Estudio-vida de Ezequielpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6480-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El Antiguo Testamento no solamente es un relato histórico, sino también un relato que se aplica a la iglesia hoy. Debemos recordar esto mientras leemos el libro de Ezequiel y ser profundamente impresionados con el hecho de que Ezequiel no fue escrito únicamente con propósitos históricos; más bien, el relato de este libro se aplica a la situación actual. Por tanto, debemos conocer la aplicación espiritual de todas estas siete naciones representativas. Anteriormente habíamos señalado que la aplicación espiritual de las bestias salvajes era que algunos perversos podrían estar en la iglesia a manera de lobos (Ez. 14:21; Hch. 20:29). Aquí tenemos la aplicación espiritual de lo dicho por Ezequiel con respecto a las bestias. Ahora debemos ver la aplicación espiritual de las siete naciones. De otro modo, podríamos leer estos capítulos meramente como profecías que se cumplieron en la historia.
Amón y Moab eran hermanos, ambos nacidos de Lot a través de las dos hijas de Lot. Su origen era horrible y maligno. No obstante, Lot era pariente de Abraham, el primer ancestro del pueblo de Israel; por lo cual, Amón y Moab tenían cierto vínculo sanguíneo con Israel.
Según el relato de Ezequiel, Amón ofendió a Dios. Primero, cuando el santuario de Dios fue profanado, ellos estaban felices y dijeron: “¡Ah!” (25:2-3). Segundo, cuando la Tierra Santa de Dios fue desolada, los amonitas también se alegraron. Además, cuando la casa de Judá fue llevada en cautiverio, los amonitas se alegraron nuevamente. Ellos estaban felices a causa de tres cosas: que el santuario fuese profanado, que la buena tierra fuese desolada y que la casa de Judá fuese llevada en cautiverio. Esto indica que ellos aborrecían el santuario, la Tierra Santa y la casa de Judá.
El santuario tipifica al Cristo encarnado que fijó tabernáculo en la tierra como morada de Dios, el santuario de Dios (Jn. 1:14). La buena tierra también representa a Cristo con todas Sus riquezas y gracia, las cuales nos fueron dadas por Dios. Según la tipología, la casa de Judá representa a la iglesia. Por tanto, el santuario representa a Cristo, la buena tierra representa toda la rica gracia de Dios en Cristo y la casa de Judá representa a la iglesia. Los amonitas de hoy aborrecen estas tres cosas. Ellos aborrecen a Cristo, aborrecen la gracia de Dios en Cristo y aborrecen a la iglesia.
Durante los primeros siglos de los años d. C., el Imperio romano fue una especie de amonita. El Imperio romano aborrecía al Cristo encarnado, el tabernáculo como santuario de Dios sobre la tierra, y aborrecía la rica gracia dada por Dios a Su pueblo. El Imperio romano también aborrecía a la iglesia. Todavía hay “amonitas” sobre la tierra hoy, esto es, personas que aborrecen a Cristo, aborrecen la gracia de Dios y aborrecen a la iglesia. En este país, e incluso en su vecindario, hay algunos “amonitas”.
Los moabitas dijeron: “¡Mira, la casa de Judá es como todas las demás naciones!” (Ez. 25:8). Los moabitas se sentían felices de ver que Jerusalén ya no estaba separada de las naciones. Esto representa a aquella clase de persona que desea llevar a la iglesia a asociarse con el mundo y gusta de hacer que la iglesia sea igual a las naciones. Durante los dos primeros siglos de la iglesia, el Imperio romano fue un “amonita”, pues aborrecía a Cristo, la gracia de Dios y la iglesia. Entonces, el emperador romano Constantino vino no como un “amonita”, sino como un “moabita”. Él fue quien llevó a la iglesia al mundo, haciendo que la iglesia fuese prácticamente igual a las naciones.
Al presente la situación es la misma. Algunos “amonitas” aborrecen la iglesia, pero algunos “moabitas” han venido a la iglesia y procuran hacer que la iglesia se asocie con el mundo y que la iglesia sea igual al mundo.
Aunque Amón y Moab eran hermanos, lo que hicieron con respecto al pueblo de Israel fue muy diferente. Hoy en día todavía tenemos estas dos clases de personas. Me preocupa que en algunas iglesias locales haya ciertas personas usadas por Satanás para ser “moabitas” que lleven a la iglesia a retroceder al mundo y hagan que la iglesia se asocie con el mundo. Ellos quieren que la iglesia sea igual al mundo, igual que los paganos.
