Iglesia gloriosa, Lapor Watchman Nee
ISBN: 978-0-87083-971-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Adán necesitaba una ayuda idónea. ¿Qué hizo Dios para satisfacer esta necesidad? Génesis 2:19-20 dice: “Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ése es su nombre. Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él”.
Entonces “Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada” (vs. 21-23). Esta era la ayuda idónea de Adán y la figura de la iglesia en Efesios 5. La Biblia enseña claramente que todas las cosas hechas de la tierra pero no sacadas del cuerpo de Adán no podían ser su ayuda idónea. Todas las bestias del campo, o sea el ganado, y las aves de los cielos fueron hechas de la tierra. No fueron tomadas de Adán; por consiguiente, no podían ser la ayuda idónea de Adán. Debemos recordar que Eva fue formada de la costilla de Adán; por tanto, Eva era el constituyente de Adán. Esto significa que la iglesia procede de Cristo. Lo que sale de Cristo es lo único que puede constituir la iglesia. Todo lo que no es de Cristo no puede ser la iglesia.
Debemos considerar unas palabras más en Génesis 1:26 y 27. El versículo 26 dice: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y ellos...” (heb.) En el idioma hebreo, la palabra traducida “hombre” es singular, pero inmediatamente después viene el pronombre plural “ellos”. Vemos el mismo caso en el versículo 27: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. El sustantivo “hombre” es singular, pero el complemento que precede “creó” en la última cláusula es plural. ¡Dios creó un solo hombre; pero podemos decir también que El creó dos! Uno es dos, y no obstante, los dos son uno porque Eva estaba en Adán.
Observe también que el versículo 27 dice: “Y creó Dios al hombre a Su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. La manera en que Dios creó al “hombre” es idéntica a la manera en que El “los” creó. Adán no fue el único en ser creado; Eva estuvo incluida también en él. “Dios creó al hombre a su propia imagen”. Este “hombre” es singular y tipifica a Cristo. “A la imagen de Dios los creó...”. “Los” es plural y tipifica a Cristo y la iglesia. Dios no sólo desea un Hijo unigénito, sino que también quiere muchos hijos. Los muchos hijos deben ser idénticos a este Hijo único. En estos versículos, vemos que si la iglesia no está en una condición que corresponda con Cristo, Dios no descansará y Su obra no será terminada. Adán no es el único ser hecho a la imagen de Dios; Eva lo es también. No sólo Cristo tiene la vida de Dios, sino que también la iglesia la tiene.
Entonces, deberíamos preguntar: “¿Qué es la iglesia?” La iglesia es esa parte que fue sacada de Cristo. Debemos ver los dos aspectos de Adán, y entonces nos resultará fácil entender. Por una parte, Adán es simplemente él mismo; por otra, él tipifica algo. En cuanto a Adán mismo, él fue hecho del barro. Todos los hombres naturales fueron hechos del barro, pero Adán también tipificaba a Cristo. El hecho de que Eva procedió de Adán significa que la iglesia es hecha con Cristo. Eva fue hecha con la costilla de Adán. Puesto que Eva salió de Adán, era todavía Adán. Entonces ¿qué es la iglesia? La iglesia es otra forma de Cristo, así como Eva era otra forma de Adán.
La iglesia es solamente Cristo. Oh, son muchas las personas que piensan que la iglesia es la congregación de la gente que cree en el Señor y que es salva. No, ¡eso no es cierto! Entonces, ¿quién constituye la iglesia? La iglesia es solamente esa porción que fue sacada de Cristo. En otras palabras, es el hombre que Dios hizo usando a Cristo como material. No es un hombre hecho de barro. El material de la iglesia es Cristo. Sin Cristo, la iglesia no tendría ninguna posición, ninguna vida, ningún vivir, ni existencia. La iglesia procede de Cristo.
