Cristo es contrario a la religiónpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-1012-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Hemos abarcado tres elementos nuevos, pero no hemos hablado mucho del paño nuevo. ¿Qué significa este paño? Sabemos que el Señor Jesús era Dios. Un día, El se encarnó como hombre en esta tierra. Desde Su encarnación hasta Su crucifixión pasaron treinta y tres años y medio, en los cuales El llevó un vivir humano. En aquel tiempo El era el paño nuevo, no abatanado, que ni el hombre ni Dios habían tocado. El Cristo encarnado, desde Su nacimiento hasta Su crucifixión, era tal paño nuevo. Este Cristo era verdaderamente maravilloso, pero no era apropiado para cubrirnos consigo Mismo, pues era un simple pedazo de paño nuevo que no se podía usar como vestidura. Primero, tenía que ser cortado, cosido y elaborado. Todo eso se cumplió en la cruz. En la cruz, Cristo fue procesado. El fue crucificado y sepultado: allí fue tratado duramente por el hombre y más todavía por Dios. Después de esto, El resucitó. Ahora, en resurrección, El es el vestido nuevo. El Cristo resucitado es el vestido nuevo. Antes de Su crucifixión El era un simple pedazo de paño nuevo, pero una vez resucitado, El fue hecho el vestido nuevo para que lo llevemos como nuestra vestidura.
No me gusta presentar simples enseñanzas y doctrinas, prefiero la práctica y la experiencia. Analicemos algo juntos: ya que Cristo fue hecho el vestido nuevo después de Su resurrección; entonces, ¿cómo podemos revestirnos de El? ¿Cómo puede usted vestirse de El? No debemos olvidarnos de Gálatas 3:27, que dice: “porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos”. Debemos revestirnos de Cristo. Pero, ¿cual es el medio que nos permite revestirnos de El? ¡El bautismo en Cristo! La manera de revestirnos de Cristo consiste en ser bautizados en El. ¿Cómo podemos ser bautizados en Cristo?
Hasta aquí todavía estamos en las doctrinas. Necesitamos algo más práctico. Hemos visto que después de Su resurrección, Cristo fue hecho el vestido nuevo, pero la Biblia también nos dice que después de Su resurrección El fue hecho el Espíritu vivificante (1 Co 15:45). Si Cristo no fuera el Espíritu, ¿cómo podríamos ser bautizados en El? ¿Ha entendido usted este asunto? ¿Por qué podemos ser bautizados en Cristo? Debido a que Cristo fue hecho el Espíritu. Al ser crucificado, sepultado y resucitado, Cristo llegó a ser el pneuma vivificante, el aliento que infunde vida, el aire viviente. Al ser el aliento, le resulta muy fácil entrar en nosotros, y al ser el aire, a nosotros nos es fácil entrar en El. Cristo en resurrección fue hecho el Espíritu vivificante que lo incluye todo. En este Espíritu se halla todo lo que Cristo es y todo lo que El ha realizado. Tal Espíritu es el Cristo que todo lo incluye, y este Cristo como Espíritu, es nuestro vestido nuevo. Como usted podrá ver, este vestido es el Espíritu. Fuimos bautizados en el Cristo que es el Espíritu; es así como nos vestimos de Cristo. Cristo es el pneuma, el Espíritu que todo lo incluye; al ser bautizados en El, somos revestidos de Su Persona. Inmediatamente El, como Espíritu, llega a ser nuestra vestidura y nos hace aptos. ¡Aleluya! El vestido nuevo con el que debemos vestirnos es Cristo, el Espíritu todo-inclusivo.
Este es el significado de la palabra del Señor en Mateo 28:19: “Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. La realidad del nombre está en el Espíritu. Bautizar a las personas en el nombre significa bautizarlos en el Espíritu. ¿Y quién es el Espíritu? Es Cristo como el pneuma que todo lo incluye. El se encarnó, vivió en esta tierra, fue crucificado, efectuó la redención y resucitó. Después de que todo esto fue consumado, El fue hecho en Su resurrección el pneuma que todo lo incluye. La encarnación está incluida en este pneuma; la crucifixión y la redención también están incluidas en este pneuma; la resurrección, el poder de la resurrección y la vida de resurrección están todos incluidos en dicho pneuma. Cuando somos bautizados en El, somos bautizados en tal pneuma. Cuando somos bautizados en El, nos vestimos de El. ¡Aleluya!
En el Nuevo Testamento hay un versículo maravilloso, y me temo que ustedes no le hayan prestado la debida atención. Se trata de 1 Corintios 12:13, donde dice: “Porque en un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un solo Cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu”. Primero dice que todos fuimos bautizados en el Espíritu Santo, y segundo, que a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. No sólo fuimos bautizados en el Espíritu, sino que también se nos dio a beber del Espíritu. ¿Han observado que estos dos aspectos se hallan en un solo versículo? Supongamos que aquí tengo un vaso de agua. Bautizar mi dedo en esta agua tiene que ver con el primer aspecto: el dedo está vestido con el agua, es decir, que el agua está cubriendo totalmente el dedo. Sin embargo, esto no constituye más que un hecho exterior: algo que está por encima, y no por dentro. El segundo aspecto se refiere al hecho de que se nos dio a beber del Espíritu. Cuando bebo este vaso de agua, el agua entra en mí. Una cosa es “ser bautizados en”, y otra cosa es “beber de”.
