Información del libro

Entrenamiento y la práctica de los grupos vitales, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0320-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 5 de 14 Sección 1 de 2

EL ENTRENAMIENTO Y LA PRACTICA
DE LOS GRUPOS VITALES

MENSAJE CUATRO

¿EN QUE CONDICION SE ENCUENTRA
SU GRUPO VITAL HOY?

Lectura bíblica: Mt. 25:4; 2 Ti. 1:6

Por varios años hemos hablado de la manera ordenada por Dios. Ahora tenemos la carga de ir a la práctica. En este mensaje, para saber en qué condición se encuentra nuestro grupo vital hoy, queremos responder ocho preguntas.

I. ¿HA COMENZADO USTED SU GRUPO VITAL?

La primera pregunta que debemos contestar es: “¿Ha comenzado su grupo vital?” Confío en que hemos hecho algo para comenzar nuestro grupo vital.

Debemos practicar los puntos de la manera ordenada por Dios para que los podamos hacer de una manera consistente que perdure. Si queremos hacer algo que perdure, no debemos practicarlo de manera extremista. Ya que queremos pasar un tiempo con el Señor cada mañana, debemos siempre levantarnos a cierta hora. Si nos levantamos muy temprano, con el tiempo no seremos capaces de mantener esta práctica. No quiero ver que nadie haga algo de manera muy emotiva. Durante muchos años he servido al Señor como esclavo y he cuidado de los santos, y me he dado cuenta de que el entusiasmo no significa nada. Todo el que se emociona mucho muere prematuramente. Si podemos orar quince minutos cada mañana, eso es todo lo que debemos hacer. Si tratamos de levantarnos más temprano o hacer algo más, no durará mucho tiempo.

Ya mencionamos que necesitamos ir al Señor individualmente para que el Señor reanime nuestro primer amor a través de oraciones de arrepentimiento. Debemos hacer una confesión completa al Señor. En nuestro tiempo con el Señor, tal vez digamos con lágrimas: “Señor, me arrepiento. Soy tan sucio y pecaminoso”. He practicado esto por cerca de setenta años. Tenemos que aprender la lección de que en nuestra oración no debemos instruir al Señor. No debemos pedirle al Señor que haga algo por nosotros. Al contrario, debemos clamar desesperadamente desde lo profundo de nuestro ser: “¡Señor, soy pecaminoso! Te necesito, Señor”. La Biblia dice que algunos hasta se golpeaban el pecho cuando se confesaban ante el Señor (Lc. 18:13).

Si usted es sincero, honesto y fiel al Señor, cuando alguien le pregunte acerca de su arrepentimiento, inmediatamente empezaría a derramar algunas lágrimas. Todavía tendría la sensación de cuán pecaminoso es. Todo pecador que es salvo debe arrepentirse. Hay muchos niveles de arrepentimiento en las personas: Algunos se arrepienten de una manera baja y superficial. Otros se arrepienten más profundamente. Aun otros se arrepienten a lo máximo de una manera desesperada y exhaustiva desde lo profundo de su ser. Es posible que hasta se golpeen el pecho o rueden por el piso mientras se arrepienten y se confiesan ante el Señor.

En la predicación del evangelio, tenemos que convencer a la gente de que deben someterse. Los que han sido salvos deben tener la sensación y la comprensión de que son pecaminosos y necesitan el perdón del Señor. Cuando un incrédulo ora con sinceridad: “Oh, Señor, soy pecaminoso”, es señal de que el Señor lo ha impresionado. La manera de ser vitalizados consiste en que el Señor reanime nuestro primer amor mediante oraciones de arrepentimiento.