En 1 Corintios 10:17 dice: “Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un Cuerpo”. Este versículo significa que a pesar de que somos muchos, el pan que partimos es uno; por consiguiente, el Cuerpo también es uno. El apóstol Pablo afirmaba claramente que el único pan representa el Cuerpo de Cristo, es decir, toda la iglesia. Aunque somos muchos, el Cuerpo es uno. Cuando recordamos al Señor, yo tomo un pedacito de pan, usted toma otro pedacito de pan, y otros hacen lo mismo. Durante siglos y en todas partes del mundo, ¡todos los cristianos han tomado una pequeña porción de este pan y la han comido! Si usted tomara todos los pedazos que ellos comieron y los juntara, se convertirían en toda la iglesia. La iglesia no es un “yo” individual más un “usted” individual. No es el señor Smith más el señor Jones ni tampoco todos los cristianos del mundo entero reunidos juntos. La iglesia es Cristo en usted, Cristo en él, y Cristo en todos los cristianos alrededor del mundo en el transcurso de todos los siglos, y reunidos juntos. Nuestro hombre natural no tiene nada que ver con la iglesia. La única parte nuestra relacionada con la iglesia es la porción del pan que hemos comido. Esto se ve especialmente en el Evangelio de Juan, el cual revela que todos los que creen en el Señor tienen a Cristo morando en ellos y, por consiguiente, son uno en el Espíritu.
La iglesia está compuesta de lo que procede de Cristo. Los talentos del hombre, sus habilidades, pensamientos, fuerza y todo lo que le pertenece se encuentran fuera de la iglesia. Todo lo que viene de la vida natural está fuera de la iglesia, y todo lo natural que es introducido en la iglesia llevará a un derrumbamiento, y no a una edificación. Sólo lo que procede de Cristo se encuentra en la iglesia. Eva no fue hecha de barro, sino de Adán, aquel que tipificaba a Cristo. Lo precioso es esto: Dios tomó una costilla de Adán e hizo a Eva. Lo que salió de Adán, y no del barro, puede ser llamada “Eva”, y sólo lo que procede de Cristo puede llamarse la iglesia. Todo lo que no es de Cristo no tiene nada que ver con la iglesia.
Algunas personas eran muy francas antes de creer en el Señor. Después de ser salvas, usaron su franqueza para servir a Dios. Consideraron que su franqueza natural era algo bastante útil, y estaban orgullosas de ella. ¿Pero de dónde viene esta franqueza? ¿Procede de Cristo? ¿Pasó por la cruz? Oh, si no viene de Cristo, si no ha pasado por la cruz, ¡no es de ninguna utilidad para la iglesia! Eva fue constituida solamente con lo que salió de Adán, y la iglesia está constituida de lo que procede de Cristo. Todo lo que viene del hombre no puede ser la iglesia.
Algunas personas eran muy elocuentes antes de creer. Les resultaba tan fácil narrar y describir algo a los demás. Después de ser salvos, todo lo que hicieron fue cambiar de tema y empezaron a predicar. Pero no debemos pensar que el hecho de dar buenas predicaciones es suficiente. Por el contrario, debemos preguntar: “¿De qué fuente procede su elocuencia? ¿Pasó por la cruz?” Si su elocuencia es la que tenían originalmente y no pasó por el trato de la cruz, entonces es algo que sale enteramente de la propia naturaleza de ellas. La elocuencia que introducen en la iglesia es algo del Adán terrenal. En realidad, la iglesia será debilitada por estas personas. Solamente lo que sale de Cristo es la iglesia; nada de lo que pertenece a la naturaleza humana puede ser la iglesia.
También podemos encontrar personas muy inteligentes. Su mente es excepcionalmente aguda. Antes de ser salvas, usaban su mente para estudiar la filosofía, la ciencia, y la literatura. Después de ser salvas, simplemente usan su mente para estudiar la Palabra de Dios. Pero debemos preguntar: “¿De dónde viene esta mente aguda? ¿Ha pasado por la obra de la cruz? ¿Se encuentra bajo el control del Espíritu Santo? ¿O es simplemente la mente que tenían originalmente?” Si éste es el caso, es simplemente algo que proviene del Adán terrenal, del hombre mismo, de la naturaleza humana; es algo de la carne. Aunque estas personas han cambiado de tema, ¡su mente sigue siendo la misma mente vieja! Y cuando usan su mente para estudiar la Biblia, en vez de ayudar a la iglesia, la perjudicarán. Solamente lo que procede de Cristo puede constituir la iglesia. Todo lo que viene del hombre no puede formar parte de la iglesia.