Al igual que Amón y Moab, Edom también estaba íntimamente vinculado a Israel. Edom era hijo de Esaú, el hermano de Jacob. Por tanto, por sangre Edom y los hijos de Israel eran primos. Edom representa al viejo hombre; nos representa a nosotros como viejo hombre. Nuestro viejo hombre que no ha sido regenerado es Edom, y nuestro nuevo hombre que ha sido regenerado es Israel. Podríamos decir que, en cierto sentido, nuestro viejo hombre y nuestro nuevo hombre son “primos”, pues son muy cercanos entre sí.
Según el relato de Ezequiel, Edom estaba lleno de odio contra Israel y buscaba de continuo tomar represalia y vengarse. Así somos también nosotros en nuestro viejo hombre. Nuestro viejo hombre odia a la iglesia. Tal vez usted diga: “Amo a la iglesia”, y yo le creo; sin embargo, a veces usted también odia a la iglesia. ¿No se ha dado cuenta de que usted es dos hombres? Por un lado, usted es un verdadero israelita, que ama a la iglesia; por otro, usted también es un verdadero edomita, que odia a la iglesia. A veces usted ama a la iglesia y a todos los que llevan la delantera; pero otras veces usted odia a la iglesia y a todos los ancianos.
Junto con Edom en el segundo par está Filistea. A fin de conocer a los filisteos debemos estudiar los libros de Jueces y de 1 Samuel. Los filisteos eran incluso más cercanos a Israel que los edomitas. Los filisteos vivían muy cerca de la buena tierra e incluso se mezclaban con los israelitas. En varias ocasiones los filisteos vinieron al pueblo de Israel e intervinieron en su adoración a Dios. En cierta ocasión el Arca fue capturada por los filisteos, quienes la conservaron consigo por un período de tiempo.
Los filisteos nos tipifican a mí y a usted no como viejo hombre, sino como hombre natural. Tenemos al viejo hombre, y también tenemos al hombre natural. El hombre natural es más difícil de reconocer que el viejo hombre. Un ejemplo podría ayudarnos para entender la diferencia. Supongamos que hay tres ancianos en una iglesia local. Todos ellos aman al Señor. Cuando uno de ellos comienza a tomar la delantera en medio de ellos, los otros dos reaccionan. Esta reacción es una expresión del viejo hombre. Después, el hermano que toma la delantera podría esforzarse en hacer muchas cosas por la iglesia recurriendo a su sabiduría, poder y habilidades. Es posible que este hermano incluso se conduzca a la manera de un político, maniobrando en diversas situaciones y ejerciendo control a fin de realizar ciertas cosas. Éste es el hombre natural. Como resultado de ello, las reuniones de los ancianos se convierten en reuniones del viejo hombre con el hombre natural. Esto causa daño a la vida de iglesia. Algunas iglesias difícilmente pueden avanzar debido a que se lo impide el viejo hombre y el hombre natural de los hermanos que toman la delantera.
La iglesia es la nueva creación de Dios en Cristo. Por tanto, en la iglesia no hay lugar para las cosas del viejo hombre, tales como el celo, el orgullo, la competencia y la disensión. Estas cosas son todas propias de la vieja creación. Además, en la iglesia no hay cabida para la sabiduría humana, el talento humano y las maniobras ingeniosas. Todas las cosas que pertenecen tanto al viejo hombre, la vieja creación, como al hombre natural son, todas ellas, dañinas para la vida de iglesia. Por un lado, la historia nos muestra que la iglesia ha sido dañada por las personas mundanas que están fuera de la iglesia, quienes persiguen a la iglesia o tratan de llevarla a asociarse con el mundo; por otro, la historia también nos enseña que la iglesia ha sido dañada por personas salvas que están dentro de la iglesia, quienes continúan viviendo en el viejo hombre y según el hombre natural.
En la vida de iglesia en el recobro del Señor, no tememos a los “amonitas” y sólo tememos un poco a los “moabitas”. Nuestra verdadera preocupación son los “edomitas”, el viejo hombre, y los “filisteos”, el hombre natural. Los “edomitas” y los “filisteos” causan el mayor daño a la vida de iglesia.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.