Tratar con nuestras partes internas para el crecimiento en vidapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7381-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
ISBN: 978-0-7363-7381-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
Font Size
¿Cómo podemos distinguir el amor, la humildad y la paciencia que proceden de nosotros mismos, de aquellas que provienen de la propagación de Cristo? ¿Cómo podemos diferenciar el “bronce” del “oro”? La mejor manera de diferenciar estas dos categorías de cosas es mediante nuestro sentir interior. No obstante, a fin de percibir estas cosas, debemos poseer la debida “nariz” espiritual. Si estamos espiritualmente sanos, tendremos una nariz espiritual sana. Muchas veces sentiremos que una persona es amorosa, pero que este amor no es muy grato. Ese amor no tiene el sabor de Cristo. Ese amor no tiene el grato olor de Cristo; más bien, está impregnado del yo. De nuevo, otra persona puede ser humilde con un hermano, pero su humildad no tiene el sentir, ni la dulzura, ni el grato olor de Cristo. Podemos percibir el olor de Cristo o el olor del orgullo en la humildad. No podemos definir esto, pero sí podemos sentirlo. Todos debemos aprender a hacer esto. Entonces Cristo crecerá dentro de nosotros.
Aquí podemos ver cuánto necesitamos negarnos al yo, cuánto necesitamos la obra de la cruz. La obra de la cruz no es sólo para tratar con las cosas malignas, sino también con las cosas buenas. Es para tratar con nuestra conducta. Hablando con propiedad, no debemos tener un mero comportamiento. Lo que debemos tener es simplemente la vida, el Cristo que se propaga desde nuestro interior.
En ocasiones, las personas nos aconsejan que nos comportemos de cierta manera para mostrar a la gente que somos humildes; de lo contrario, según ellas, la gente puede pensar que somos orgullosos. Esto es solamente la mejora del comportamiento. Esto está mal. Los cristianos normales y genuinos no debemos hacer esto. Si alguien nos aconseja que cambiemos y seamos más humildes, nos parece que es un buen consejo dado por amor y en amor. Podemos aceptar este consejo y ofrecer una oración, diciendo: “Señor, ayúdame”, y tal vez muy pronto nuestra actitud cambie. No obstante, esto es solamente un mejoramiento de conducta. Esto no es la enseñanza de Cristo, sino la enseñanza de la filosofía ética, semejante a la enseñanza de Confucio.
Quizás alguien pregunte: “¿No nos enseña la Biblia que debemos ser humildes?”. Sí, lo enseña, pero no a manera de comportamiento, sino a la manera de Cristo. Lo que necesitamos es que alguien nos ayude a tener contacto con el Señor. Si un hermano conoce adecuadamente cómo contactar al Señor, él nos debe ayudar a tener contacto con el Señor, a abrirnos a Él a fin de que Él entre más y más en nosotros a fin de llenarnos, saturarnos, impregnarnos y absorbernos en Su persona misma. Entonces espontáneamente cambiaremos, debido a la propagación de Cristo como vida que llena la necesidad de humildad que hay entre los hermanos. Esta humildad es el Cristo que se propaga y se expresa a Sí mismo desde nuestro interior. Entonces experimentaremos el crecimiento de vida, en vez de una simple mejora del comportamiento.
Nosotros hablamos acerca de la vida interior y la vida de iglesia, pero cuanto más viajo y tengo contacto con los hijos del Señor, más preocupado y cargado me siento porque ellos sencillamente no conocen lo que verdaderamente es la vida interior y la vida de iglesia. La verdadera vida interior no tiene nada que ver con la conducta. La verdadera vida interior es algo que procede por completo de Cristo.
Después de que fui salvo, me senté a los pies de varios maestros. De Juan 13 y 15, a veces ellos recalcaban que debíamos amarnos unos a otros. Nos enseñaban que debíamos lavarnos los pies unos a otros para mostrar que nos amábamos, y en ocasiones ellos lo practicaban. En ese tiempo fui convencido por su enseñanza, porque aparentemente ésta era la palabra del Señor Jesús. Sin embargo, un día descubrí que en ese mismo capítulo, Juan 15, el Señor Jesús dijo que separados de Él nada podíamos hacer (v. 5). Por consiguiente, el amor hacia los hermanos no debía ser algo que procede de mí; debía ser algo que procede de Cristo. Esto me desconcertó. Me parecía que yo podía hacer algo sin Cristo. Separado de Cristo, yo podía incluso ir a un hermano y lavarle sus pies. Sí, ciertamente podemos hacer muchas cosas sin Cristo, pero esas cosas no proceden de la vida. Todo lo que sea vida, debe proceder de Cristo.
Considere las ramas de un árbol. Las ramas pueden llevar muchas cosas que no son del árbol. Por ejemplo, podemos colgar un pañuelo o un sombrero en una rama. Sin embargo, esas cosas no son el fruto verdadero. Separadas del árbol, las ramas no pueden llevar fruto. Para que den fruto, ellas deben permanecer en el árbol. Sin el árbol, la rama no puede hacer nada para llevar fruto. Separados de Cristo como vida, sólo podemos mejorar nuestro comportamiento, pero no podemos tener el crecimiento de vida. El crecimiento de vida es la propagación de Cristo dentro de nosotros.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.