Dios debe despojarnos de toda nuestra naturaleza humana y someterla. Nuestra fuerza natural debe pasar por la obra de la cruz y ser sometida al dominio del Espíritu Santo. Entonces, y no antes, dejaremos de perjudicar a la iglesia. Todo lo que procede de la vida natural y adámica que está en nosotros es de la tierra; Dios no la quiere. Lo que salió de la costilla de Adán era Eva. (El hueso alude a la vida de resurrección. Cuando el Señor estaba en la cruz, ninguno de Sus huesos fue quebrado.) Solamente lo que es formado a partir de la vida de resurrección de Cristo, es la iglesia.
Eva tenía que ser hecha del hueso de Adán. Sin el hueso de Adán, Eva no habría podido existir. La ayuda idónea de Adán es también el cuerpo de Adán, puesto que la fuente de la vida de Eva era el hueso mismo de Adán. Adán era la base de su existencia. Existía por el mero hecho de que una parte de Adán estaba en ella. Pasa lo mismo con la iglesia. Debemos declarar continuamente al Señor: “Te debemos todo. Sin Ti, no tenemos nada de vida, ninguna existencia, ¡nada! ¡Procedemos de Ti!”
Este es el resultado vital de nuestro nuevo nacimiento: el arrepentimiento no hace de nosotros una parte de la iglesia, ni tampoco la confesión de nuestros pecados, ni nuestra fe. La vida que Cristo nos ha impartido es lo único que hace de nosotros una parte de la iglesia. La base sobre la cual formamos parte de la iglesia es nuestro nuevo nacimiento, puesto que Cristo se imparte en nosotros desde aquel entonces. Por consiguiente, sentimos la necesidad de vivir y actuar conforme a esta vida, la vida de Cristo. Todo lo que puede hacer Dios por nosotros es impartir a Su Hijo en nosotros a fin de que participemos de la vida de Cristo. Aunque somos meras vasijas terrenales, hay un gran tesoro en nuestro interior. ¿Qué, pues, nos puede sacudir? No obstante, si actuamos conforme a lo que decidimos nosotros, nos encontraremos fuera de la iglesia. Todo lo que no sea la porción de Cristo en nosotros no podrá ser la iglesia; es simplemente nosotros mismos. Si trabajamos según nosotros mismos, no hacemos la obra del Señor. Debemos preguntarnos sobre qué base y de qué fuente servimos al Señor, hacemos Su obra, buscamos lo espiritual, y caminamos según el Espíritu. Lo que hacemos, ¿está basado en Cristo o en nosotros mismos? Si todo lo hacemos por Cristo, podemos realizar el propósito de Dios, pero si hacemos algo por nosotros mismos, aunque llevemos a cabo algo, será solamente de naturaleza terrenal y no podrá cumplir la voluntad eterna de Dios.
El propósito eterno de Dios consiste en ganar a un hombre. Este hombre es un hombre corporativo que procede de Cristo. Es la iglesia. La iglesia no es la congregación de varios cristianos. No es un asunto de tener muchos “hombres”; se trata de una vida. La iglesia es lo que es únicamente porque hay muchas personas que tienen la misma vida, el mismo Cristo. Usted tiene una porción de Cristo, y otra persona también tiene una porción de Cristo; cada uno de nosotros tiene una porción de Cristo. Cuando juntamos todas estas porciones de Cristo, tenemos la iglesia.
Debemos ver claramente que Dios no quiere individuos, Dios creó el hombre, varón y hembra. El varón es singular, y la hembra también. Cristo es singular, y la iglesia también. A los ojos de Dios, existe un solo Cristo y una sola iglesia. En el futuro veremos que está un solo hombre en el Hades y un solo hombre en los cielos; no existe ningún tercer hombre. Dios ve solamente a dos hombres en todo el mundo. En 1 Corintios 15 se revela que Adán es el primer hombre y Cristo es el postrero. No hay otros hombres. Así como Eva, el Cuerpo de Cristo es uno, ¡y no son varios!
