Información del libro

Presentación actual de la manera ordenada por Dios y las señales acerca de la venida de Cristo, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6646-5
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Actualmente disponible en: Capítulo 1 de 7 Sección 2 de 2

REUNIONES QUE SON VIVIENTES
Y TIENEN AL ESPÍRITU

Espero que todos puedan tener claro que nosotros los cristianos tenemos a Dios con nosotros. La presencia de Dios es como el aire. Por lo tanto, no debemos procurar tener cierto sentimiento. Cuanto más un asunto se relaciona con la vida, más normal debe ser. Lo que más necesitamos nosotros es el aire; sin embargo, respirar es algo muy común, pues lo hacemos sin sentir nada extraordinario. Cuanto más avanzo en la experiencia, más me doy cuenta de que nuestra vida espiritual es semejante a nuestra vida física; cuanto más normal es, menos problemas hay, y menos necesitamos de un sentimiento especial. Cuando terminamos de comer, la digestión empieza a ocurrir en nuestro estómago, sin que sintamos nada en absoluto. Si sentimos algo, eso es una señal de que hay algún problema. Cuanto más regularmente experimentamos las cosas espirituales, más ricos llegamos a ser, pero al mismo tiempo, no tenemos ninguna sensación espectacular. Ahora estamos reunidos aquí en el nombre del Señor. Aunque no sentimos la presencia del Señor de manera particular, no podemos negar que el Señor está con nosotros. Él está con nosotros de la misma manera que el aire está con nosotros. El nombre del Señor es el Señor mismo. Cuando estamos congregados en el nombre del Señor, entramos en la presencia del Señor.

Por lo tanto, espero que de hoy en adelante en nuestras reuniones nadie esté esperando. Una vez que vengamos a la reunión, debemos invocar el nombre del Señor, alabarlo y empezar a orar. Cuando alguien empiece y otro continúe, la reunión habrá empezado. Algunos pueden orar, otros pueden pedir un himno, y otros pueden testificar. El primero que venga a la reunión debe empezar la reunión. Entonces los que vengan más tarde deben continuar. A medida que vayan llegando más personas, la reunión se hará más y más rica. No hay formas ni rituales, puesto que la letra mata (2 Co. 3:6b). La letra se refiere a las ordenanzas de la ley del Antiguo Testamento. La era del Antiguo Testamento es la era de la ley. El Antiguo Testamento no nos habla de otra cosa que de la ley. Pero cuando llegamos al Nuevo Testamento, nada pertenece a la ley, sino que todo depende del Espíritu. Por lo tanto, siempre que nos reunamos, nuestra reunión debe ser viviente y debe tener al Espíritu.

UN SERVICIO EFICAZ

Ahora quisiera hablar de otro asunto. Anteriormente, cuando conducíamos a las personas a la salvación, primero las considerábamos como amigos que buscaban del Señor. Luego, una vez que escuchaban el evangelio y creían en el Señor y lo recibían, tenían que pasar exitosamente una entrevista acerca del bautismo. Era sólo después que aprobaban la entrevista que podían ser bautizadas y salvas. Ahora hemos cambiado. En tanto que una persona crea, puede ser bautizada de inmediato, y es regenerada y salva. De hecho, la Biblia dice: “El que crea y sea bautizado, será salvo” (Mr. 16:16). No dice que uno es bautizado después de ser salvo. El bautismo no se lleva a cabo después que una persona es salva, sino que más bien forma parte del proceso de ser salvo. No es que una persona cree y es salva y, por tanto, debe ser bautizada; antes bien, una persona cree y es bautizada y, por ende, es salva. Debemos entender claramente este asunto.

Además, en el recobro del Señor hemos ensayado diversos métodos relacionados con la predicación del evangelio con miras a dar fruto. Hasta ahora puedo decir que la manera más eficaz no sólo consiste en amar al Señor y tener el deseo de salvar almas, sino en ser avivados cada mañana y vencer diariamente. Tener un avivamiento matutino significa que cada mañana, siguiendo la secuencia en la Biblia, usted utiliza dos o tres versículos de la Palabra para disfrutar al Señor, no sólo leyéndolos, sino más aún orando con base en ellos. No debe simplemente leer, ni orar con sus propias palabras. En vez de ello, debe convertir las palabras de la Biblia en su oración al Señor. De este modo, usted recibirá un suministro, y todo su ser será avivado. Esto es semejante al sol que se levanta cada día para reavivar todas las cosas. Ésta es una ley de vida. Luego, con base en tal avivamiento, durante todo el día usted tendrá esos pocos versículos que ha disfrutado, los cuales lo fortalecerán y sostendrán, brindándole un suministro para su diario andar. De este modo, usted vencerá diariamente.

Después que usted experimente el avivamiento matutino y venza diariamente, recibirá la carga de predicar el evangelio. Así, ya sea que usted tenga la oportunidad o no, predicará el evangelio. Puede elaborar una lista con veinte nombres de familiares, colegas, compañeros de clase o vecinos, y orar por cada uno de ellos. Estas personas son “puertas cálidas” que usted puede visitar. Al mismo tiempo puede coordinar con otros santos para predicar el evangelio a quienes usted lleva un buen tiempo contactando pero aún no han creído. Además, puede también llevar a dichas personas a las reuniones de grupo para que tengan la oportunidad de contactar a otros hermanos y escuchar sus testimonios. Entonces usted podrá predicarles el evangelio individualmente y ejercitar la autoridad del Señor para guiarlas a creer en Cristo, a invocar el nombre del Señor, y a ser bautizadas y salvas. Una vez que se bauticen, debe impartirles una lección que les ayude a ver que hoy el Señor es el Espíritu que mora en ellas. Además, debe enseñarles cómo ejercitar su espíritu para que invoquen el nombre del Señor en cualquier momento y oren a Jesús en todo. Después de esto, usted puede concertar una cita con ellas para llamarlas todas las mañanas a fin de tener un avivamiento matutino, y también puede decirles que a partir de esa noche en adelante, deben leer un capítulo de la Biblia todas las noches antes de acostarse. Después que usted ha conducido a alguien a la salvación, él llega a ser un hijo que usted ha engendrado por medio del evangelio. Por lo tanto, debe cuidar de él y alimentarlo. Debe visitarlo personalmente cada tres o cinco días, y preocuparse por él y suministrarle vida y guiarlo. Si usted continúa haciendo esto por dos o tres meses, él llegará a ser fruto que permanece, es decir, alguien que permanece en la vida de iglesia.

Espero que después de escuchar estas palabras, cada uno de ustedes tome este asunto en serio de tal modo que lo pongan en práctica y lo lleven a cabo de manera cabal. Si realmente hacen esto, la iglesia crecerá en número cada año y estará llena de riquezas y de gloria.

(Mensaje dado por el hermano Witness Lee en Kota Kinabalu, Malasia, el 24 de octubre de 1990).


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