Información del libro

Núcleo de la Biblia, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4442-5
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Actualmente disponible en: Capítulo 7 de 20 Sección 4 de 4

EL RECOBRO DE LA VIDA DE IGLESIA

Nada conmueve más el corazón del Señor que el recobro de la vida de iglesia. Éste es Su recobro actual. El Señor desea recobrar la vida de iglesia a fin de tener un pueblo que salga de toda división, a fin de tener un lugar donde pueda poner Su nombre y habitar, y a fin de tener el Lugar Santísimo en el cual y desde el cual pueda hablar a Su pueblo hoy.

EL DIEZMO SE DISFRUTA ÚNICAMENTE
EN LAS REUNIONES

Hemos visto que el diezmo, la mejor porción, de la cosecha lo tenían que apartar, para luego llevarlo al único centro de adoración y disfrutarlo juntamente con Dios. Sin embargo, los israelitas podían disfrutar del noventa por ciento restante de su cosecha en cualquier momento y en cualquier lugar. Nosotros, en el recobro del Señor, podemos testificar por experiencia que siempre tenemos algo de Cristo para disfrutar. Diariamente somos nutridos e iluminados por la Palabra. Diariamente disfrutamos las riquezas de Cristo, el noventa por ciento de la cosecha. Pero por muy rico que sea el disfrute de ese noventa por ciento, éste no se compara con el disfrute que tenemos del diezmo, la porción más excelente. Este disfrute únicamente lo hallamos en las reuniones de la iglesia. Los hijos de Israel iban a Jerusalén tres veces al año para celebrar las Fiestas. Nosotros, en cambio, festejamos en las reuniones de la iglesia al menos tres veces a la semana. No me gusta perderme ni siquiera una reunión de la iglesia. Por mucho que disfruto al Señor en casa y en otros lugares, este disfrute jamás reemplaza el disfrute que tengo en las reuniones, donde comemos la mejor porción de Cristo. ¿Desea usted gustar esta porción? Entonces no se quede en su casa, pues allí jamás la disfrutará. Venga a las reuniones de la iglesia.

VENIR A LAS REUNIONES LLENOS DE CRISTO

Sin embargo, supongamos que ninguno en la iglesia laborara en Cristo. Al venir a la reunión, todos tendrían las manos vacías, sin nada de Cristo. Eso no significa que no creen en Cristo, sino que no le han experimentado. En otras palabras, ellos no tienen trigo, cebada, vino, higos, granadas ni olivas. Aunque los hermanos y hermanas tengan sus Biblias e himnarios, no tienen una cosecha de Cristo en el espíritu. Por consiguiente, nada de Cristo brota de sus bocas en la reunión. En lugar de ello, se sientan allí como llantas desinfladas, esperando que cierto hermano dé el mensaje. Esta clase de reunión es deplorable; equivale a regresar a la vieja tradición de tener un orador y una audiencia. ¡Alabado sea el Señor porque la iglesia en Stuttgart no es así! Hay muchos santos en Stuttgart que están llenos de Cristo. No simplemente tienen la Biblia en sus manos, sino que también tienen a Cristo en su espíritu. Por consiguiente, en las reuniones hay abundancia de trigo, cebada y demás elementos de las riquezas de la buena tierra. ¡Cuán maravillosa es la reunión cuando los hermanos y hermanas se ponen de pie uno por uno para testificar acerca de su experiencia de Cristo!

