Terreno genuino de la unidad, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-3873-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En Deuteronomio 12 Moisés les ordenó a los hijos de Israel lo siguiente: “Destruiréis enteramente todos los lugares donde las naciones que vosotros heredaréis sirvieron a sus dioses, sobre los montes altos, sobre los collados y bajo todo árbol frondoso” (v. 2). También les ordenó: “Derribaréis sus altares, quebraréis sus estatuas, quemaréis sus imágenes de Asera, destruiréis las esculturas de sus dioses y borraréis su nombre de aquel lugar” (v. 3). Después que hubieran destruido todas estas cosas, ellos tenían que acudir al único lugar escogido por Dios. Según 1 Reyes, el templo fue construido en Jerusalén, en el lugar que Dios había escogido. El deseo del corazón de Dios era que hubiese un lugar único para Su presencia. Este lugar protegía al pueblo de Dios de la división. Por tanto, Dios manifestó Su sabiduría al exigir que todos los lugares en los cuales las naciones habían servido a sus dioses fueran destruidos y que Su pueblo acudiera al único lugar que Él había escogido.
Aunque los hijos de Israel destruyeron los lugares en donde las naciones habían servido a sus dioses, sobre los montes altos, los collados y debajo de los árboles frondosos; y aunque el templo fue edificado en Jerusalén, finalmente las mismas cosas que habían sido destruidas regresaron. Los lugares altos, los árboles frondosos, las estatuas, las imágenes de Asera y los nombres idólatras fueron restaurados. De hecho, Salomón, el mismo que edificó el templo según el deseo de Dios sobre el terreno de la unidad, tomó la iniciativa de edificar los lugares altos otra vez (1 R. 11:6-8). Él volvió a edificar los mismos lugares altos que Moisés había ordenado que el pueblo destruyera. Estos lugares altos estaban relacionados con la fornicación y la idolatría. El hecho de que Salomón edificara los lugares altos, tenía que ver especialmente con la satisfacción de sus concupiscencias. Él erigió los lugares altos por causa de “todas sus mujeres extranjeras”.
Erigir un lugar alto es causar una división. Por tanto, el significado de los lugares altos es división. El propósito de Dios con respecto a los hijos de Israel en el Antiguo Testamento era que Su pueblo se mantuviera en unidad a fin de adorarle de una manera apropiada. Para guardar la unidad de Su pueblo, Dios les exigía que acudieran al único lugar que Él mismo había escogido. Los lugares altos, sin embargo, eran un sustituto y una alternativa de aquel único lugar. Esto indica que la división es algo que reemplaza la unidad. El lugar único, Jerusalén, representa la unidad, mientras que los lugares altos representan la división. De la misma manera que toda clase de cosas malignas y abominables estaban relacionadas con la edificación de los lugares altos, así también, en términos del Nuevo Testamento, toda clase de maldades están relacionadas con la división.
Según el relato en 1 Reyes, dos reyes, Salomón, un rey bueno, y Jeroboam, un rey malvado, tomaron la iniciativa para erigir los lugares altos. En el caso de Salomón, la edificación de los lugares altos tenía que ver con la gratificación de su concupiscencia. Salomón tenía centenares de esposas y concubinas. A fin de satisfacer sus deseos, erigió los lugares altos. Sus mujeres “le inclinaron el corazón tras dioses ajenos” (11:4). En el caso de Jeroboam, la edificación de los lugares altos se relacionaba con la ambición (12:26-32). Jeroboam deseaba conservar su imperio. Él temía que el reino fuera a regresar a la casa de David si el pueblo continuaba yendo a adorar a Jerusalén, y por eso Jeroboam “hizo también casas sobre los lugares altos” (v. 31). Por tanto, la ambición de Jeroboam fue el motivo por el cual decidió erigir lugares altos. Además, Jeroboam hizo dos becerros de oro y dijo al pueblo: “Ya habéis subido bastante a Jerusalén. Aquí están tus dioses, Israel, los cuales te hicieron subir de la tierra de Egipto” (v. 28). Entonces “puso uno en Bet-el y el otro en Dan” (v. 29). Luego “instituyó Jeroboam una fiesta solemne en el mes octavo, a los quince días del mes, conforme a la fiesta solemne que se celebraba en Judá” (v. 32). El mes en que ocurría esta fiesta, “él había inventado según el dictado de su propio corazón” (v. 33). Jeroboam incluso “designó sacerdotes de entre el pueblo que no eran de los hijos de Leví” (v. 31). ¡Cuánta maldad está relacionada con los lugares altos! Éstos estaban relacionados con la concupiscencia, la ambición y la idolatría. Puesto que los lugares altos representan divisiones, esto indica que las divisiones entre los cristianos hoy, están relacionadas con estas cosas malvadas.