Por consiguiente, aunque tenemos la vida de Dios dentro de nosotros, todavía necesitamos que trabaje en nosotros para quebrantar nuestro individualismo. Dios tiene que librarme y echar abajo el concepto de que yo mismo soy suficiente. Debemos ser uno con los demás hijos de Dios. Existe una sola Eva; del mismo modo, hay un solo Cuerpo de Cristo. Todos los hijos de Dios, los que tienen la vida de Cristo, no son hombres y mujeres individuales; son todos un solo hombre. Dios debe acabar con nuestro individualismo. El tiene que quebrantarnos día tras día hasta que lleguemos a conocer la vida del Cuerpo.
¡Son muchos los que piensan que pueden ser cristianos individuales! Pero Dios no lo permitirá. A menudo sus oraciones individuales no son contestadas, su estudio personal de las Escrituras no los ilumina, y su búsqueda individual no los conduce a la voluntad de Dios. Si tal persona dijera a otro hermano o hermana: “No puedo lograr eso por mí mismo, ¿me puede ayudar usted?”, y si oraran juntos, finalmente esta persona entendería. Todo lo que no entendía por sí mismo, lo entendería claramente al buscar una respuesta con un hermano. A menudo una persona así sigue siendo orgullosa, pensando que puede lograr algo por sí misma la mayor parte del tiempo, y que en muy pocas ocasiones no puede conseguir nada individualmente. Esto se llama individualismo. En la iglesia debe ser quebrantado el individualismo. Debemos permitir que el Cristo que mora en nosotros y el Cristo que vive en los demás hermanos y hermanas se entrelace en un solo Cuerpo.
Muchos cristianos conocen la vida que tenemos en Cristo, pero lamentamos decir que no conocen la vida en el Cuerpo de Cristo. Así como la vida de Cristo es una realidad, la vida del Cuerpo de Cristo también es una realidad. Los cristianos no son individuos, son uno. El apóstol Pablo dijo que a pesar de ser muchos, seguimos siendo un solo pan y un solo Cuerpo. Si vivimos conforme a Cristo, somos uno con los demás cristianos. Pero si vivimos conforme a nosotros mismos, nos separamos de los hijos de Dios.
Por consiguiente, si la iglesia ha de ser una verdadera iglesia, debe pasar por dos etapas: la extensión o aumento de Cristo y la consumición de nuestro ego. La extensión de Cristo empezó cuando fuimos regenerados, y desde que fuimos salvos, el Señor ha trabajado en nosotros día tras día para consumir nuestro ego. El Señor seguirá obrando hasta que un día delante de Dios, digamos: “No puedo hacer absolutamente nada por mí mismo. Todo lo que hago es conforme al principio de ayuda mutua entre los miembros. Todo lo que hago es conforme al principio de la comunión, el cual es el principio del Cuerpo”. La iglesia es el Cuerpo de Cristo. Lo que procede de Cristo es lo único que constituye la iglesia; todo lo que viene del hombre no puede ser la iglesia.
Debemos entender que Dios toma en cuenta el origen de las cosas, y no el hecho de que sean buenas o malas. Los hombres siempre preguntan: “¿Es bueno o es malo?” Pero Dios pregunta: “¿De donde procede?” Lo que salió de Adán fue llamado Eva; del mismo modo, lo que procede de Cristo es llamado la iglesia. Lo que no viene de Cristo no puede ser la iglesia. Los hombres preguntan: “¿Tiene usted amor?” Pero Dios pregunta: “¿De dónde viene su amor?” Los hombres preguntan: “¿Tiene usted celos?” pero Dios pregunta: “¿Cuál es la fuente de su celo?” Debemos solucionar el asunto del origen, y no el asunto del bien o del mal. La cuestión del bien o del mal surgió después de Génesis 3. Quizás alguien pregunte: “¿No tengo ninguna habilidad? ¿No soy celoso de Dios?” Pero el problema es éste: ¿De dónde proceden su habilidad y celos?
