Espíritu, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-0257-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En Juan 14:6 el Señor dijo que Él era el camino, la realidad y la vida, lo cual nos muestra la estrecha relación que hay entre vida y realidad. Es decir, la realidad es vida y la vida es realidad. La realidad de nuestra persona, de nuestro ser, es nuestra vida humana. Asimismo, la realidad de Dios es la vida divina. El Espíritu de vida es el Espíritu de realidad.
Como el Espíritu de realidad, el Espíritu es el Espíritu de lo que Dios es, de todo lo que Él posee y de todo cuanto Él realiza. En otras palabras, el Espíritu de realidad es el Espíritu del ser mismo de Dios, de lo que es Suyo y de todo Sus actos. En Juan 14:16 y 17 el Señor dijo: “Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de realidad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque permanece con vosotros, y estará en vosotros”. Al referirse al “otro Consolador”, el Señor decía que este otro Consolador era Él mismo en otra forma. En la carne Él fue el primer Consolador; mas en resurrección Él fue hecho el Espíritu y, como tal, Él sería el otro Consolador. Este Espíritu es el Espíritu de realidad, quien es la realidad de Cristo y, como tal, es el Cristo real, el Jesús real.
Juan 15:26 y 16:13 también hacen referencia al Espíritu de realidad. En Juan 16:13 el Señor dijo que el Espíritu de realidad nos guiará a toda la realidad y luego, en 16:15 Él nos dice que “todo lo que tiene el Padre es Mío; por eso dije que recibirá de lo Mío, y os hará saber”. Todo lo que el Padre es y todo lo que es Suyo le pertenecen al Hijo; y todo lo que el Hijo es y tiene es recibido por el Espíritu, el cual nos hace saber todo a fin de ser nuestra porción. El Espíritu de realidad hace que todo lo que el Dios Triuno es sea nuestro.
Como Aquel que recibe nuestra adoración, Dios es tres en uno; pero en cuanto a nuestras experiencias cotidianas como creyente que disfrutan del Señor, el Dios que es tres en uno llega, además, a ser uno con los creyentes. Así pues, estos Tres no solamente son uno entre Sí, sino que además son uno con los creyentes, incluyéndonos a usted y a mí. Esto se debe a que estamos en Cristo, quien es la corporificación del Dios Triuno, y Cristo también está en nosotros. Cuando adoramos a Dios, adoramos al Dios que es tres en uno, pues adoramos al Padre, al Hijo y al Espíritu como un solo Dios. Si bien el Dios que adoramos es tres en uno, en términos de nuestra experiencia cristiana, el Dios que es tres en uno también es uno con nosotros porque somos uno con el Padre, uno con el Hijo y uno con el Espíritu. Así pues, somos uno en el Dios Triuno al compartir una misma esencia. Todos somos partícipes de la misma esencia, porque todos hemos recibido la naturaleza divina, ya que 2 Pedro 1:4 nos dice que todos fuimos hechos partícipes de la naturaleza divina. Inherente a la naturaleza divina es la esencia divina. Tal como hemos visto, la esencia es algo más intrínseco que la naturaleza que le es propia.
Podemos ser uno con el Dios Triuno, porque el Espíritu de realidad hace que Dios sea real para nosotros. Debido a que Cristo es uno con nosotros en todo lo que Él es, en todo lo que es Suyo y en todo cuanto Él realiza, Sus experiencias han llegado a ser nuestra historia. Por ejemplo, fuimos crucificados con Cristo (Gá. 2:20), y por tanto, Su crucifixión ha llegado a ser nuestra historia. Además también fuimos resucitados juntamente con Él (Ef. 2:6). Así pues, todo lo que Él es, todo cuanto es Suyo y todo lo que Él ha realizado, nos pertenecen a nosotros. Todos los procesos por los cuales el Dios Triuno ha pasado son también nuestras porque estamos en Él. Incluso, en términos humanos, podríamos afirmar que todas las experiencias de nuestros antepasados constituyen nuestra historia. Podemos decir que cuando el bisabuelo de una persona vino a los Estados Unidos, esa persona también ha venido con él y en él. En Hebreos 7 se nos cuenta que cuando Abraham pagó los diezmos a Melquisedec, Leví también los pagó porque él estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió al encuentro (vs. 9-10). Leví, por ser el bisnieto de Abraham, también le ofreció algo a Melquisedec antes de haber nacido porque estaba en Abraham. Así pues, podemos afirmar también que antes de nacer, fuimos crucificados, sepultados y resucitados juntamente con Cristo mediante el Espíritu. Si no fuera por el Espíritu, no existiría ningún vínculo entre nosotros y el Dios Triuno. El Espíritu de realidad es quien nos une al Dios Triuno y hace que seamos uno con Él en términos de nuestra experiencia.
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