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Cristo es contrario a la religiónpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1012-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 1 de 14 Sección 5 de 5

LOS INVITADOS A LA FIESTA DE BODAS

En segundo lugar, somos los huéspedes que Dios ha invitado a la fiesta de bodas de Su Hijo (Mt. 22:1-10; Ap. 19:9). Dios el Padre está preparando una fiesta de bodas para Su Hijo y ha invitado a muchos a dicha fiesta. ¡Aleluya! No somos solamente los compañeros del Novio, sino también los invitados a la fiesta de bodas. ¿Ha recibido usted tal invitación? En el momento en que usted fue salvo, recibió una invitación de parte de Dios el Padre. El dijo: “Todo está listo. ¡Ven a la fiesta!” Y ahora estamos festejando. Alabamos al Señor porque cada vez que nos presentamos ante El, nos damos cuenta de que hemos venido a una fiesta. Cada vez que asistimos a una reunión, debemos estar conscientes de que estamos en una fiesta de bodas. La reunión de la iglesia no es solamente una comida, sino una fiesta, y no una fiesta ordinaria, sino una fiesta de bodas. ¿De quién es la boda? Son las bodas del Cordero. ¿Viene usted a las reuniones con la intención de enseñar o aprender algo? Debemos asistir a las reuniones para festejar. Aun mientras hablo en las reuniones, estoy festejando; festejo mucho más que todos ustedes. Tengo un tipo de disfrute en mi espíritu. Así que, en este sentido, somos los huéspedes invitados a la fiesta de bodas del Cordero.

LAS VIRGENES

En tercer lugar, somos las vírgenes que salen al encuentro del Novio (Mt. 25:1-13). En cierto sentido, el Señor Jesús como Novio está con nosotros; y en otro sentido, El está lejos, pero está por volver. En cierto sentido estamos con El y lo disfrutamos, pero en otro sentido, lo estamos esperando. Lo esperamos saliendo a Su encuentro. Ya que somos aquellos que salen al encuentro del Novio, tanto los hombres como las mujeres, somos las vírgenes. Todos somos vírgenes que salen del mundo para encontrarle. Todos somos vírgenes esperando Su venida. Esa es nuestra meta. El es el Novio que viene, y nosotros somos las vírgenes. Lo amamos, lo estamos esperando y anhelamos Su venida. Somos los compañeros del Novio, somos los huéspedes invitados a Su fiesta de bodas, y somos las vírgenes que salen del mundo para encontrarle.

Debemos estar conscientes de que nosotros, como vírgenes, no tenemos nada que ver con este mundo. Nuestra única meta y anhelo es Cristo; así que, salimos a Su encuentro. Si seguimos involucrados en las cosas de esta tierra, si nuestra meta es terrenal, nos convertimos en caballeros y no en vírgenes. En ocasiones al mirar a algunas hermanas, me digo a mí mismo: “Usted es una hermana, pero en realidad es un caballero. Está llena de aspiraciones terrenales. Usted no anhela la venida del Novio. Su anhelo es otra cosa, tal vez sea su obra misionera. Está procurando algo que no es el Señor Jesús”. Debemos ser vírgenes que no tienen nada que ver con esta tierra. Nuestra meta debe ser Su venida, nuestra meta debe ser Cristo; lo deseamos con anhelo. El es nuestro verdadero disfrute. Si ustedes no son estas vírgenes que anhelan a Cristo, se están perdiendo parte del disfrute de Cristo.

LA NOVIA

Primero somos los compañeros del Novio; después, somos los invitados; luego, somos las vírgenes; y por último, somos la novia. No somos solamente los compañeros del Novio, o los huéspedes invitados a la fiesta de bodas, o las vírgenes que lo esperan a El, ¡sino la novia misma! ¡Aleluya! (Ap. 19:7-8; 21:2, 9). Hermanos y hermanas, ¿se dan cuenta de que El representa tanto para nosotros, y nosotros somos tanto para El? El representa todo para nosotros; por esta razón, nosotros también debemos corresponderle.

CUATRO ASPECTOS QUE NOS PERMITEN
DISFRUTAR PLENAMENTE A CRISTO

Estos cuatro aspectos nos permiten disfrutar a Cristo, nuestro Novio. En el primer aspecto, somos los compañeros del Novio, quienes lo están disfrutando. En el segundo aspecto, somos los huéspedes que lo disfrutan como la fiesta. En el tercer aspecto, somos las vírgenes que disfrutan la venida del Novio. Y finalmente, todos seremos la novia que disfruta plenamente al Novio. Por tanto, si queremos disfrutar a Cristo como el Novio, debemos ser estas cuatro clases de personas para El. De esta manera, podremos disfrutar a Cristo ricamente y con dulzura. Que el Señor nos impresione con estos cuatro aspectos y nos introduzca en el pleno disfrute de El.

Si hemos de disfrutar plenamente a Cristo, debemos ser: uno de los compañeros del Novio, un invitado a la fiesta de bodas, una de las diez vírgenes y parte de la Novia. Esperamos el día en que el Novio regrese y nos lleve consigo como Su novia. Todavía no ha llegado ese día, pero desde ahora lo podemos disfrutar por lo menos en los primeros tres aspectos. Sin embargo, en ocasiones experimentamos un verdadero anticipo del disfrute que existe en el cuarto aspecto, como Su novia.


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