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Cristo crucificado, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3691-8
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Actualmente disponible en: Capítulo 1 de 14 Sección 5 de 5

“JESUCRISTO, Y A ÉSTE CRUCIFICADO”

En 1 Corintios 2:2 Pablo dijo: “Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado”. Lo que Pablo sabía incluía dos aspectos: uno era Jesucristo, y el otro era Jesucristo crucificado. Para Pablo, si únicamente tuviera a Cristo pero no Su cruz, no habría tenido nada qué predicar. El grado al cual la cruz nos quebranta determina la medida en la cual Cristo es liberado por medio de nosotros, y el grado al cual la cruz opera en nosotros determina la medida en la cual Cristo es expresado por medio de nosotros. Nuestro ser es un enemigo de Cristo y un estorbo para Dios, y es por ello que necesita ser quebrantado por la cruz. No hay duda alguna de que hemos sido salvos; no obstante, Cristo no encuentra la manera de salir de nuestro interior. Cristo no puede ser liberado de nuestro interior, porque nosotros nos hemos convertido en un obstáculo para Él. El problema hoy en día no tiene nada que ver con otros, sino con usted y conmigo. Quiera el Señor tener misericordia de nosotros y nos muestre esta visión. Esta visión posee dos aspectos, dos énfasis: un aspecto es el hecho de que Cristo está en nosotros, y el otro, el quebrantamiento de la cruz.

A menudo pensamos que lo más difícil que tienen que vencer los cristianos son los pecados y el mundo. Por ello, suponemos que mientras hayamos resuelto completamente el problema de los pecados y hayamos sido totalmente salvos del mundo, seremos buenos cristianos. Sin embargo, es necesario que veamos que aunque algunos ya hayan resuelto completamente el problema de sus pecados y hayan sido totalmente salvos del mundo, aun persiste un problema en ellos; y ese problema es que ellos aun no han sido quebrantados. Por ejemplo, es posible que aunque una botella contenga agua, el agua no pueda fluir. Tal vez digamos que esto sucede porque la botella está demasiado sucia, pero después de que uno la lava, todavía el agua no puede fluir. Así que, podríamos decir que no fluye debido al estampado decorativo que está en la botella; no obstante, después que uno le quita los estampados, el agua todavía no puede fluir. Sin embargo, una vez que uno quiebre la botella, el agua fluirá. Del mismo modo, aun cuando nos hayamos podido deshacer de la inmundicia y del sabor del mundo, la vida aún no podrá fluir por medio de nosotros. El problema radica en que todavía no hemos sido quebrantados.

Por consiguiente, debemos pedirle a Dios que tenga misericordia de nosotros y nos muestre que la cruz debe realizar una obra de quebrantamiento en nosotros. Al principio cuando fuimos salvos, pensábamos que con tal de que pudiéramos resolver el problema de nuestros pecados y el mundo, e hiciéramos buenas obras, seríamos buenos cristianos. Sin embargo, esto no es suficiente. La meta de Dios es que seamos quebrantados a fin de que Cristo pueda manifestarse por medio de nosotros. Es por ello que Pablo dijo que él se propuso no saber otra cosa sino a Jesucristo, y a éste crucificado. La cruz está buscando una abertura en nosotros por donde Cristo pueda salir. Muchos cristianos han sido verdaderamente salvos y son fervientes por el Señor. No sólo han sido salvos de los pecados sino también del mundo. Sin embargo, no experimentan ningún progreso en su condición espiritual, y el Señor aún no encuentra la forma de salir del interior de ellos. Por consiguiente, no es nuestro fervor, ni el hecho de resolver el problema de los pecados y el mundo lo que le permite al Señor salir de nuestro interior. Más bien, el impedimento más grande que el Señor encuentra en nosotros es nuestro yo. Aunque podamos obtener muy buenos resultados al predicar el evangelio y miles de personas sean salvas, es probable que Cristo aún no tenga la forma de salir de nuestro interior. Cristo podrá salir de nosotros únicamente cuando nuestro ser, nuestro yo, haya experimentado el quebrantamiento y la disciplina de la cruz. Solamente por medio de este tipo de quebrantamiento, Cristo encontrará una salida en nosotros.

TODO LO DE LA VIEJA CREACIÓN
FUE CRUCIFICADO JUNTAMENTE CON CRISTO

Muchas veces hemos dicho que tenemos que seguir al Señor para tomar el camino de la cruz. Pero ¿qué significa eso? Eso significa que tenemos que recibir el quebrantamiento de la cruz. ¿Qué significa la cruz? La Biblia nos muestra que cuando colgaron al Señor en la cruz, Él fue crucificado en el cuerpo humano del cual se había vestido. A los ojos de Dios, cuando Él fue crucificado, todos aquellos que le pertenecen a Él también fueron crucificados (Gá. 2:20; Ro. 6:6). Si usted le preguntara a un judío: “¿Quién fue crucificado?”, le contestaría: “Un nazareno, el hijo de un carpintero”; si le preguntara lo mismo a un gentil le diría: “Un hombre de amor universal fue inmolado en la cruz”; y si le hiciera la misma pregunta a un cristiano, respondería: “Mi salvador”. Pero ésta sería la respuesta de una persona que recién ha sido salva. Sin embargo, un cristiano más avanzado diría: “Mi Salvador y yo fuimos crucificados. Yo fui crucificado juntamente con mi Salvador”. Además, todas las cosas que no son Dios —las cosas anímicas, las cosas pecaminosas, todas las cosas creadas y todo lo que pertenece a la vieja creación— fueron crucificadas juntamente con Cristo.

