Autobiografía de una persona que vive en el espíritu, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-1126-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En 2 Corintios 6:14—7:1 vemos el séptimo aspecto de una persona que vive en el espíritu: el templo de Dios. En estos versículos Pablo menciona algunos asuntos negativos que contaminan el templo de Dios, tales como: los incrédulos, la injusticia y las tinieblas (v. 14); Belial, el cual se refiere a Satanás, el diablo (v. 15); y los ídolos (v. 16). Estas cinco cosas negativas e inmundas podrían contaminar el templo de Dios; por tanto nosotros, como templo de Dios, debemos apartarnos de tales cosas. Sin embargo, es fácil decir que debemos apartarnos, pero no es nada sencillo hacerlo. Ya que somos parte del templo de Dios, debemos considerar seriamente si nos hemos apartado por completo de estas cosas negativas. ¿Nos hemos apartado de los incrédulos, de la injusticia, de las tinieblas, de Satanás el enemigo y de todo lo relacionado a los ídolos?
Como cautivos, es necesario ser capturados; como cartas, permitir que Cristo se escriba en nosotros; como espejos, no tener velo; como vasos, ser quebrantados; y como embajadores, estar en la tierra absolutamente bajo la autoridad del Señor representando Sus intereses. El embajador de los Estados Unidos en Alemania está allí para velar por los intereses de los Estados Unidos y se encuentra en ese país totalmente bajo la autoridad del gobierno de los Estados Unidos. Como colaboradores de Dios, debemos estar atados a El, y como templo de Dios, debemos ser santos y apartarnos de todas las cosas negativas. En 7:1 Pablo dice: “Así que, amados, puesto que tenemos estas promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”. La contaminación de carne y de espíritu al que este versículo hace referencia son las cinco cosas negativas mencionadas en 2 Corintios 6:14-16. Algunos de estos asuntos contaminan la carne, en tanto que otros contaminan el espíritu. Los ídolos y Belial contaminan el espíritu, por lo cual es necesario apartarse y purificarse de todas estas cosas negativas.
Una casa siempre expresa a la persona que la ocupa. Cuando alguien entra a la casa de un estadounidense, inmediatamente se da cuenta de que un estadounidense vive en ella; y si entra a la casa de un japonés, al instante percibe que allí vive un japonés. Esto se debe a que una casa siempre expresa a la persona que mora en ella. Puesto que nosotros somos la morada de Dios, debemos expresar a Dios, el Residente. Aunque usted diga que forma parte del templo de Dios, quizás todavía esté unido en yugo desigual con los incrédulos, o esté involucrado en asuntos injustos y oscuros, o esté asociado con Belial y los ídolos. A fin de ser realmente el templo de Dios, es menester apartarnos por completo de estas cosas negativas y perfeccionar la santidad en el temor de Dios. Si decimos que somos el templo de Dios, Su morada, pero nos aferramos a lo que no sea conforme a la naturaleza de Dios ni a Su carácter, no estamos perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
La santidad consiste en apartarnos de todo lo que no sea Dios. Como templo de Dios, debemos separarnos de todo lo que va en contra de Su naturaleza divina, de todo lo que se opone al carácter santo de Dios. Perfeccionar la santidad equivale a hacer que esta separación sea completa y perfecta, es decir, que todo nuestro ser —espíritu, alma y cuerpo— sea completamente apartado y santificado para Dios (1 Ts. 5:23). Esto es lo que significa estar plenamente reconciliados con Dios. Puesto que hemos visto que somos el templo de Dios, debemos apartarnos de estas cosas y perfeccionar la santidad en el temor de Dios. Si no hacemos esto, ofenderemos a Dios y Su gloria shekinah se apartará de nosotros.
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