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Vivir en y con la Trinidad Divinapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6188-0
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EL RESULTADO DE NUESTRO DISFRUTE
DE LA TRINIDAD DIVINA

El resultado de nuestro disfrute de la Trinidad Divina es la unidad. En los capítulos anteriores, hemos visto algo de la unidad excelente que existe entre los Tres de la Deidad. Al contemplar la Trinidad Divina, vemos la revelación de la unidad excelente de la Deidad. Los Tres siempre trabajan juntos y actúan como una sola persona. Jamás ninguno de los Tres actúa de manera independiente. Cuando Uno de ellos está allí, los Otros también están. Los Tres de la Deidad son uno. Podemos ver la unidad de la Deidad en la oración del Señor en Juan 17. Nadie puede explicar, definir o interpretar esta oración en toda su plenitud. ¡Cuán profunda es esta oración! Esta oración revela que el resultado de nuestro disfrute de la Trinidad Divina es que somos introducidos en la unidad divina y nosotros llegamos a ser la copia, la reproducción, de la unidad de los Tres de la Trinidad.

La unidad revelada en la oración del Señor en Juan 17 tiene tres aspectos. Primero, está la unidad en el nombre del Padre por la vida eterna (vs. 6-13). Segundo, está la unidad en el Dios Triuno a través de la santificación por la santa Palabra (vs. 14-21). Tercero, está la unidad en la gloria divina para la expresión del Dios Triuno (vs. 22-24). La unidad por la gloria, la cual es la Trinidad Divina expresada, es la unidad entre los Tres de la Trinidad Divina. La gloria que nos ha sido dada a nosotros es el Dios Triuno mismo expresado. Por medio de esta expresión somos uno, y nuestra unidad es una reproducción de la unidad del Dios Triuno. Es por esta razón que el Señor oró: “La gloria que me diste, Yo les he dado, para que sean uno, así como Nosotros somos uno” (v. 22). Después el Hijo oró pidiendo que fuéramos perfeccionados en la unidad al tener a la Trinidad Divina en nosotros, esto es, al vivir con la Trinidad Divina (v. 23). Ser perfeccionados en unidad es el resultado único de nuestro disfrute del Dios Triuno.

Lo más difícil entre los cristianos es mantener la unidad. Incluso entre nosotros los creyentes en el recobro del Señor, no es tan fácil mantener la verdadera unidad. ¿Cómo podemos reproducir la unidad divina que es la réplica de la unidad entre los Tres de la Deidad? No hay otra manera excepto por medio de disfrutar al Dios Triuno. Necesitamos disfrutarle hasta el grado en que los Tres de la divina Deidad puedan ser expresados. Entonces la unidad estará entre nosotros. Esta unidad reproducida es el resultado de nuestro disfrute del Dios Triuno. Nosotros disfrutamos al Dios Triuno hasta que Él sea expresado en nosotros, y esta expresión es la unidad misma, la cual es una réplica de la unidad que está entre los Tres de la Trinidad Divina. El disfrute del Dios Triuno tendrá un resultado. Esto resultará en la unidad divina, la cual es la reproducción de la unidad divina que está entre los Tres de la Trinidad Divina.

Las cosas que están fuera de la Trinidad son los factores divisivos y los factores que nos separan. A fin de mantener la unidad, necesitamos rechazar, renunciar y negarnos a todo cuanto tengamos que esté fuera del Dios Triuno. Debemos negarnos a todo cuanto no sea el propio Dios Triuno y debemos renunciar a ello así como rechazarlo. Todo lo que no sea el Dios Triuno mismo puede llegar a ser un factor divisivo. Somos perfeccionados en unidad al tener a la Trinidad Divina en nosotros. Tener la Trinidad Divina en nosotros es vivir con la Trinidad Divina. La manera de tener la unidad, la cual es la Trinidad Divina expresada, es vivir con la Trinidad Divina.

DISFRUTAR LA TRINIDAD DIVINA HASTA LA PLENITUD
EN LA ETERNIDAD

Finalmente, disfrutaremos la Trinidad Divina hasta la plenitud en la eternidad (Ap. 22:1-5). No importa cuánto estemos disfrutando de la Trinidad Divina al presente, todavía no lo hacemos hasta la plenitud. El disfrute pleno que tendremos de nuestro maravilloso Dios Triuno será en la eternidad, en el cielo nuevo y la tierra nueva.