EXHIBIR A CRISTO
AL LIBERAR EL ESPÍRITU

Si queremos que la reunión de la iglesia sea viviente y llena de Cristo, los testimonios no deben alargarse interminablemente. Este tipo de testimonios largos arruinan la atmósfera de la reunión. Todos debemos hacer lo posible por liberar el espíritu para que Cristo se manifieste para nutrir a los santos. Cuando hacemos esto, disfrutamos de la porción más excelente de Cristo. Éste es un asunto muy crucial. Puesto que todos tenemos algo de Cristo, reunámonos para exhibirlo a Él. Cuando los hijos de Israel se reunían junto al monte de Sión, traían juntos sus diezmos. Aunque probablemente no era mucho lo que cada israelita traía, debe haber habido toda una montaña de primicias cuando todos los diezmos se ponían juntos. Al final, había una exhibición del rico producto de la buena tierra. De igual manera, nosotros debemos juntar nuestras riquezas de Cristo y exhibirlas en las reuniones. A fin de tener tal exhibición de Cristo, debemos hacer tres cosas: primero, debemos tener la cosecha; segundo, debemos venir al único lugar que Dios ha escogido, no a un lugar de división o confusión; y tercero, cuando asistamos a las reuniones de la iglesia, al único lugar, debemos liberar nuestro espíritu.

Cuando den un testimonio en las reuniones, no se pongan a contar una historia personal con lujo de detalles. A los santos no les interesa escuchar su historia, sino comer a Jesús. Lo que quieren es disfrutar al Cristo que brota de su espíritu. Los testimonios prolongados llenos de detalles acerca de su historia personal simplemente harán dormir a los hermanos y hermanas. Hace dos años en Taipéi celebramos una conferencia a la que asistieron más de nueve mil personas. A fin de dar oportunidad a que el mayor número de personas testificara, los ancianos decidieron acortar el tiempo de los testimonios a veinte segundos. Debido a que había un número tan grande de asistentes, se usó un micrófono para los testimonios. Al finalizar los veinte segundos, se apagaba el micrófono, y el hermano que compartía no podía continuar hablando. A casi todos los que compartieron les sucedió esto, pero recibieron un entrenamiento excelente. Cuando usted testifique, olvídese de los detalles innecesarios, y simplemente diga: “¡Alabado sea el Señor! Cristo es mi vida y mi luz. ¡Cuán dulce es Él, y cuán bueno Él es para mí! Esta mañana mi esposa me contrarió, pero el Señor me fortaleció y ahora puedo exclamar: ‘¡Aleluya!’”. Testimonios como éstos, que fácilmente pueden ser dados en veinte segundos, son muy nutritivos. Al dar esta clase de testimonio en las reuniones de la iglesia, comemos la mejor porción de Cristo.

Si queremos comer de la porción más excelente de Cristo, debemos obtener la cosecha, ir al único lugar y ejercitar nuestro espíritu para testificar de una manera breve y directa. Es imposible obtener la cosecha de un día para otro. Para ello, debemos laborar en la tierra. Si laboramos diligentemente, con el tiempo tendremos una cosecha. Yo creo que todos ustedes aman al Señor y a la iglesia. Ahora el Señor les está diciendo que deben aprender a cultivar a Cristo, esto es, permitir que Cristo crezca en ustedes. Si hacen esto, tendrán una cosecha de Cristo que podrán traer a las reuniones de la iglesia.

Una vez que estén en la reunión, deben estar preparados en el espíritu. En ciertos aspectos, ejercer nuestra función en las reuniones es como jugar baloncesto. Los miembros de un equipo de baloncesto vienen a la cancha listos para jugar. Incluso la manera en que están vestidos demuestra que son jugadores, no espectadores. Sin embargo, muchos vienen a las reuniones de la iglesia vestidos como espectadores, no como participantes, pues no tienen la más mínima intención de participar en la reunión. No están preparados ni equipados para esto, sino que se quedan observando a otros jugar. Más aún, es posible que no simplemente sean espectadores, sino críticos, juzgando a algunos por su mala gramática, a otros por ser demasiado emotivos y a otros por ser extremadamente severos. Estas personas acaban por sentirse descontentas con todo y con todos. Si venimos a la reunión con esta actitud, nos será imposible practicar la vida de iglesia.

El cristianismo todavía ejerce demasiada influencia sobre nosotros. Por lo tanto, necesitamos ser recobrados, ser traídos de vuelta a Cristo. Cada día debemos vivir en Cristo, por Cristo, con Cristo y para Cristo. Si día a día laboramos en Cristo, ciertamente tendremos una cosecha de Cristo que podremos traer a las reuniones.


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