Muchos cristianos no se dan cuenta de que la división está conectada con la concupiscencia, la ambición y la idolatría. La mayoría de los cristianos cuando mucho dirían que las divisiones son erróneas y que no tienen una base bíblica, por lo que no están de acuerdo con ellas. Sin embargo, a los ojos del Señor, la división incluye cosas como la concupiscencia, la ambición y la idolatría. Recuerden que un lugar alto denota algo elevado, algo que se levanta por encima del nivel común. Esto indica que un lugar alto alude a la exaltación de algo. En principio, todo lugar alto, toda división en la cristiandad actual, tiene que ver con el hecho de ensalzar o exaltar algo que no es Cristo. Las cosas que se exaltan no son necesariamente malvadas. Al contrario, pueden ser muy buenas, como por ejemplo estudios bíblicos o enseñanzas bíblicas. Ciertamente es algo bueno enseñar la Biblia. Sin embargo, esos estudios bíblicos pueden estar relacionados con la división. Si ése es el caso, incluso una reunión para estudiar las Escrituras se convertiría en un lugar alto; pues podría conducir a la exaltación de algo que no es Cristo.
Hoy es común que los cristianos eleven otras cosas en lugar de Cristo. Por ejemplo, algunos elevan la práctica del bautismo por inmersión. Si bien es correcto y bíblico sumergir a las personas al bautizarlas, no es correcto exaltar la inmersión en lugar de Cristo. Hacer esto es erigir un lugar alto para exaltar un método particular de bautismo. La existencia de un lugar alto siempre crea la oportunidad para complacer las concupiscencias o para satisfacer la ambición. Sin embargo, el único lugar escogido por Dios acaba con nuestra concupiscencia y restringe nuestra ambición. Incluso algo tan bueno como estudiar la Biblia, si se exalta más que a Cristo, puede abrir la puerta a la concupiscencia y la ambición. La idolatría siempre le sigue a la concupiscencia. La ambición, de hecho, es una forma de idolatría.
Cuando los hijos de Israel estaban por cruzar el río Jordán y entrar en la buena tierra, Moisés, debido a su profunda preocupación por ellos, les ordenó que destruyeran los lugares paganos de adoración y que acudieran al único lugar que Dios había escogido. Él les dio esta orden porque sabía que el único lugar escogido por Dios y la destrucción de los lugares paganos estaban estrechamente relacionados con el destino que ellos tenían delante de Dios. Si fueran fieles en destruir los centros paganos de adoración y en acudir al lugar que Dios había escogido, harían lo que es recto a los ojos del Señor; pero si no cumplían con esta demanda, harían lo que es malo a los ojos del Señor. Cuando el pueblo de Dios entró en la buena tierra, ciertamente el pueblo destruyó los lugares altos y los nombres de los ídolos. Finalmente, ellos obtuvieron la victoria en su batalla para someter la tierra. Hombres como Samuel y David son ejemplos de aquellos que siguieron de forma absoluta el mandamiento dado por Dios a través de Moisés.
Durante el reinado de Salomón el templo fue construido en Jerusalén. Como consta en 1 Reyes 8, la gloria del Señor llenó el templo. La era de la edificación del templo fue una época de oro en la historia de los hijos de Israel. Sin embargo, poco tiempo después de que edificaron el templo, Salomón, bajo cuya dirección fue construido, comenzó a reconstruir los lugares altos. Como hemos indicado, él hizo esto para complacer a sus esposas y concubinas. Esto indica claramente que la reconstrucción de los lugares altos estaba relacionada con la concupiscencia de Salomón. Después de la muerte de Salomón, Jeroboam, el rival de Rehoboam, rey de Judá, construyó lugares altos debido a su propia ambición. En ambos casos la edificación de los lugares altos provocó la ira de Dios.
El relato acerca de la edificación de los lugares altos dirigido por Salomón y Jeroboam, no es solamente un relato de los hechos históricos. Este relato tiene un significado espiritual y fue escrito para nuestro entrenamiento. “Porque las cosas que se escribieron antes”, dice Pablo en Romanos 15:4, “para nuestra instrucción se escribieron”. Por tanto, lo que se relata en cuanto a Salomón y Jeroboam fue escrito para nuestra instrucción espiritual hoy.
Existen varios asuntos importantes que no se abarcan de manera exhaustiva en el Nuevo Testamento. Creo que el Señor desea que consideremos estos asuntos a la luz de los tipos y de las figuras presentados en el Antiguo Testamento. Por ejemplo, el Nuevo Testamento no dice mucho referente al daño causado al terreno de la unidad y a la pérdida del mismo; no desarrolla mucho este tema. Solamente estas tres breves porciones de la Palabra hablan de ello: 1 Corintios 1:10-13a; Romanos 16:17-18; y Tito 3:10. Sin embargo, el asunto de la división es presentado de una manera plena y de forma completa mediante los tipos y cuadros del Antiguo Testamento. Así como tenemos que consultar el relato acerca de la Pascua en el libro de Éxodo para tener el pleno entendimiento de Cristo como el Cordero de Dios, así también tenemos que estudiar el relato en Deuteronomio, en 1 y 2 Reyes, y en 1 y 2 Crónicas para entender completamente el asunto de la división, y del daño y la pérdida del terreno de la unidad. Según el relato del Antiguo Testamento, la causa de la división es la concupiscencia y la ambición. Salomón es un ejemplo de lo primero, y Jeroboam es un ejemplo de lo postrero. El Antiguo Testamento también revela que solamente el único lugar escogido por Dios puede acabar con nuestra concupiscencia y ambición. La razón por la cual se recalca tanto el asunto del único lugar escogido por Dios es que únicamente en este lugar no hay oportunidad alguna para gratificar nuestra concupiscencia o satisfacer nuestra ambición.
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