A menudo sentimos que nosotros mismos podemos amar y ayudar a los demás. Por supuesto, amar y ayudar a los demás es algo bueno, pero: “si entregase mi cuerpo para gloriarme, y no tengo amor”, el amor de Cristo, “nada me aprovecha” (1 Co. 13:3). ¿Es erróneo ayudar a los demás? La pregunta es la misma: ¿De dónde viene? Lo que viene de Cristo es lo único que constituye la iglesia. Lo que no procede de Cristo no tiene nada que ver con la iglesia.
En nuestra vida cristiana, la primera y la última lección que debemos aprender es discernir el origen de las cosas. La primera lección consiste en rechazar todo lo que viene de nosotros mismos, y la última lección sigue siendo el rechazo de todo lo que proviene de nosotros mismos. Esto no significa que no debemos intentar tener celos, pero el punto es el siguiente: nuestros esfuerzos y celos deben proceder del Señor. No estamos diciendo que no debemos trabajar, sino que queremos un trabajo que el Señor inicie. No estamos diciendo que no debemos buscar poder, sino que debemos buscar el poder que viene del Señor. Este es el punto clave: ¿De dónde se origina?
En el Evangelio de Juan, el Señor Jesús dijo una vez: “No puede el Hijo hacer nada por Sí mismo” (Jn. 5:19). Según el texto griego, la palabra traducida “por” puede traducirse “procedente de”. Esto significa que el Hijo no puede hacer nada que proceda de Sí mismo. Puesto que éste fue el caso del Señor, ¡con más razón debería ser el nuestro también! ¿Cómo podríamos hacer algo por nosotros mismos? Debemos entender delante de Dios que no podemos hacer nada por nosotros mismos. El debe traernos al lugar donde entendamos que verdaderamente no podemos hacer nada por nosotros mismos; todo debe ser por El y de El.
Cuando servimos al Señor, tener celos no es suficiente. No, debemos hacer la obra que el Señor nos ha asignado. En Colosenses 1:29, Pablo dijo: “para lo cual trabajo, luchando según la operación de El, la cual actúa en mí con poder”. Dios está actuando dentro de nosotros para que nosotros podamos obrar. A menudo actuamos exteriormente, sin que mucho sea hecho interiormente. Dios no ha hecho tanto en nuestro interior; la mayor parte lo hacemos por nosotros mismos. Esta clase de trabajo, aunque pueda ser considerable, no es de ninguna utilidad. En lo tocante a servir al Señor, es menester que Dios nos lleve al lugar donde no queramos nada que no venga del Señor. Si el Señor no se mueve, entonces no nos atreveremos a movernos.
Eva fue hueso de Adán y carne de su carne. Esto significa que los huesos en el interior y la carne encima proceden de Cristo. Todo lo que está adentro y todo lo que está afuera son de El; nada debe venir de nosotros. Eva en su totalidad salía de Adán, y la iglesia en su totalidad sale de Cristo. Aunque hagamos algo bueno, no tendrá ninguna utilidad para el cumplimiento del propósito eterno de Dios. Por muy bueno que sea algo, no puede glorificar a Dios si proviene de nosotros.
La primera mujer representa a la mujer que busca el corazón de Dios. No sólo había un hombre que expresaba el corazón de Dios, sino que también una mujer lo expresaba. Cristo no es el único en satisfacer el corazón de Dios, la iglesia también lo satisface. Cristo satisface el corazón de Dios, porque le permite ser Su Cabeza. Debe pasar lo mismo con la iglesia. Ella también debe permitir que Dios sea su Cabeza. Cuando la iglesia alcance esta posición, se cumplirá la voluntad de Dios. Dios quiere tener esta clase de gente sobre la tierra, y cuando la tenga, el deseo de Su corazón será satisfecho. Recordemos que todo lo que sale del hombre es polvo y es indigno de formar el material de la ayuda idónea. Solamente lo que procede de Cristo constituye la iglesia.
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