamos la vida de iglesia práctica con un grupo de personas cuya mente está llena de vanidad, cuyo entendimiento está entenebrecido y cuyo corazón ha sido cegado. La manera en que podemos asirnos de la realidad, crecer y recibir algo de Cristo es tomar medidas con respecto a todas estas cosas. Tenemos que tomar medidas con respecto a nuestra mente, nuestro entendimiento tiene que ser iluminado y nuestro corazón tiene que estar abierto, no cegado. Éstos son los detalles que Pablo toca en la segunda sección del capítulo 4.

El versículo 19 continúa diciendo: “Los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza”. Perder toda sensibilidad equivale a echar fuera toda sensibilidad. Esto tiene que ver con la conciencia. Perder toda sensibilidad proviene de descuidar la conciencia, sin que nos importe el sentir de ella. Tenemos que tomar medidas con respecto a toda la vanidad en nuestra mente. Esto requiere que nuestra mente sea renovada (v. 23). De igual manera, nuestro entendimiento tiene que ser iluminado y nuestro corazón tiene que ser abierto, no cegado, cerrado y oculto. Todo nuestro corazón necesita volverse al Señor. Por último, debemos tomar cuidado del sentir en nuestra conciencia. No debemos desechar toda sensibilidad. Debemos estar atentos a nuestra conciencia.


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