Tengo la carga de ayudar a los santos a ser vitales. Ahora necesitamos sumergirnos en la práctica genuina de los grupos vitales. Para ser vitalizados, debemos ser como los atletas que están en las olimpíadas. Si queremos saber qué es la desesperación, debemos considerar estos atletas. Su dedicación y esfuerzo son un buen ejemplo de lo que es la desesperación. La vida cristiana es una vida de martirio. Pablo sabía que sería martirizado (2 Ti. 4:6). El Señor Jesús nos dijo que si alguno quería ir en pos de El debía negarse a sí mismo, tomar la cruz y perder su alma (Mt. 16:24-25). Esto es muy diferente del “evangelio azucarado” predicado en el cristianismo de hoy. De mi experiencia como cristiano puedo decir que el único disfrute verdadero que un cristiano puede tener no es físico. Es absolutamente espiritual. Físicamente, cada paso, cada aspecto, de la vida cristiana es un sacrificio.

Cuando el Señor me envió a este país, di muchos mensajes acerca de las verdades profundas, diciéndole a la gente cómo disfrutar a Cristo. Al principio ellos estaban contentos. Gradualmente, sin embargo, ellos perdieron su disfrute mayormente debido a que no querían pagar el precio. El Señor les dijo a los de Laodicea que eran tibios y que El estaba a punto de vomitarlos de Su boca. Entonces les dijo que tenían que comprar oro, vestiduras blancas y colirio (Ap. 3:15-18). Comprar esto requiere pagar un precio. En el cristianismo de hoy ¿dónde se escucha un mensaje en el cual se advierta la necesidad de comprar? Queridos santos, si queremos ser vitalizados, tenemos que pagar un precio.

Si analizara cómo comenzó su grupo vital, creo que se convencería de que no lo ha comenzado todavía. Tal vez nunca haya tenido un arrepentimiento genuino. Arrepentirse genuinamente significa estar bajo una clase de condenación constante al grado de darse cuenta de que uno está totalmente constituido de pecado, transgresiones, infracciones, errores, equivocaciones y ofensas. Cuando uno hace una confesión exhaustiva, se da cuenta de que está constituido de la carne, el viejo hombre, el hombre natural, el mundo y Satanás. Se da cuenta de que mientras más confiesa, más tiene que confesar. Parecerá que la inmundicia nunca se podrá limpiar. Una confesión exhaustiva puede tomar hasta dos semanas.

Si usted no tiene este arrepentimiento y confesión con lágrimas, ¿cómo podrá su compañero llegar a ser vitalizado? Debemos tener un comienzo genuino de los grupos vitales. Queridos santos, ¿alguna vez han hecho una confesión exhaustiva delante de Dios? Simplemente ir al Señor cinco minutos y decirle: “Señor, soy pecaminoso, me arrepiento”, quizá sea un tipo de arrepentimiento, pero no es un arrepentimiento completo.

El salmo 51 es un salmo que narra el arrepentimiento y confesión de David por haberse entregado al pecado. El profeta Natán lo reprendió por lo que hizo, y él se confesó. Al leer ese salmo podemos notar que el arrepentimiento y la confesión realmente no tienen fin. No debemos pensar que en el salmo 51 terminó el arrepentimiento y la confesión de David. De acuerdo a mi experiencia, la verdadera confesión, el verdadero arrepentimiento, no tiene fin. Somos una montaña de pecado. Estamos constituidos de pecado. ¿Cómo podríamos terminar nuestra confesión?

Es posible que inmediatamente después de haber confesado tratemos muy mal a alguien. ¿Cómo podremos ser santos? ¿Cómo podremos ser justos? Pero cuando nos arrepentimos y confesamos —mientras más profundo mejor— recibimos gracia y misericordia. No debemos pensar que podemos terminar nuestra confesión. Por el lado negativo, toda la vida cristiana es una vida de confesión. Tenemos que confesarnos cada día y a cada momento. Siempre que abramos nuestra boca para orar, no debemos decir nada sin antes confesar. Después de nuestra confesión, todavía somos pecaminosos. Debido a que vivimos en un mundo sucio, los doctores nos dicen que debemos lavarnos las manos frecuentemente para evitar enfermarnos. De la misma manera, necesitamos confesar frecuentemente día a día. Necesitamos una confesión y un arrepentimiento cabales.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top