Servir en el espíritu humanopor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-3844-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Ahora es necesario entrar en más detalles. Los asuntos que estamos considerando no son simples. No es suficiente decir que hemos visto el Cuerpo y que estamos viviendo por Cristo como nuestra vida, y que por tanto tenemos la unidad y que estamos unidos y estamos en el Cuerpo. Tenemos a Romanos 12 y a 1 Pedro 2, pero necesitamos continuar para llegar a 1 Corintios 12, especialmente para fijarnos en una palabra del versículo 24: “Dios concertó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba.” Cuánto aprecio la palabra concertar. Dios concertó el cuerpo. Debemos comprobar en nosotros mismos cuánto hemos sido concertados. Estamos todos aquí juntos, hemos visto el Cuerpo, estamos en el Cuerpo, estamos viviendo en Cristo y por Cristo como nuestra vida, pero necesitamos comprobar en nosotros mismos cuánto hemos sido concertados mutuamente.
Los que saben cocinar, saben cómo concertar a los diferentes ingredientes cuando cocinan. Concertar va más allá que mezclarse o combinarse. El Amplified New Testament [Nuevo testamento amplificado] proporciona varias palabras para la palabra concertar en este versículo: acoplados, mezclados, armonizados y proporcionar sutilmente las partes del conjunto entero. En la aplicación práctica, el ser concertados significa que una persona rápida necesita estar puesta junto con una persona lenta para que la rapidez de aquélla se pueda concertar con la lentitud de la otra. Entonces en el Cuerpo no habrá nadie ni muy rápido ni muy lento.
En la iglesia tanto el orgullo como la humildad necesitan concertarse hasta que sólo quede Cristo. Un hermano puede sentir que él es muy humilde y que los demás son muy orgullosos. Cuando su humildad se haya concertado con el orgullo de ellos, no habrá nada humilde ni nada orgulloso en la iglesia. Para algunos de los hermanos y hermanas, es muy fácil ponerse de pie y funcionar en la reunión, y para otros es fácil quedarse sentados y permanecer callados. Estos santos también necesitan ser concertados mutuamente. En estos días tengo muy presente que necesito ser más concertado con todos los santos. No importa cuál sea la característica distintiva suya, necesito ser concertado con ustedes en cuanto a eso. Todos necesitamos ser concertados mutuamente.
Si no somos concertados mutuamente, no hay posibilidad de que seamos edificados juntos. Si no somos concertados, una persona rápida nunca podrá llevarse bien con una persona lenta, y nunca podría haber edificación entre ellas. Si no somos concertados, no podríamos coordinar con otros. Un hermano es demasiado orgulloso, pero otro es demasiado humilde. Estos dos nunca podrían coordinar juntos a menos que ambos estén dispuestos a ser concertados. Dios no sólo ha colocado a los miembros en el Cuerpo, Él ha concertado el Cuerpo.
Cuando se cocina, no es suficiente simplemente mezclar ciertos ingredientes para preparar un platillo que tenga un buen sabor. Al preparar ciertos platillos, es necesario concertar los ingredientes para darles un sabor delicioso. Todos hemos sido colocados aquí en la iglesia juntos, pero no habrá ese sabor delicioso si no somos concertados mutuamente. Dios ha colocado a los miembros, cada uno de ellos en el Cuerpo, y también ha concertado al Cuerpo mutuamente (1 Co. 12:18, 24). Nuestra necesidad actual no es simplemente ser introducidos y colocados aquí en la iglesia, sino que también necesitamos ser concertados mutuamente con aquellos que el Señor haya escogido y cuya manera de ser sea bastante diferente a la nuestra. Una y otra vez el Señor nos coloca con la persona adecuada a fin de que seamos concertados en el Cuerpo.
