Entrenamiento y la práctica de los grupos vitales, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-0320-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Al servir al Señor quizás seamos muy entusiastas por una semana, pero después de eso tal vez lleguemos a estar agotados. Entre nosotros existe la necesidad de laborar y de perseverar. Desde el principio, cuando empecé a hablar en cuanto a los grupos vitales, di énfasis a la necesidad de la perseverancia. Con solo que consigamos que una persona se salve en 365 días, eso es maravilloso. Dudo que muchos de nosotros podamos jactarnos de que aunque hemos estado laborando por dos años y medio y no hemos ganado a nadie, todavía estamos laborando. Si éste es su caso, serás bendecido. Verá que al final, usted será el más fructífero.
Algunos santos me escribieron, diciendo que por tres semanas o tres meses habían practicado la manera ordenada por Dios para llevar fruto y que no vieron ningún resultado; por lo tanto, dijeron que esa manera no funciona. Sin embargo, es imposible que una mujer quede encinta y tenga un hijo al siguiente día. Se necesita un período de nueve meses para poder tener un hijo. No debemos considerarlo como algo pequeño el que traigamos a una persona al Señor en un año. Eso es algo maravilloso por lo cual debemos regocijarnos.
Para practicar los grupos vitales, debemos ser vitales al grado de que estemos dispuestos a laborar de cualquier manera y a toda costa. Esto requiere perseverancia. Si usted visita a alguien consistentemente por seis meses y no sucede nada, debe seguir adelante. Si uno labora mucho y no sucede nada, ¿sucederá algo si deja de laborar? Aparentemente su labor ha sido en vano, porque por seis meses no ha visto ningún resultado. Pero a la larga, habrá un resultado.
En 1970 un hermano llegó al recobro del Señor en Nueva Zelandia. Después, él vino a Los Angeles a verme. Le dije que el siguiente año, 1971, iría a Nueva Zelandia. Fui a Nueva Zelandia pasando por Australia. Viajé desde Sidney a lo largo de la isla a Melbourne. En aquel momento no encontré a nadie que tuviera un corazón para el recobro. Entonces fui a Nueva Zelandia para ver al hermano que me había visitado en Los Angeles. Previamente, un querido santo a quien conocía y a quien le gustaban muchísimo mis libros había visitado esa isla y había llevado consigo dos de mis libros: El Cristo todo-inclusivo y La economía de Dios. Cuando ya estaba saliendo del aeropuerto, le dio esos dos libros a otro hombre. Mientras visitaba Nueva Zelandia, tuve allí una pequeña conferencia. En aquel tiempo el hombre que había recibido los dos libros tomó un pequeño avión para atravesar la isla y se vio forzado a detenerse en la ciudad donde yo estaba. El oyó que yo estaba hablando allí, y fue a la reunión. Mediante esa conferencia él fue capturado por el Señor, y luego su hermano, quien era un evangelista, también tomó el camino del recobro. Este fue el comienzo del recobro del Señor en Nueva Zelandia.
Hoy, veintitrés años más tarde, hay setecientos zelandeses en el recobro. Además, trescientos santos chinos de Taiwán emigraron recientemente a Nueva Zelandia, haciendo un total de mil santos en Nueva Zelandia. Con el tiempo, el Señor les dio un gran terreno, y ahora tienen un centro de entrenamiento con un entrenamiento a tiempo completo allí. Este es el resultado de la labor de los santos. Tal caso debe alentarnos para laborar. No sabemos de dónde ni cuándo llegará el fruto.
Hemos sido rechazados, se nos han opuesto, hemos sido difamados y criticados. Los opositores han tratado todo lo posible para estorbarnos. No obstante, en la Conferencia de acción de gracias en Anaheim de 1993, la asistencia en la última reunión fue de 3,260 adultos y más de 800 niños. Muchos de esos en las reuniones eran caras nuevas para mí. Aparentemente, no hemos aumentado mucho. Pero en realidad no es cierto. Los santos chinos que emigraron de Taiwán a Nueva Zelandia están ardientes. Recientemente, una de las parejas de allí me dijo que debido a la presencia de ellos allí, una iglesia fue levantada. Ellos produjeron no sólo creyentes individuales, sino una iglesia.
No sabemos de dónde vendrá el fruto. En Juan 4:37-38 el Señor Jesús nos dijo que otros sembrarían la semilla y que nosotros segaríamos lo que ellos habían sembrado. En otras ocasiones quizás nosotros sembraremos y otros segarán. Conforme a lo dicho por Pablo en 1 Corintios 15:58, nuestra labor en el Señor nunca será en vano. Si somos perezosos, no esperemos que los ángeles nos envíen a alguien. Debemos ser totalmente ocupados al laborar con la plena seguridad de que nuestra labor nunca será en vano.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.