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Estudio-vida de 1 y 2 Crónicas, Esdras, Nehemías y Esterpor Witness Lee

ISBN: 0-7363-1175-0
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Actualmente disponible en: Capítulo 20 de 26 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE NEHEMIAS

MENSAJE DOS

EL DINAMISMO DE NEHEMIAS

Lectura bíblica: Neh. 1:1—2:8, 17-20

En este mensaje hablaremos del dinamismo de Nehemías y de la necesidad de experimentarlo en el recobro actual del Señor.

TRES SECCIONES DE LA OBRA
RELACIONADA CON LA CASA DE DIOS
Y EL REINO DE DIOS

Los libros de Esdras y Nehemías describen el regreso de los cautivos, de Babilonia a Jerusalén, para reconstruir el templo y restaurar el muro con miras a establecer la casa de Dios y el reino de Dios. Se requería una obra en tres etapas para que Dios pudiera obtener una casa y un reino sobre la tierra. Primero, algunos cautivos debían regresar de Babilonia, ir a Jerusalén y echar los cimientos para formar de nuevo la nación. Esto requería de un gobierno y una administración sólidas. Segundo, se necesitaban la enseñanza y la educación para introducir al pueblo en una cultura conforme a Dios. Esta cultura no tenía nada que ver con las culturas egipcia, cananea, ni babilónica; por el contrario, era una cultura que pertenecía al género divino, una cultura que expresaba a Dios. Esta cultura requería de mucha educación. Tercero, era necesario forjar la nación con una constitución orgánica. Esta sección de la obra tenía que ver con la constitución intrínseca del pueblo de Dios.

La palabra constitución es ambigua. Según su uso general se refiere a un documento escrito, que es la constitución de un país, por ejemplo, la constitución de los Estados Unidos de América. Esta manera de entender la constitución es demasiado superficial. En nuestro uso, la palabra constitución se refiere a algo orgánico que tiene muchos elementos. Si el gobierno de un país está constituido no sólo de manera constitucional sino también orgánicamente, ese gobierno no estará inanimado; más bien, será un gobierno vivo y orgánico.

El liderazgo de Zorobabel

Al final de los setenta años del cautiverio babilónico, el Dios omnipotente y soberano se movió de manera secreta y despertó en el rey Ciro la determinación de liberar a los cautivos israelitas para que volviesen a su propia tierra y edificaran el templo de Dios (Esd. 1:1-4). Además, el rey Ciro sacó los utensilios de la casa de Dios, que Nabucodonosor había tomado de Jerusalén y había puesto en la casa de sus dioses (v. 7). Dichos utensilios fueron devueltos a Jerusalén (v. 11). Este regreso del cautiverio se efectuó bajo la dirección real de Zorobabel, un descendiente de la familia real de David (2:1-2). Si estudiamos con detenimiento la crónica bíblica, veremos que él era un gobernador firme y muy capaz para dirigir al pueblo.

El liderazgo de Esdras

Más adelante, hubo un segundo regreso del cautiverio, que se llevó a cabo bajo el liderazgo sacerdotal de Esdras, un descendiente de la familia sacerdotal. Esdras no era un oficial de alto rango en Persia; él era un sacerdote y un escriba versado en la ley de Moisés (7:6). A pesar de no tener una posición elevada, fue muy valiente, fuerte y dinámico cuando presentó la petición al rey de Persia. Y el rey le concedió todo lo que pidió.

En realidad, quien inició la petición no fue Dios, sino Esdras. Con esta iniciativa, él mostró que confiaba en Dios y que era uno con El. Ciertamente Esdras era versado en la Palabra de Dios y conocía el corazón de Dios, Su deseo, Su economía. Debido a esto, era una persona de excelente carácter y gozaba de buena reputación delante del rey. Si no hubiera sido así, el rey no habría permitido que nombrara gobernadores y jueces (v. 25).

El liderazgo de Nehemías

Nehemías, hijo de Hacalías, no era ni consejero del rey ni capitán del ejército. El era un simple copero, es decir, el que servía vino al rey, pero su vida y su conducta deben de haber sido ejemplares, pues se ganó el respeto del rey. Nehemías nunca había estado triste en presencia del rey (Neh. 2:1), y un día, éste le preguntó: “¿Por qué está triste tu rostro? pues no estás enfermo. No es esto sino quebranto de corazón” (v. 2). Nehemías era muy dinámico y aprovechó esta oportunidad, diciendo: “Para siempre viva el rey. ¿Cómo no estará triste mi rostro, cuando la ciudad, casa de los sepulcros de mis padres, está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego?” (v. 3). El rey le preguntó que cuál era su petición, y Nehemías le pidió al rey que le enviara a Judá para reconstruir la ciudad de sus padres (v. 5). Nehemías añadió que se le dieran cartas para los gobernadores para facilitarle el paso. Además, pidió una carta para Asaf, guarda del bosque, para que le diera madera (vs. 7-8). Y el rey concedió a Nehemías todo lo que había pedido.


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