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Cómo disfrutar a Dios y cómo practicar el disfrute de Diospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6564-2
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Actualmente disponible en: Capítulo 4 de 21 Sección 1 de 4

CAPÍTULO CUATRO

LA MANERA EN QUE EL HOMBRE
PUEDE DISFRUTAR A DIOS

Lectura bíblica: 1 Ti. 3:16; He. 10:19-20; Ro. 8:26-27; Jud. 20

LOS CUATRO PASOS QUE DIOS DIO CONSTITUYEN
LA BASE DE NUESTRO DISFRUTE DE ÉL

En el capítulo anterior vimos los cuatro pasos que Dios dio para llegar a ser nuestro disfrute. En el primer paso, Él nos creó dotados de un espíritu. Nuestro espíritu es el órgano con el cual podemos recibir a Dios. En el segundo paso, Dios se hizo carne en la plenitud del tiempo; se mezcló con la humanidad. Este hombre era el Señor Jesús. En el tercer paso, el Señor Jesús fue crucificado en la cruz en el tiempo señalado. En la cruz, Él derramó Su sangre para quitar todo lo que era incompatible con Dios, y también crucificó y puso fin a la vieja creación y el yo. En el cuarto paso, resucitó de los muertos y se hizo el Espíritu. Su muerte y Su resurrección introdujeron al hombre en Dios. La humanidad ahora se halla plenamente en el Espíritu. Los asuntos que se encuentran en el Espíritu son muy ricos, pues incluyen el hecho de que Dios entrara en el hombre, la muerte de cruz, la resurrección y el hecho de que el hombre entrara en Dios. Estas riquezas ahora se encuentran en el Espíritu.

Les daré un ejemplo sencillo. Cuando añadimos azúcar, jugo de uvas y otros ingredientes a un vaso con agua, en un sentido general, sigue siendo un vaso de agua; pero si lo analizamos, veremos que contiene otros ingredientes. El azúcar ha sido añadido al agua y también el jugo de uvas. Si ponemos el vaso en la estufa y lo calentamos, el elemento del calor también se añadirá. Otros ingredientes también pueden ser añadidos. De este modo, dejará de ser simplemente un vaso de agua, pues ahora contendrá muchos ricos ingredientes. El que se tome el contenido de este vaso recibirá todos estos ricos ingredientes.

De la misma manera, cuando el Espíritu descendió el día de Pentecostés, Él no simplemente era “agua”, sino una “bebida” que incluía muchos ricos elementos. Los elementos de la encarnación, la crucifixión, el derramamiento de Su sangre, la aniquilación de la vieja creación, Su resurrección de entre los muertos y la acción de introducir la humanidad en la divinidad, todos ellos, eran parte del Espíritu que descendió en Pentecostés. Cada vez que alguien recibe al Espíritu, todos los ricos elementos que se encuentran en el Espíritu entran en él. Ya sea que esté consciente de ello o no, todos estos elementos están en él. Esto es como beber un vaso de agua que contiene muchos ingredientes. Ya sea que nos percatemos de ello o no, todos los ingredientes que se encuentran en el agua entran en nosotros. Hoy en día cuando una persona recibe al Espíritu, se activan las funciones de todos los elementos que se encuentran en el Espíritu, como por ejemplo la mezcla de Dios con el hombre, la mezcla del hombre con Dios, la limpieza de los pecados y la aniquilación del yo. A medida que pongamos en práctica vivir en este Espíritu, gradualmente experimentaremos todos estos elementos que Dios logró por nosotros. Los pasos o maneras en los cuales podemos disfrutar a Dios se basan en los cuatro pasos que Él dio. Por lo tanto, ahora tenemos cuatro pasos en los que podemos disfrutar a Dios.

El primer paso: ejercitar nuestro espíritu

El primer paso para disfrutar a Dios es ejercitar nuestro espíritu, el cual Dios creó. Cada vez que deseemos contactar a Dios y disfrutarlo, debemos primeramente aprender a ejercitar nuestro espíritu. ¿Qué significa ejercitar nuestro espíritu? Cuando yo le doy un puñetazo al hermano Hwang, ejercito mi mano; cuando hablo, ejercito mi voz; cuando miro a otros, ejercito mis ojos; y cuando otros me escuchan, ejercitan sus oídos. A fin de poder contactar a Dios y disfrutarle, debemos ejercitar nuestro espíritu.

A fin de ejercitar nuestro espíritu cuando nos acercamos a Dios, debemos orar conforme al sentir que tenemos en lo profundo de nuestro ser. Debemos olvidarnos de nuestros pensamientos y no estar preocupados con lo que hemos de decir. Simplemente debemos volver nuestro ser y orar conforme al sentir que tenemos en nuestro interior. Este profundo sentir es el sentir del espíritu. Cuando oramos conforme a este sentir, ejercitamos nuestro espíritu en oración.

