Principios básicos en cuanto al ancianatopor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4731-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Las emigraciones que hemos tenido en años recientes han permitido que se introduzca una práctica muy sutil, que podemos llamar transferencia de ancianos. Un anciano es como el padre en una familia, y los padres no son transferibles. En el Antiguo Testamento no vemos que hubiera transferencia de ancianos. Los ancianos de una tribu de los hijos de Israel eran producidos dentro de esa tribu. Si los ancianos de una tribu particular eran débiles, no se trasferían los ancianos de otra tribu. Los ancianos de Judá pertenecían a la tribu de Judá; ellos no podían ser transferidos a la tribu de Dan para ser los ancianos de esa tribu.
Así pues, los ancianos no son transferibles. En una emigración no transferimos a nadie. En el pasado cuando grandes grupos de santos emigraron para establecer nuevas iglesias locales, cada grupo ya era como una tribu de los hijos de Israel con ancianos que los acompañaban. Estos ancianos no fueron trasferidos para ejercer el liderazgo en medio de un nuevo grupo de santos. Sin embargo, debido a que algunos no entendieron correctamente lo que sucedía en estas migraciones, la práctica de transferir ancianos se introdujo de manera sutil. Esto es absolutamente contrario al principio bíblico y resulta útil únicamente para aquellos que desean edificar su propio reino manipulando la situación, a fin de ganar control sobre ciertas iglesias locales. Es peligroso transferir ancianos porque esto abre la puerta a la jerarquía. Los ancianos deben ser levantados localmente de entre los santos que se reúnen en una iglesia. Guardar este principio en vida evitará que surjan hombres falsos que manipulen la situación conforme a su ambición, en procura de edificar una jerarquía o un reino personal.
Los ancianos en algunas iglesias locales tal vez sientan que son débiles y que necesitan la ayuda de que se añada a ellos un anciano de otra localidad. Sin embargo, necesitamos guardar el principio que los padres de una familia no se pueden cambiar ni remplazar, por débiles que sean. Los ancianos que sienten que son débiles y necesitan ayuda deben orar mucho y escudriñar la Palabra. Todos los hermanos que toman la delantera pueden salir adelante si son diligentes y acuden desesperadamente al Señor. Los que se quejan de que son débiles solamente están reconociendo que son perezosos para buscar del Señor en oración y la Palabra. Toda esposa joven finalmente aprenderá a cocinar si continúa tratando. Aun si la comida que prepara no le queda perfecta al principio, ésta será lo suficientemente buena para alimentar a su familia.
Los ancianos deben buscar desesperadamente al Señor con respecto al cuidado de las iglesias. Sé de esto por experiencia. Cuando surge una necesidad, no debemos en seguida buscar ayuda de otros, sino más bien debemos acudir primeramente al Señor, y no una sola vez sino muchas veces. Si después de haber buscado al Señor muchas veces aún no tenemos claridad respecto a algo, entonces podemos pedirle a otros ayuda. No debemos decir que somos débiles. Es cierto que somos débiles en nosotros mismos, pero debido a que tenemos al Señor, lo único que necesitamos es aplicarlo. Si somos diligentes y buscamos al Señor desesperadamente, saldremos adelante.
El hermano Watchman Nee, antes de dar un mensaje el día del Señor, pasaba todo el día sábado, orando, ayunando, buscando al Señor, escudriñando la Palabra y considerando el mensaje. Todo anciano que se prepare de esta manera podrá dar un mensaje poderoso. Lo que una madre cocine no es tan importante, siempre y cuando sus hijos sean alimentados y nutridos.
La pereza, la ociosidad y la conveniencia personal es lo que nos lleva a pedir una transferencia de ancianos. Los padres de una familia pueden ser muy educados e inteligentes, mientras que los padres de otra familia pueden ser incultos e ignorantes. Sin embargo, estos padres deben quedarse con sus propias familias. Es normal que unas familias sean fuertes y otras débiles. Quienes están en una iglesia local deben hacer lo posible por aprender algo por sí mismos. La transferencia abre la puerta a la pereza, a la jerarquía y a un reinado inapropiado. Si entre nosotros se levantan los llamados gigantes espirituales, eso será un indicio de que muchos de nosotros somos perezosos. Si todos los santos son diligentes y buscan desesperadamente al Señor, no se levantará ningún “gigante” entre nosotros. Y aun si los “gigantes” vienen, no encontrarán un mercado donde puedan “vender su cargamento”.
