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Estudio-vida de Ezequielpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6480-5
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Actualmente disponible en: Capítulo 13 de 27 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE EZEQUIEL

MENSAJE TRECE

LA DEGRADACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS

Lectura bíblica: Ez. 20:6; 6:9; 11:12b; 13:4-5, 17-18; 14:3, 5; 22:25-30; 3:7; 2:3-4, 6; 22:13-19

Como señalamos en el primer mensaje, el libro de Ezequiel tiene cuatro secciones. La primera sección, que consiste del capítulo 1, presenta una visión de la apariencia que tiene la gloria del Señor. Este capítulo revela cómo Dios es manifestado, cómo Dios lleva adelante Su mover y cómo Dios administra Su gobierno por medio de la coordinación de los cuatro seres vivientes. La segunda sección incluye los siguientes treinta y un capítulos y trata sobre el juicio de Dios por fuego. En esta sección vemos que Dios juzga a Su pueblo y a las naciones paganas por medio de Sí mismo como fuego consumidor. La tercera sección (caps. 33—39) nos muestra cómo Dios recobra a Su pueblo mediante la vida. Después de llevar a cabo Su juicio, Dios viene a fin de recobrar. Mientras que el juicio de Dios es ejecutado mediante el fuego, Su recobro es realizado mediante la vida. La última sección (caps. 40—48) trata sobre el edificio santo de Dios. El fruto, el resultado, de la obra de recobro que Dios efectúa mediante la vida es el edificio santo, el cual es la consumación de todo el libro de Ezequiel. Por tanto, las cuatro secciones de Ezequiel abarcan cuatro asuntos principales: la visión de la apariencia que tiene la gloria del Señor, el juicio por fuego, el recobro mediante la vida y el edificio santo de Dios. Éste es un esbozo del libro de Ezequiel, un libro que comienza con una visión gloriosa y termina con un edificio santo. Esto indica que la meta de Dios es el edificio.

También hemos visto que el libro de Ezequiel y el libro de Apocalipsis son similares. Al igual que Ezequiel, Apocalipsis abarca los cuatro asuntos de la visión, el juicio, el recobro y el edificio, y los abarca en la misma secuencia hallada en Ezequiel. La visión del Señor en Apocalipsis 1 es seguida por el juicio de Dios, el recobro que Dios efectúa y el edificio de Dios. Por último, Apocalipsis, al igual que Ezequiel, alcanza su consumación con el edificio de Dios que tiene doce puertas. Esto nos permite ver que los libros de Ezequiel y Apocalipsis no solamente son similares, sino también paralelos entre sí. Aquél trata sobre la historia del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento, y éste es la revelación de la iglesia en el Nuevo Testamento. El pueblo de Dios del Antiguo Testamento era una sombra, una prefigura, un tipo, de la iglesia del Nuevo Testamento.

Si leemos Ezequiel cuidadosamente, comprenderemos que nos presenta un cuadro de la iglesia. En cierto sentido, el cuadro en el Antiguo Testamento es más claro y completo que la revelación en el Nuevo Testamento. Por tanto, al leer Ezequiel no debemos meramente prestar atención a la historia de Israel o a las profecías acerca de Israel, sino que debemos considerar el cuadro claro que se presenta de la iglesia, en particular el cuadro aquí revelado de la situación degradada de la iglesia. Debido a que la degradación de Israel es un cuadro de la degradación de la cristiandad, lo que vemos en este cuadro se aplica a la situación actual.

En este mensaje comenzaremos a considerar la segunda sección de Ezequiel: el juicio de Dios ejecutado mediante el fuego. En los capítulos del 2 al 24 vemos el juicio de Dios sobre Israel, Su pueblo escogido, y en los capítulos del 25 al 32 vemos Su juicio sobre los gentiles, las naciones. El juicio de Dios primero es ejecutado sobre Su pueblo, los hijos de Israel, y luego Su juicio es ejecutado sobre los gentiles. Esto es conforme al principio rector en el Nuevo Testamento, tal como es visto en Apocalipsis y en 1 Pedro, según el cual Dios primero juzga a Su casa (1 P. 4:17) y después juzga a los incrédulos.