Lamentablemente, muchos hermanos y hermanas no oran de esta manera. Es posible orar por muchos asuntos conforme a nuestra mente y no tocar a Dios. Por lo tanto, pese a que oramos, nos sentimos secos interiormente. Estoy seguro de que muchos de nosotros hemos experimentado esto. Especialmente un nuevo creyente ora con su mente. Tal vez considere cómo debe orar, es decir, si debe orar por su padre, por su madre, por sí mismo, por sus finanzas o por sus estudios. Cuando una esposa se prepara para orar, es posible que piense: “¿Debo orar por mi esposo y por sus negocios, o debo pedir que mis hijos no tengan un accidente de tráfico?”. Éste no es el ejercicio del espíritu, sino el ejercicio de la mente. Está bien que ejercitemos nuestra mente cuando estamos en la escuela, pero es completamente equivocado ejercitar nuestra mente de esta manera cuando oramos. Cuanto más pensamos así, más desaparece Dios. Cuanto más ejercitamos nuestra mente, más lejos “se nos escapa” Dios. En realidad no es que Dios desaparezca o se escape; antes bien, nosotros simplemente estamos usando el órgano equivocado. No podemos usar nuestros ojos para oír ni nuestros oídos para identificar los colores. Si alguien nos habla de una taza roja, el color rojo “desaparecerá” si tratamos de verla con nuestros oídos. O si algunos hermanos tratan de escuchar una voz fuerte con sus ojos, la voz “desaparecerá”. En realidad, la voz no ha desaparecido; el problema es que se está usando el órgano equivocado para darle sustantividad. De la misma manera, no podemos orar a Dios con nuestra mente. Dios no está en nuestra mente; Él está en nuestro espíritu.

Permítanme decir algo más para que podamos entender mejor este asunto. En español tenemos la palabra sustancia, la cual significa “materia” o “realidad”. Con base en este sustantivo tenemos la frase verbal dar sustantividad, que significa “hacer real” o “hacer que algo se materialice”. El sonido es un ejemplo de una sustancia; es decir, es algo real, algo sustancioso. Sin embargo, si no tenemos oídos o si somos sordos, no percibiremos dicha sustancia como sonido; en otras palabras, no podremos dar sustantividad al sonido. Lo mismo se aplica a los colores. Aunque algo sea real o sustancioso, si no tenemos ojos o si somos ciegos, no podremos ver esta sustancia. En otras palabras, no podremos dar sustantividad al color. Debemos recordar que Dios es Espíritu y, por ende, es una “sustancia”. Aunque Dios es una “sustancia”, y nuestro espíritu es una “sustancia”, en tanto que ejercitemos nuestra mente en vez de nuestro espíritu, no podremos dar sustantividad a Dios. Pero si ejercitamos nuestro espíritu, de inmediato nos daremos cuenta de que Dios existe, es decir, daremos sustantividad a Dios.

Cuando acudamos a Dios, debemos olvidarnos de nuestras consideraciones y orar con nuestro espíritu. Siempre y cuando usemos nuestro espíritu, enseguida tocaremos a Dios, percibiremos Su presencia y le recibiremos. Una vez que un creyente aprenda esta lección, en lugar de ejercitar su mente, aprenderá a orar desde su espíritu. Desde el momento en que se arrodille, ejercitará su espíritu en lugar de vagar en su mente con diferentes pensamientos. Cuando en su espíritu él sea redargüido de estar completamente centrado en el yo, de amarse a sí mismo en vez de amar a Dios, clamará a Dios, diciendo: “Estoy completamente centrado en mi ego; solamente me amo a mí mismo, no te amo en absoluto”. Esta sencilla oración de inmediato lo pondrá en contacto con Dios. Los que han tenido alguna experiencia de esto saben de lo que estoy hablando. Cuanto más oramos desde nuestro espíritu, más contacto tenemos con Dios, más lo recibimos y más somos llenos de Él. Después de orar, seremos personas que están llenas de Dios. Nos sentiremos satisfechos, refrescados, liberados, consolados, reconfortados e iluminados. Ésta es una oración de comunión, una oración que nos lleva a tocar a Dios, una oración que incluye el ejercicio del espíritu y una oración que realmente cuenta.

Sin embargo, a menudo nuestra mente nos causa muchos problemas. Mientras oramos con un espíritu ejercitado, de repente puede venirnos un pensamiento relacionado con nuestra obra o con nuestra familia. Una vez que somos interrumpidos por estos pensamientos, nos volvemos de nuestro espíritu a nuestra alma. Estos pensamientos interrumpen nuestra comunión con Dios, y nos sacan del espíritu. Entonces se nos hace difícil volvernos a nuestro espíritu. Esto nos muestra que contactar a Dios por medio de la oración es un asunto enteramente relacionado con el espíritu. Cada vez que estamos en la mente en vez de estar en el espíritu, nuestra comunión con Dios de inmediato se acaba. No podemos tener comunión con Dios en nuestra mente. Dios se reúne con nosotros en nuestro espíritu, y nosotros nos reunimos con Él en nuestro espíritu. El Señor Jesús dijo que Dios es Espíritu y que debíamos adorarlo en espíritu (Jn. 4:24). Adorar a Dios es tener comunión con Él y contactarlo. Espero que aprendamos a seguir los pasos que Dios dio en la obra que Él realizó, a fin de poder contactarlo. El primer paso que Dios dio fue crearnos con un espíritu; por lo tanto, al contactarlo a Él, el primer paso que debemos dar es ejercitar nuestro espíritu.

Queridos hermanos y hermanas, cada vez que oremos debemos desechar nuestros pensamientos, los cuales nos causan problemas y tropiezos. Cuando nos acerquemos a Dios en oración, debemos aprender a desechar nuestros pensamientos. Debemos aprender a rechazarlos y negarnos a ellos. Cuando nos acerquemos a Dios, debemos aprender a volvernos a nuestro espíritu y a orar desde nuestro espíritu. Esto es lo que significa contactar a Dios mediante el ejercicio de nuestro espíritu.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

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