Hay dos actitudes que los ancianos en las iglesias locales deben evitar. Por un lado, no está bien que seamos orgullosos, pensando que porque somos capaces no necesitamos la ayuda de otros. Por otro lado, tampoco está bien que seamos humildes de manera inapropiada, diciendo que no sabemos nada y que necesitamos que otros nos ayuden en todo. Esta actitud abre la puerta a que hombres falsos entren a hacer daño a la iglesia. En el pasado los ancianos de algunas iglesias locales daban la bienvenida a cualquiera que estuviera dispuesto a venir y prestarles ayuda. Debido a que no ejercitaron el debido discernimiento, sucedieron cosas terribles. Los que han aprendido las lecciones espirituales necesarias de parte del Señor, no aceptarán tan rápidamente la invitación que una iglesia les haga para ir a ayudar allí. Cuando me invitan a ir a cierto lugar, no les digo que sí en seguida, sino que más bien les pido que me den tiempo para orar al respecto y buscar la dirección del Señor. Aceptar rápidamente las invitaciones es la característica de una persona que no está sana.
Debemos ejercer discernimiento cuando le pedimos a otros que vengan a ayudarnos. Debemos evitar tanto la actitud de orgullo como la actitud opuesta de una humildad exagerada. Debido a que tenemos al Señor, quizás no estamos tan necesitados como pensamos. Las iglesias locales sufrieron daño en el pasado porque los ancianos no ejercieron discernimiento cuando se abrieron para recibir la ayuda de otros. Debemos ser equilibrados, es decir, no debemos ser orgullosos ni exageradamente humildes; debemos abrirnos a la comunión del Cuerpo de Cristo, pero al mismo tiempo entender que todos somos miembros del Cuerpo, y que cada uno tiene una función y está unido a Cristo, la Cabeza.
Los ancianos deben buscar desesperadamente al Señor; necesitan orar, tener comunión y esperar en el Señor, pasando mucho tiempo en Su presencia. La capacidad que tengan los ancianos para ayudar a los santos en su localidad no depende de su elocuencia, don o aptitudes naturales. Cierto cirujano de los Estados Unidos que enseñaba en una universidad famosa del norte de China, no era salvo cuando vino a China. Después de haber estado en China por varios años, falleció uno de sus hijos. Esto hizo que estuviera abierto, y él fue salvo. Inmediatamente después de su salvación, empezó a predicar fervientemente el evangelio, aunque no era muy elocuente. Él no sólo hablaba con dificultad cuando daba sermones, sino incluso cuando hablaba en una conversación personal le era difícil. Sin embargo, muchos fueron salvos por medio de él porque oraba mucho y llevaba una vida en la que amaba y seguía al Señor y también amaba a los pecadores. Otros que son muy elocuentes pero no aman al Señor ni le buscan no conducen a nadie al Señor. Esto demuestra que nuestra capacidad para ayudar a otros no depende de la elocuencia, el don ni las aptitudes naturales que tengamos. En el pasado hombres falsos encontraron cabida y causaron daño a las iglesias locales principalmente debido a su elocuencia y aptitud externa. Sin embargo, los ancianos deben aprender la lección de no confiar en estas cosas externas ni depender completamente de la ayuda de los de afuera. En lugar de ello, simplemente deben confiar humildemente en el contacto que tienen con el Señor en oración.
Hemos abarcado tres puntos acerca de los ancianos. Primero, los ancianos no deben ser nombrados rápidamente. En nuestra historia hemos visto claramente que en una iglesia recién establecida no se puede ni se debe determinar inmediatamente quiénes son los ancianos. Debemos esperar hasta que la situación se haga manifiesta. No debemos preocuparnos con respecto a quién asumirá las responsabilidades, pues espontáneamente surgirán algunos que las atenderán. Debemos evitar el nombramiento prematuro de los ancianos. En segundo lugar, no debe haber transferencia de ancianos, por cuanto esto viola el principio de la vida. Tercero, los ancianos en cada localidad podrán salir adelante si son diligentes en contactar desesperadamente al Señor en oración.
Recientemente una iglesia local se enfrentó con un gran problema relacionado con la enfermedad de un hermano. Sin embargo, ellos no pidieron que otros vinieran a ayudarlos. Únicamente pidieron que oraran por ellos, y ellos mismos oraron mucho. La respuesta a su problema vino por medio de la oración. Si los ancianos le presentan sus necesidades al Señor, orando desesperadamente, recibirán Sus respuestas. Si una iglesia local tiene una necesidad, la mejor forma en que los ancianos pueden atenderla no es pedirles a los hermanos de otras localidades que vengan a ayudarlos, sino presentarle el asunto al Señor y orar desesperadamente. El Señor entonces les concederá el suministro necesario para la necesidad, quizás enviando a alguien para que les ayude. Los ancianos deben ser diligentes y, con una actitud de desesperación, presentarle todo al Señor en oración.
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