En Génesis 6 se encuentra la historia de Noé cuando construyó el arca. El hecho de que el arca pasara por las aguas del diluvio significa que nosotros pasamos por la experiencia de la muerte. Sin embargo, Noé simplemente no pasó por las aguas del diluvio, sino que las pasó estando dentro del arca, y cuando el arca pasó por las aguas del diluvio, Noé y toda su familia pasaron por dichas aguas. Desde la perspectiva de Dios, nosotros ya morimos en la cruz. Todos aquellos que le pertenecen al Señor ya fueron crucificados con Cristo. Esto es un hecho, no una doctrina. A los ojos de Dios, usted y yo ya morimos, ya estamos acabados. La cruz realizó una obra de aniquilamiento. Sin embargo, para tener esta experiencia, necesitamos luz y revelación. Así como necesitamos luz, visión y la capacidad de ver a fin de experimentar a Cristo como nuestra vida interior, del mismo modo necesitamos luz, visión y la capacidad de ver a fin de experimentar el hecho de que fuimos crucificados juntamente con Cristo. Quiera Dios tener misericordia de nosotros y nos muestre que no sólo Cristo es nuestra vida, sino también que nosotros ya fuimos crucificados juntamente con Él. Ser aniquilados es una actitud, no es una mera doctrina. Para ello se requiere luz y revelación.

La cruz es primeramente un hecho, luego una revelación y finalmente una experiencia. Ya hemos escuchado la palabra de la cruz, pero aún necesitamos recibir la luz que nos revele su realidad. Una vez que la veamos, gozosamente exclamaremos: “Oh Señor, te alabo. Lo que nunca antes vi, ahora lo veo. Yo ya morí en la cruz. ¡Qué descanso! ¡Qué salvación! ¡Qué liberación!”. Por un lado, la muerte no es algo bueno, pero por otro, la muerte es algo muy maravilloso, pues una vez que morimos, todas las cargas que hemos llevado durante toda nuestra vida nos son quitadas. Así pues, la muerte resuelve todos los problemas. Algunos tal vez nos exhorten a crucificarnos a nosotros mismos. Sin embargo, ¿quién puede crucificarse a sí mismo? Es imposible crucificarse uno a sí mismo. La crucifixión del Señor Jesús fue obra de Dios y se efectuó bajo la administración de Dios. Dios reunió a los romanos, a los judíos y a los gentiles, y crucificó al Señor Jesús por medio de aquellos que estaban en contra de Dios. Jesús el nazareno no se crucificó a Sí mismo, sino que, más bien, fue crucificado según lo que Dios dispuso en Su soberanía.

Puesto que es imposible que una persona se crucifique a sí misma, Dios le da al hombre luz en cuanto a la cruz, mostrándole primero la cruz como un hecho, luego dándole la revelación de la cruz, y finalmente permitiéndole tener la experiencia de la cruz. ¿Qué es la experiencia de la cruz? Es cuando nuestro Dios fiel dispone nuestras circunstancias y prepara la cruz para nosotros en nuestra vida diaria. Nuestra familia, nuestro cuerpo físico y todas las personas, eventos y cosas que nos rodean coordinan juntas, para llegar a ser la cruz que obra en nosotros a fin de quebrantarnos. Por consiguiente, después que veamos la cruz como un hecho, tenemos que prepararnos, porque la mano de Dios entrará para realizar la obra de quebrantarnos y golpearnos interiormente.

CRISTO Y SU CRUZ REDUNDAN EN VIDA
EN EL CAMINO DE LA VIDA

Para los que aman al Señor y lo buscan, ésta es la manera de seguir al Señor. Según la perspectiva de Dios, ya estamos en la cruz. Hoy Dios nos está hablando estas palabras, pero el día vendrá —quizás sea hoy, mañana, en un año o en diez años— cuando estaremos dispuestos a recibir el quebrantamiento de la cruz. Estaremos dispuestos a permitir que la mano de Dios determine nuestras circunstancias para que se lleve a cabo la obra de quebrantamiento en nosotros, de modo que en nosotros haya cicatrices y heridas que permitan que la vida de Cristo fluya libremente por medio de nosotros. Por consiguiente, todo aquel que esté dispuesto a recibir la cruz, es agraciado y bienaventurado. También es un canal de agua viva mediante el cual Cristo podrá fluir. Tal persona, tal como lo dijo Pablo, no sabrá ninguna otra cosa entre los santos sino a Cristo, y a éste crucificado. Sin Cristo, no hay vida; y sin la cruz, no hay camino. Cristo y Su cruz tienen como resultado que estemos en vida y en el camino de la vida para que Dios fluya de nosotros.


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