Ahora llegamos a una frase especial en Colosenses 3:15: “fuisteis llamados en un solo Cuerpo”. Leí Colosenses 3 por muchos años sin darme cuenta que todas las virtudes mencionadas ahí son para la vida del Cuerpo: compasión, bondad, humildad, mansedumbre, longanimidad o perseverancia, comprensión, perdón, amor y paz. La frase “fuisteis llamados en un solo Cuerpo” indica claramente que todos estos asuntos son para el único Cuerpo, para la vida del Cuerpo. Nosotros los cristianos, tenemos el concepto natural según el cual debemos ser humildes en nuestro vivir humano. Sin embargo, según la Biblia, la humildad no es para la vida humana, sino para la vida del Cuerpo. La compasión no es para la vida humana, sino para la vida del Cuerpo. En el Cuerpo necesitamos la compasión. En el Cuerpo necesitamos la bondad, la humildad, la mansedumbre, la longanimidad y la comprensión. No debemos pensar que es imposible soportar a un hermano o una hermana. Incluso si sentimos que quedarnos con ese santo en particular es como si entráramos en la muerte, no intentemos escaparnos de esa situación. Lo que el Señor requiere es que hagamos morir nuestra vida natural. Debemos permanecer en dónde estamos para soportar e incluso ser comprensivos, a fin de tomar la copa que el Padre nos ha dado. Pareciera una copa amarga, pero llega a ser muy dulce. Pareciera una copa de maldición, pero llega a ser una copa de bendición. De esta manera veremos la vida del Cuerpo.
No debemos pensar que a las personas se les hace fácil estar juntas. No importa cuánto nos amemos, cuanto más tiempo pasemos juntos, más nos daremos cuenta de que no sólo necesitamos longanimidad, sino también comprensión y perdón para la vida del Cuerpo. Si permanecemos juntos para llevar una vida de reunión por un período de tiempo, ciertamente nos ofenderemos mutuamente una y otra vez. Ninguno de nosotros es tan santo, tan perfecto, que no puede ofender a otros. Cuando se presenten las ofensas, debemos perdonarnos unos a otros. En vez de quejarnos, debemos perdonar una y otra vez. Colosenses 3:12-13 dice: “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañas de compasión, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de longanimidad; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tiene queja contra otro. De la manera que el Señor os perdonó, así también hacedlo vosotros”. Yo valoro la compasión más que la misericordia. La compasión es muy tierna. Después de la compasión, el versículo 12 menciona la bondad, la humildad, la mansedumbre y la longanimidad. El versículo 13 continúa con la comprensión y después con el perdón. Después está el amor y le sigue la paz. “Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo de la perfección. Y la paz de Cristo sea el árbitro en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo Cuerpo; y sed agradecidos” (vs. 14-15). Si no perdonan a los demás, nunca tendrán paz. En vez de paz, estarán molestos todo el tiempo. Le molestarán las ofensas de los demás y no tendrán la paz como árbitro dentro de ustedes. Pero si perdonan a otros y se olvidan de sus ofensas, si los aman sin importar cuánto ellos les hallan ofendido, tendrán paz. Simplemente recibirán todo lo que los demás les hagan como si fuera algo que proviene del Señor para ustedes, algo que necesitan. No le importarán las ofensas, pero sí se preocupará por todos los queridos hermanos y hermanas. Cuando tengan ese amor, entonces vendrá la paz.
Todos los asuntos mencionados en Colosenses 3 son expresiones precisas de la vida de Cristo en nosotros. Con tal expresión de Cristo en la práctica, llevamos la vida del Cuerpo. Entonces seremos edificados juntos y reuniremos los requisitos para servir al Señor. Sin la edificación adecuada, todo esfuerzo por alcanzar a otros, por predicar el evangelio, o por ayudar a otros cristianos, será en vano. Solamente cuando reunamos los requisitos, al ser edificados juntos, nos resultará fácil guiar a alguien al Señor o ayudar a otros miembros. Para llevar a cabo el servicio, es necesario que estemos en la realidad del Cuerpo, que seamos edificados, que reunamos los requisitos y que seamos equipados. Por experiencia propia sabemos que estar realmente equipados para pelear la batalla como un servicio para el Señor consiste en ser edificados en el Cuerpo.
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