Información del libro

Lecciones acerca de la oraciónpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1502-9
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Actualmente disponible en: Capítulo 19 de 20 Sección 2 de 5

II. EL AYUNO ES UN INDICIO DEL COMPROMISO
INCONDICIONAL DEL HOMBRE

En segundo lugar, el ayuno es un indicio de que el hombre está absolutamente del lado de Dios. En el capítulo referente a la oración de guerra, dijimos que la oración consiste en que el hombre declare en el universo que él está del lado de Dios en contra de Satanás. El ayuno es una señal del compromiso incondicional de tal oración. Hoy, para demostrar el compromiso incondicional hacia cierto asunto, un hombre puede ayunar por mucho tiempo. Si usted puede orar por cierto asunto y puede también comer, esto revela que no está del lado de Dios de una manera absoluta. Muestra que su actitud aún no es lo suficientemente firme. Así que, hermanos y hermanas, cuando oren, no ayunen a la ligera. Siempre tengan presente que por medio del ayuno están diciendo: “Éste es un asunto muy grande e importante, y en este asunto, mi actitud, mi intención, es estar cien por cien y absolutamente firme al lado de Dios para luchar contra Su enemigo”.

III. EL AYUNO ES RENUNCIAR
A UN DERECHO LEGÍTIMO

En tercer lugar, el significado básico del ayuno es renunciar a los derechos legítimos que nos pertenecen. No hay nada en nuestra vida humana que sea más legítimo que comer. Después de la creación del hombre, la primera cosa que Dios hizo para el hombre fue hacer preparativos para lo que iba a comer. En Génesis 1, después que Dios creó al hombre a Su imagen, enseguida ordenó que las hierbas y las frutas fueran para el alimento del hombre. Por tanto, el hecho que el hombre coma es algo legítimo. Al ayunar, el hombre indica que a fin de recibir y llevar un asunto importante, él renuncia a su más legítimo derecho.

Puesto que el ayuno es la renuncia de nuestro derecho legítimo, también debemos aprender a renunciar a nuestros derechos legítimos en muchos otros asuntos. Si no estamos dispuestos a poner a un lado los placeres de nuestra vida al ayunar, entonces el ayuno no tiene sentido. La vida del Señor Jesús correspondía con Su práctica de ayunar, porque mientras vivía como un hombre en la tierra, Él renunció a muchos derechos legítimos. Toda la vida del Señor Jesús se basó en el principio del ayuno. Él renunció a Sus derechos legales y abandonó los disfrutes normales, de modo que aunque no ayunaba diariamente, vivía cada día bajo el principio del ayuno.

IV. EL AYUNO ES UN INDICIO DE QUE
EL HOMBRE NO SE DA IMPORTANCIA A SÍ MISMO

En cuarto lugar, el ayuno también indica que el hombre no se da importancia a sí mismo, incluso que no le importa su propia vida. El comer es lo más crucial para la existencia humana. Sin comer, el hombre se moriría de hambre. Por tanto, ayunar es usar la vida como una garantía. Al ayunar, ustedes están diciendo: “Quiero que este asunto se cumpla incluso si me cuesta la vida. Estoy luchando por esto con mi vida”. En ocasiones algunas personas que trabajan en una organización pueden discutir acerca de algo y usar como garantía el hecho de quedarse o irse. En esencia dicen: “Si están de acuerdo conmigo me quedo; si no, me iré”. Tengan presente que ayunar es luchar por algo con su propia vida. En efecto, están asumiendo la actitud de que prefieren morir a pasar por alto ese asunto. Ustedes morirían con tal de que ese asunto se pueda llevar a cabo. Por tanto, si oramos por cierta carga, y en nuestro corazón todavía consideramos nuestro futuro, nuestro destino o nuestra vida, entonces podemos orar, pero no habremos de ayunar. Si realmente desean ayunar y orar por cierto asunto, tienen que mantener la actitud de que están poniendo su vida a un lado. Esto va de acuerdo con lo que dijo Pablo: “Ni estimo preciosa mi vida para mí mismo” (Hch. 20:24). Cuando Pablo iba camino a Jerusalén por última vez, a lo largo del camino los creyentes le advertían, diciéndole: “Cuando llegues ahí, seguramente te van a atar con cadenas y estarás en peligro”. Le suplicaron a tal grado, que Pablo, al no poder sobrellevarlo más, contestó: “¿Qué hacéis llorando y quebrantándome el corazón? Porque yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, mas aun a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús” (Hch. 21:13). Éste es el principio del ayuno. En el ayuno uno no solamente renuncia a sus derechos, sino también renuncia a su vida. Por tanto, cuando a veces sentimos que nuestro ayuno no tiene sentido, se debe a que simplemente estamos manifestando una indicación exterior, pero interiormente seguimos siendo iguales. El ayuno implica que cierto asunto nos está presionando a tal grado que tenemos que luchar por ello con nuestra propia vida y que preferiríamos morir antes que este asunto se trate ligeramente. Comprobaremos la validez de este asunto ante Dios incluso hasta la muerte. Cuando tenemos esta sensación tan fuerte, nuestro ayuno ciertamente es significativo.


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