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Cumplimiento del tabernáculo y de las ofrendas en los escritos de Juan, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7380-7
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ADORAR EN ESPÍRITU Y CON VERACIDAD

El punto crucial que debemos ver es que el Señor Jesús dijo a la mujer samaritana que la adoración verdadera, la adoración que Dios el Padre busca, no se hace en un monte sino en el espíritu humano: “Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre [...] Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y con veracidad es necesario que adoren” (Jn. 4:21, 24). En el Antiguo Testamento, el monte Sion, el lugar de la habitación de Dios y el lugar donde estaba Su nombre, era un tipo del espíritu humano. Según el Nuevo Testamento, la morada de Dios no está en ningún monte, ni siquiera está en los cielos. Más bien, la morada de Dios está en el espíritu del hombre (Ef. 2:22). En realidad, el espíritu del hombre es la morada de Dios y también el lugar donde está el nombre de Dios. Si vamos a otro lugar para adorar a Dios, esto indica que hemos abandonado el nombre de Dios. Hay un solo lugar donde podemos ser preservados en el nombre de Dios, y ese lugar es nuestro espíritu. Si venimos a nuestro espíritu, guardamos el nombre de Dios y somos preservados en Su nombre. ¿Qué nombre podemos tomar para nosotros mismos al adorar al Padre en espíritu? No debemos tomar ningún nombre. La verdadera adoración al Padre, la adoración que Él desea, es la adoración que le rendimos en nuestro espíritu, según está tipificado por la adoración en el monte Sion.

La verdadera adoración a Dios el Padre se hace en el espíritu, y también con veracidad. Los hijos de Israel debían adorar a Dios en el monte Sion y con las ofrendas. Hemos visto que el monte Sion es un tipo de nuestro espíritu. Las ofrendas tipifican a Cristo, quien es la realidad. Cristo es el cumplimiento y la realidad de todas las ofrendas con las cuales el pueblo de Dios adoraba a Dios. Cristo es la ofrenda por el pecado, la ofrenda por las transgresiones, el holocausto, la ofrenda de harina y la ofrenda de paz verdaderas. Es por esto que hablamos del cumplimiento del tabernáculo y las ofrendas en los escritos de Juan. En el Evangelio de Juan podemos ver el verdadero tabernáculo y también las verdaderas ofrendas. El tabernáculo es el agrandamiento de Cristo, y las ofrendas son Cristo mismo como realidad. Hoy adoramos a Dios en nuestro espíritu con Cristo como la realidad de todas las ofrendas. Cuando el Señor Jesús le indicó a la mujer samaritana que adorara a Dios el Espíritu en su espíritu y con veracidad, Él le dio a entender que ella debía tener contacto con Dios el Espíritu en su espíritu, no en un lugar especial, y debía hacerlo por medio de Cristo, no por medio de las ofrendas. Ahora que Cristo, la realidad, ha venido, todas las sombras y los tipos se han terminado.

LA ADORACIÓN QUE SATISFACE AL PADRE

Por más de cuarenta años he estado combatiendo la batalla acerca de la verdadera adoración a Dios. Esta batalla aún no ha sido ganada, porque en nuestras reuniones aún podemos ver muchas cosas tradicionales. No tenemos mucha realidad de Cristo como nuestras ofrendas. Cuando usted venga a una reunión de la iglesia, usted debe venir con Cristo como su ofrenda por el pecado, y también como su holocausto o como su ofrenda de harina. De hecho, todos debemos venir a las reuniones con Cristo, como todas las ofrendas. No obstante, muchos todavía vienen a las reuniones de una manera tradicional simplemente para sentarse en silencio.

Todos los santos tienen un espíritu regenerado. ¿Por qué muchos no usan su espíritu para decir algo de Cristo en las reuniones? He observado que sólo ciertos hermanos, una minoría, son los que mayormente suelen compartir y dar testimonios. A veces uno puede anticipar de antemano quien es el que posiblemente hable en la reunión. Algunos santos asisten a las reuniones una y otra vez, pero nunca dicen ni una palabra respecto a Cristo. Ellos asisten a las reuniones para disfrutar los cánticos y escuchar un mensaje. ¿Saben qué es esto? Ésta es la manera tradicional de adorar a Dios, la manera que practica la mayoría de los creyentes.

La manera en que muchos grupos cristianos practican la adoración es una composición de elementos tradicionales. Es posible que sigan un programa, o un orden para la adoración, el cual incluye los himnos, un solista, una oración ofrecida por el ministro, la lectura de la Biblia, recoger una ofrenda, el sermón y la bendición. Aunque en nuestra adoración no seguimos ese orden, todavía podemos estar muy influenciados por la tradición. Por consiguiente, es necesario que nos ejercitemos para tener la clase de adoración que satisfaga al Padre. La adoración que Dios el Padre desea es en espíritu y con Cristo como realidad de todas las ofrendas.


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