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Experimentamos a Cristo como las ofrendas para presentarlo en las reuniones de la iglesiapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1188-5
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Actualmente disponible en: Capítulo 2 de 14 Sección 2 de 4

EL FIN DE NUESTRO VIAJE
ES LA MORADA DE DIOS

Los creyentes, por lo general, no entienden lo que significa reunirse. Piensan que su reunión es un culto de adoración. No se dan cuenta de que la reunión cristiana es el destino al que deben llegar. Cuando llegan, ese lugar se convierte en la morada de Dios. Cuando Dios no tiene donde morar, nosotros andamos a la deriva. Cuando El no tiene casa, nosotros tampoco la tenemos, pero si El tiene donde morar, esta morada se convierte en nuestra morada. La casa de Dios es nuestra casa. Muchas veces uno se siente en casa cuando va a la reunión. Si se ausenta de la reunión durante un par de meses, se sentirá errante y sin hogar. Pero al volver a reunirse se siente en casa. Esto demuestra que nuestra reunión es la morada de Dios, y ésta, a su vez, es nuestro hogar.

EN CASA CON NUESTRO PADRE

Cuando Dios halla una morada, nosotros también. Esta morada es nuestra reunión. Menciono esto para destacar la importancia de nuestra reunión. No se trata de una liturgia ni de un culto de adoración ni una reunión para estudiar la Biblia u orar; es mucho más. ¡Es la morada de Dios en la tierra! Cuando nos juntamos somos la morada de Dios, en la cual nos hallamos en casa con Dios; estamos en casa con nuestro Padre, pues al congregarnos somos una familia.

PLANTADOS EN EL MONTE DE SION

Leemos en el versículo 17: “Tú los introducirás y los plantarás en el monte de tu heredad, en el lugar de tu morada, que tú has preparado, oh Jehová, en el santuario que tus manos, oh Jehová, han afirmado”. El monte de Sion es la tierra santa, y ésta es la heredad de Dios. Por consiguiente, la herencia del monte de Dios es el monte de Sion. Este versículo enseña que Dios quería plantar a los hijos de Israel en el monte de Sion. Quizás pensemos que geográficamente resultaría imposible establecer a todos los hijos de Israel en el monte de Sion, lo cual no es más que nuestra comprensión natural. A los ojos de Dios y en Su mente, todos los hijos de Israel ya fueron establecidos en ese monte. Por lo menos tres veces al año, en las fiestas de la Pascua, Pentecostés y los Tabernáculos, todos los varones se reunían en ese monte. Por lo tanto, a los ojos de Dios todos los hijos de Israel estaban plantados en ese monte.

UN TIEMPO DE REGOCIJO PARA DIOS

Tengamos presente que este pueblo allí plantado era la congregación y la morada de Dios. Durante aquellas fiestas, todos los hijos de Israel permanecían en ese monte día y noche. Si la fiesta duraba siete días, se quedaban allí siete días. Cuando Dios miraba al monte de Sion y veía que todo Su pueblo escogido y redimido se asentaba allí, se regocijaba en gran manera. Aquella reunión era la morada de Dios en la tierra. Todo Su pueblo escogido y redimido se congregaba a El en ese monte, lo cual era una reunión y a la vez una morada. Era la morada de Dios y de Su pueblo escogido.

EL CUMPLIMIENTO DE LA TIPOLOGIA

Este es el panorama y el tipo que nos presenta el Antiguo Testamento, cuyo cumplimiento hoy son nuestras reuniones. En el pasado teníamos un lema: Cristo es nuestra vida, y la iglesia es nuestra manera de vivir. Debemos cambiar iglesia por reunión y decir: Cristo es nuestra vida, y la reunión es nuestra manera de vivir.

Todos los seres humanos se hallan en una condición lamentable. Lo vemos cuando bailan, van a la playa o juegan con el balón, cuando se entregan a comer, a beber, a apostar o a robar. Ya sea en su fuerza o en su debilidad, se hallan en una condición miserable. ¿Qué podemos decir de nosotros? ¿Estamos en esa misma condición? Si no nos reunimos, ¿estamos tristes o nos sentimos bien? Puedo testificar que a veces me siento muy bien en mi casa, pero muchas veces no tanto. Sin embargo, cuando voy a la reunión, tengo la garantía de estar alegre. En los cincuenta años que llevo en la vida de iglesia no recuerdo una sola reunión en la cual haya estado triste. A veces he estado triste en mi casa, pero nunca en la reunión.

EL LUGAR MAS AGRADABLE

¿Por qué nos sentimos tan bien en las reuniones? A veces me parecía que la reunión se alargaba demasiado. Hace poco la reunión de la mesa del Señor duró dos horas y cuarenta minutos. Me sentía bastante cansado después de estar sentado durante ciento sesenta minutos. Pero no estaba triste. Estaba cansado, pero me sentía contento. Por un lado, quería irme a casa, pero por otro, quería permanecer allí. No sabía si irme o quedarme. Sé que mientras esté en la reunión, me sentiré bien, pero si vuelvo a casa, tal vez me sienta triste. Tengo la certeza de que me sentiré bien mientras esté en la reunión.

Debemos dedicar más tiempo al estudio de nuestra vida de reunión si queremos ver algo profundo. En cierto sentido, no estoy insistiendo en que tenemos que asistir a la reunión, sino que quisiera destacar la diferencia que existe entre ir o no a la reunión. Debemos elegir entre la vida y la muerte. Esta es una decisión que cada uno debe tomar. Si uno quiere morir, quédese en casa. Si quiere vivir, asista a la reunión. Fuera de la reunión uno se muere. Pero si asiste a la reunión tendrá la certeza de que vivirá. Además es agradable estar allí. Mi experiencia me ha mostrado que la reunión de los creyentes es el lugar más agradable de la tierra.

A veces uno traslada su condición lamentable de su casa a las reuniones por causa de los problemas personales que tiene. No debemos echar la culpa de esto a la reunión, sino a nuestra propia insensatez. A veces he llevado mis problemas hasta la puerta del salón de reuniones, pero una vez allí, les he dicho: “¡No me sigan! ¡Váyanse!” Entonces entro a la reunión libre de mi deplorable condición.

En la vida humana, el único tiempo placentero y el único lugar agradable es la reunión de los creyentes. Algunos dirán que su boda fue el momento más placentero y el lugar más agradable. Tal vez así sea, pero aún así, sucedió una sola vez en toda la vida. Sin embargo, el placer de la reunión es algo que podemos experimentar continuamente.

Nuestra reunión es el lugar y el momento más agradables. Los incrédulos no tienen esta clase de reuniones; por lo tanto, nunca disfrutan de un lugar tan especial. ¡Pero nosotros sí! Si me preguntan cuál es el momento y el lugar más agradables que conozco, contestaría que es la reunión de la iglesia.

Me agrada Estados Unidos, pero francamente sin las reuniones de la iglesia este país no sería un lugar agradable. ¿Qué haría aquí? ¿Pasaría el día frente al televisor? ¡Eso sería horrible! ¿Escucharía música? ¡Sería una pena! ¿Qué haremos? Creemos que el Señor Jesús nos conducirá y nos llevará a Su morada, a la reunión de la iglesia.


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