Hoy en día muchos cristianos confunden estos dos aspectos, ya que piensan que el bautismo en el Espíritu equivale a beber del Espíritu. En realidad, tal concepto no es lógico. ¿Acaso cuando las personas entran en el agua, se les da a beber del agua? Si este fuera el caso, se ahogarían. Bautizar a una persona es introducirla en el agua, no consiste en darle de beber el agua. Aquí vemos dos aspectos. Un aspecto es el Espíritu Santo sobre nosotros, y otro, el Espíritu Santo en nosotros. Cuando el Señor Jesús les habló a Sus discípulos acerca del Espíritu Santo en el día de Pentecostés (Hch. 1:5, 8), les dijo que el Espíritu Santo vendría sobre ellos, no que entraría en ellos. Este es un asunto de estar “sobre” y no “dentro”. Ser bautizados en el Espíritu equivale a ser revestidos del Espíritu, es decir, revestirnos de Cristo. Cristo es nuestra justicia, nuestra cubierta, nuestra aprobación, nuestro vestido nuevo. Pero esto no debe ser una simple doctrina. Debemos revestirnos de este Cristo y no tener solamente la doctrina de la justificación por la fe. Esta debe ser una experiencia en el Espíritu. Debemos ser capaces de exclamar: “¡Oh Señor, aleluya, ahora estoy en Cristo! El es el pneuma que todo lo incluye, y estoy en este pneuma que todo lo incluye! Me presento ante Ti, no en mí mismo, sino en Cristo; no en la doctrina de Cristo, sino en Cristo como el Espíritu que todo lo incluye”.
Debemos revestirnos de Cristo, quien es nuestro vestido nuevo; y tal vestido nuevo es el Espíritu todo-inclusivo. Cristo ya no es el paño sin procesar, sino que es el vestido ya terminado. En este vestido terminado tenemos la redención, el poder de la resurrección y todos los elementos de la Persona divina. Este vestido nuevo no es solamente un pedazo de paño, sino el propio pneuma divino, el Espíritu que todo lo incluye, ya que incluye la encarnación de Cristo, Su crucifixión, Su obra redentora, Su resurrección y el poder de Su resurrección. Podemos revestirnos de tal Cristo. ¡Aleluya!
El Señor Jesús dijo a Sus discípulos: “Y Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de realidad” (Jn. 14:16-17). En estos versículos vemos que el Espíritu es el Cristo procesado; este Espíritu es el Cristo crucificado y resucitado. Tal Cristo es el otro Consolador, el Espíritu de realidad. “En aquel día”, dijo El, “vosotros conoceréis que Yo estoy en Mi Padre, y vosotros en Mí, y Yo en vosotros” (Jn. 14:20). En realidad, El estaba diciendo: “En aquel día ustedes se revestirán de Mí y me recibirán en su interior; en aquel día, ustedes serán bautizados en Mí, y también beberéis de Mí”. Este es el Cristo procesado, el Cristo consumado. Ahora Cristo ha dejado de ser algo “rústico” y sin procesar, pues El ha sido completamente procesado. Ahora El es el vestido terminado con el que nos revestimos, y también el vino nuevo que bebemos.
Supongamos que aquí tengo una naranja. ¿Podrían ustedes beberla? No podrían, pues esta naranja no ha pasado por un proceso; primero debe ser procesada como jugo. Del mismo modo, no podíamos beber de Cristo antes de Su crucifixión y resurrección. Pero en la cruz, El fue cortado y presionado por Dios, y ahora ha llegado a ser el Espíritu en resurrección, el cual podemos beber. Todos fuimos bautizados en Cristo, y también se nos dio de beber a Cristo. ¿Cómo es posible esto? Porque El ahora es el Cristo procesado. El dijo: “Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba. El que cree en Mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en El; pues aún no había el Espíritu” (Jn. 7:37-39). ¿Por qué dice aquí, cuando el Señor pronunció estas palabras, que aún no había el Espíritu? Porque Cristo todavía no había sido procesado. Pero poco tiempo después, El sería procesado, y después resucitaría. Ahora todo aquel que tenga sed puede venir a El y beber. ¡Alabado sea el Señor! El Señor Jesús pasó por un proceso. ¿Desea usted ser bautizado en El? ¿Desea beber de El? La frase “en aquel día”, se refiere al día de hoy. Ahora mismo podemos saber con certeza que estamos en El y que El está en nosotros. Podemos ser bautizados en El y podemos beber de El. Ahora, al ser bautizados en El, Cristo llega a ser nuestra certificación externa, y ahora, al beber de El, Cristo llega a ser nuestra satisfacción interior. Estamos vestidos de El como Espíritu de poder y bebemos de El como Espíritu de vida, a fin de disfrutarle como nuestro Novio.
Los primeros tres elementos nuevos —el paño nuevo, el vestido nuevo y el vino nuevo— representan a Cristo. Desde Su encarnación hasta Su crucifixión El es el paño nuevo, y desde Su resurrección hasta la eternidad El es nuestro vestido nuevo y nuestro vino nuevo. El paño nuevo solamente era la materia prima para hacer el vestido nuevo. Pero ahora estamos cada día cubiertos por El, y cada día El nos satisface. El es todo para nosotros.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.