Servicio neotestamentario, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7392-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El segundo principio que se ve en el caso del nacimiento de Jesús es que al respecto no se manifiesta ningún esfuerzo humano, ninguna fuerza humana, ninguna actividad humana ni ninguna labor humana. El Señor no le pidió a María que hiciera algo. En el servicio neotestamentario, no se requiere nuestro esfuerzo ni nuestra fuerza, nuestras actividades ni nuestra labor. Lo que necesita el Señor es nuestra cooperación. Debemos aprender a decir: “Soy una esclava del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra”. A María no se le pidió que trabajara. Simplemente se le dijo que algo iba a ser forjado en ella. No hay necesidad de que hagamos algo para el Señor, sino que existe la necesidad de que el Señor forje algo en nosotros. ¿Estamos dispuestos a cooperar con el Señor?
Estrictamente hablando, en el día de Pentecostés nada fue iniciado por los apóstoles. Esa obra fue algo efectuado por el Señor mismo como Aquel que se había forjado en los apóstoles. En Antioquía la obra de Pablo entre tantas iglesias no fue iniciada por él; fue iniciada por el Espíritu Santo. En el servicio neotestamentario, suprimir todo esfuerzo, fuerza y labor humana. Debemos entender que simplemente somos esclavos del Señor. No podemos hacer nada y no debemos proponernos hacer nada. Debemos permitir que el Señor inicie la obra y concluya la obra. Somos esclavos que tenemos que darle nuestra cooperación.
La humanidad no puede hacer nada más que ser el medio por el cual Dios produce a Cristo. Éste es un principio básico, y debemos aplicar este principio a todas las cosas que hagamos. No debemos pensar que Dios necesita de nuestro esfuerzo: este concepto debe ser condenado. Debemos condenar lo que el Señor condena y simplemente abrirnos a Él para estar disponibles a Él. ¡Alabado sea el Señor porque eso es suficiente! En el servicio neotestamentario, no tenemos que hacer nada más que disfrutar. Si seguimos el camino en el cual hacemos las cosas, perdemos el disfrute. La manera apropiada es que Él haga la obra y nosotros disfrutemos de lo que Él hace.
El tercer principio es que el servicio neotestamentario debe ser algo concebido del Espíritu Santo. Éste es un asunto muy importante, y es por esto que digo una y otra vez que la enseñanza no ayuda. El servicio neotestamentario no es algo concebido de la enseñanza, la tradición ni de la religión, sino algo concebido del Espíritu Santo. No es de la letra, sino del Espíritu. Cuando el Espíritu se introduce para hacer algo en nosotros, entonces podemos ver que es algo totalmente diferente a lo que hemos aprendido. La enseñanza de nada aprovecha; el servicio es algo que procede del Espíritu. Lo que tenemos que hacer es mantener un contacto abierto con el Espíritu Santo.
No debemos ir ante el Señor sólo para preguntarle de qué manera debemos hacer algo en particular. Hacer algo solamente según lo que ha dicho el Señor puede ser sólo un asunto relacionado con la religión. Nuestra necesidad hoy no es un asunto de simplemente guardar la palabra del Señor, sino de mantener Su presencia. Hace muchos años intenté aprender a conocer la manera en que el Señor actuaba. Sin embargo, finalmente he aprendido que lo principal es tener la presencia del Señor mismo, y no solamente conocer la manera en que actúa.
El servicio neotestamentario es un asunto de mantenernos en la presencia del Señor, no un asunto de aprender a hacer las cosas de una manera determinada. Los hermanos que emigran a otras ciudades no deben pensar que puesto que han experimentado tanto al Señor en Los Ángeles, deben hacer las cosas en otro lugar en conformidad con Los Ángeles. Si es así, entonces tendríamos que condenar a Los Ángeles. Los Ángeles ha aprendido sólo un camino, a saber: estar siempre en la presencia del Señor. No se trata de una manera de proceder, sino de Su presencia. No existe otra manera más que tener Su presencia. No se trata de la letra, sino del Espíritu. Sólo tener la Palabra en la letra es una manera muerta, pero tener a la persona es una manera viviente. Sólo tener cierta manera de proceder es algo de la letra, pero tener la presencia del Señor es algo del Espíritu. Lo que necesitamos hoy no es simplemente aprender una manera de proceder, sino estar siempre en la presencia del Señor. Todo lo relacionado con el servicio neotestamentario debe ser concebido del Espíritu Santo.
María preguntó: “¿Cómo será esto?”. La respuesta fue: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti”. Eso es suficiente. Todo lo que necesitamos es tener al Espíritu Santo con nosotros. En el libro de Hechos y en las Epístolas, todas las actividades de los apóstoles y de los primeros santos pertenecían al Espíritu. No había nada que procediera de la letra o de meras enseñanzas. Lo que había allí era algo del Espíritu. Alabado sea el Señor, es necesario que todos aprendamos este único principio: el servicio neotestamentario no se trata meramente de las enseñanzas que tenemos, sino de la presencia del Señor en el Espíritu Santo.
El cuarto principio que se ve en el nacimiento del Señor tiene que ver con producir a Cristo. Concebir algo del Espíritu Santo requiere que se repudien todos nuestros esfuerzos y todo lo que hacemos. Sin embargo, producir a Cristo requiere que abandonemos nuestros objetivos, metas, intenciones y proyectos. Algunos santos queridos simplemente están ocupados con la obra de su misión. Su objetivo es llevar a cabo la obra de la misión, en lugar de producir a Cristo. Ellos pueden argumentar que están predicando a Cristo a los demás; sin embargo, Cristo mismo no es su meta. Todos tenemos que aprender que nuestra única meta e intención debe ser producir a Cristo. “Lo engendrado en ella, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás Su nombre Jesús [...] Y llamarán Su nombre Emanuel” (Mt. 1:20-21, 23). Para realizar esto, es necesario abandonar toda nuestra labor, nuestros objetivos, nuestras metas y nuestros deseos.
Finalmente, el servicio neotestamentario consiste en producir a Cristo; ésta debe ser la meta final. Es producir al Cristo que es Jesús, Aquel que salva, y Emanuel, Dios con nosotros. Hemos visto que el libro de Mateo comienza con una virgen y concluye con diez vírgenes; este libro también comienza con el Emanuel individual y concluye con el Emanuel corporativo. En el capítulo 1 vemos a Emanuel, Dios con nosotros, y en el capítulo 28, en el último versículo, el Señor dice: “He aquí, Yo estoy con vosotros todos los días”. La vida de iglesia apropiada en una localidad se caracteriza por el poder salvador de Cristo y por Dios con nosotros manifestado de una manera corporativa. Esto sólo puede producirse por el servicio neotestamentario. Cuando otros entren en tal vida de iglesia, inmediatamente percibirán el poder salvador de Jesús y la presencia de Dios. En esto consiste la vida de iglesia apropiada, y esto es producir a Cristo por medio de nuestro servicio.
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