En este disfrute tendremos a Dios y al Cordero [el Dios redentor en Su trinidad] como el templo para nuestra morada (Ap. 21:22-23). El templo es el lugar donde los sacerdotes de Dios moran y sirven. En la eternidad todos seremos los sacerdotes eternos de Dios, y Dios mismo será nuestra morada en la cual vivimos y servimos. El templo en Apocalipsis 21 no es un templo material. El templo es una persona. El versículo 22 nos dice que el templo es el Señor Dios Todopoderoso y el Cordero, esto es, el Dios redentor. El versículo 23 nos dice que la lámpara de la ciudad es el Cordero, la persona de Cristo. Debido a esta revelación, podemos afirmar con toda confianza que la ciudad santa, la Nueva Jerusalén, no es una ciudad material, sino que es una persona.

La ciudad santa es una persona corporativa, y esta persona corporativa es una pareja: el Dios Triuno procesado casado con el hombre tripartito y transformado. Éste es el Espíritu y la novia que llegan a ser una sola persona (Ap. 22:17a). La divinidad y la humanidad se habrán casado, se habrán mezclado, para ser una sola entidad. La ciudad santa es una persona corporativa: un gran Dios-hombre corporativo. La ciudad santa es el tabernáculo de Dios a fin de que Dios more en ella (21:2-3), y Dios y el Cordero son el templo a fin de que nosotros moremos en Él. Dios es nuestro templo, y nosotros somos Su tabernáculo. En el cielo nuevo y la tierra nueva, la Nueva Jerusalén será la morada mutua para Dios y el hombre por la eternidad.

El trono de Dios [el Dios Triuno] y del Cordero [el Hijo redentor] es el centro de la ciudad santa para la administración divina y la fuente de nuestro disfrute divino (Ap. 22:1, 3). El trono de Dios y del Cordero es para la administración divina. Y también es la fuente de nuestro disfrute eterno y divino porque el río con el árbol de vida procede del trono. Nosotros beberemos del río de agua de vida [el Espíritu] que procede del trono (v. 1). También comeremos del árbol de la vida [el Hijo que da vida] que crece a ambos lados del río y da fruto cada mes (v. 2). El Hijo que da vida da fruto cada mes a fin de que seamos suministrados con vida. Así pues, tenemos al Dios redentor como nuestra morada, el trono como la fuente de nuestro disfrute, el Espíritu como nuestra bebida y el Hijo que da vida como nuestro alimento.

También tendremos al Señor Dios [el Dios Triuno] iluminándonos (v. 5a). Esto significa que nuestro Dios será nuestra lámpara. Tendremos el nombre del Dios Triuno en nuestras frentes (v. 4b). El hecho que llevemos Su nombre declara que somos uno con Él. En un entrenamiento podemos usar un gafete para dejarle saber a la gente quiénes somos. En la eternidad tendremos un “gafete” o etiqueta en nuestras frentes. Este gafete declara que pertenecemos al Dios Triuno y que somos uno con el Dios Triuno. ¡Alabado sea el Señor que llevaremos tal “gafete” por la eternidad! Por la eternidad seremos sellados, etiquetados, con el Dios Triuno.

También veremos el rostro del Dios Triuno (v. 4a). En la eternidad futura en el cielo nuevo y la tierra nueva y en la Nueva Jerusalén, veremos el rostro de nuestro Dios. Ver el rostro del Dios Triuno y tener Su nombre en nuestras frentes serán bendiciones para nosotros en la eternidad. Más aún, serviremos al Dios Triuno como Sus sacerdotes (v. 3b), y reinaremos por los siglos de los siglos como reyes del Dios Triuno (v. 5b). En la eternidad futura todas las naciones que hayan sido preservadas alrededor de la Nueva Jerusalén serán los ciudadanos (Ap. 21:24-27), la gente del reino eterno de Dios, pero nosotros seremos los reyes, quienes reinarán por siempre.

Por medio de nuestro estudio de la revelación respecto a vivir en la Trinidad Divina y con la Trinidad Divina, podemos ver que todo el Nuevo Testamento está compuesto con el Dios Triuno como su estructura. El último cuadro de la revelación divina en Apocalipsis 21 y 22 nos muestra que el Dios Triuno no es para nuestro entendimiento mental, sino que es para nuestro disfrute. Él es nuestra morada, nuestra bebida, nuestro alimento y nuestra luz. Para sustentar nuestra vida, necesitamos tener morada, bebida, alimento y luz. Mientras tengamos estas cuatro necesidades, podremos tener un vivir apropiado. Tenemos un lugar para morar, agua para beber, alimento para comer y luz para disfrutar. Todas estas cosas son el Dios Triuno. El Dios Triuno es nuestra morada, el Hijo es nuestro alimento, el Espíritu es nuestra bebida y el Dios redentor es nuestra luz. Esto describe la vida venidera en la eternidad, la cual disfrutaremos al máximo.


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