TRES ETAPAS DEL DISFRUTE DE CRISTO

En el Antiguo Testamento, Israel era el pueblo escogido y elegido de Dios. Dios había libertado al pueblo de Israel sacándolo de Egipto y los había traído a la buena tierra. Que el pueblo de Israel fuese introducido por Dios en la buena tierra tipifica el que Dios nos pusiera a nosotros en Cristo, quien hoy es nuestra buena tierra. Ezequiel 20:6 dice que la buena tierra es la gloria de todas las tierras. Cristo es la gloria en la tierra, y Dios nos ha puesto en el Cristo glorioso, quien en Sus riquezas inescrutables es una tierra que fluye leche y miel.

El pueblo de Israel experimentó tres etapas del disfrute de Cristo. En la primera etapa ellos disfrutaron de Cristo en Egipto como Aquel que es la Pascua con el pan sin levadura y las hierbas amargas. En la segunda etapa ellos, mientras deambulaban por el desierto, disfrutaron de Cristo como Aquel que es el maná celestial y el agua viva. En la tercera etapa ellos disfrutaron de Cristo como Aquel que es la tierra, una tierra llena de ricos productos.

Estas tres etapas corresponden a nuestra experiencia actual como creyentes en Cristo. Cuando fuimos salvos, disfrutamos a Cristo como Cordero pascual. Después, comenzamos a disfrutar a Cristo como nuestra porción diaria, nuestro maná diario. Sin embargo, éste no es el disfrute máximo de Cristo. El disfrute máximo de Cristo consiste en disfrutar a Cristo en la iglesia como Aquel que es la buena tierra con todas Sus riquezas inescrutables.

Con respecto a Cristo como la buena tierra, Ezequiel 20:6 dice: “Aquel día les alcé Mi mano para sacarlos de la tierra de Egipto a una tierra que Yo les había espiado, que fluye leche y miel, la cual es la gloria de todas las tierras”. Leche y miel, que son producto de la mezcla de la vida animal con la vida vegetal, representan las riquezas de la buena tierra de Canaán. En Cristo encontramos tanto el alimento espiritual (la miel) como la bebida espiritual (la leche). Tanto la leche como la miel son producto resultante del Cristo que posee dos clases de vida: la vida que redime, tipificada por la vida animal, la cual tiene sangre, y la vida que genera, o se multiplica, tipificada por la vida vegetal. Por un lado, la vida del Señor Jesús es una vida que redime, a saber: una vida poseedora de sangre, la cual fue derramada para nuestra redención; por otro, la vida del Señor Jesús es una vida que genera y produce, a saber: una vida que fue liberada mediante Su muerte en la cruz para Su multiplicación y aumento. Estos dos aspectos de Su vida se han mezclado para producir leche como nuestra bebida espiritual y miel como nuestro alimento espiritual. Cristo es ahora nuestra leche y miel, y como tal, Él es nuestro suministro y disfrute. Si permanecemos en Él como nuestra buena tierra, disfrutaremos las riquezas de Su suministro.

Finalmente, Israel, el pueblo escogido de Dios, llegó a vivir en la buena tierra donde estaba el templo y la ciudad. El templo representa la casa de Dios, y la ciudad representa el reino de Dios. La presencia de Dios está en Su casa, y la autoridad de Dios está en Su reino. En la vida de iglesia actual nosotros disfrutamos a Cristo como nuestra buena tierra y, por tanto, tenemos la presencia de Dios y la autoridad de Dios. Debido a que somos los elegidos de Dios que viven en Cristo y disfrutan de todo lo que Él es, en la vida de iglesia apropiada y normal, tenemos el templo de Dios con Su presencia y el reino de Dios con Su autoridad.


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