Pláticas adicionales sobre el conocimiento de la vidapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7126-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En 6:63 el Señor dijo: “Las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida”. Obviamente, la vida está en el Espíritu. Donde está el Espíritu, allí también está la vida. En 7:38 el Señor dijo: “El que cree en Mí [...] de su interior correrán ríos de agua viva”. Los ríos no son otra cosa que el Espíritu del Cristo resucitado que fluye desde el interior del hombre. En otras palabras, después de la muerte, la resurrección y la glorificación de Cristo, el Espíritu de vida, el Espíritu de resurrección, entra en el hombre y llega a ser los ríos de agua viva que fluyen de su interior. Por lo tanto, no podemos separar la vida del Espíritu; la vida está con el Espíritu. Cuando conocemos al Espíritu, conocemos la vida. Hasta ahora, hemos visto cuatro puntos principales: la vida, el Espíritu, la Palabra y la resurrección. El Evangelio de Juan habla primero de la vida, luego cambia de la vida al Espíritu, y después continúa diciendo que el Espíritu está en la palabra y que, en resurrección, este Espíritu llega a ser los ríos de agua viva que fluyen del interior del hombre.
Juan 1 empieza diciendo: “En el principio era la Palabra”. La palabra griega traducida Palabra aquí es lógos, que puede ser comparada a “palabras grandes”; pero la expresión griega traducida palabras en el capítulo 6 es réma, que puede ser comparada a “palabras pequeñas”. Lógos puede ser comparado a un cordero, y réma, a un trocito de carne que cortamos del cordero. No podemos comernos el cordero entero, pero sí podemos cortarlo en trocitos pequeños y después cocinarlos para comerlos. La Palabra que se hizo carne en el capítulo 1, la cual es comparable a un cordero entero, es inmolada y cortada en trocitos en el capítulo 6. En los versículos 50 y 51, el Señor dijo que Él es el pan que descendió del cielo, lo cual indica que Él es el alimento del hombre. En el versículo 55 Él también dijo: “Mi carne es verdadera comida, y Mi sangre es verdadera bebida”. Separar la sangre de la carne es un indicio de muerte y alude al proceso de ser inmolado. Si el Señor fuese un cordero “entero”, sería imposible que el hombre le comiera; así que, Él tenía que ser inmolado y procesado a fin de ser comido por el hombre y llegar a ser la vida de éste.
Cuando el Señor les dijo a los judíos: “Mi carne es verdadera comida [...] el que me come, él también vivirá por causa de Mí” (vs. 55, 57), ellos quedaron perplejos. Se preguntaban cómo el Señor podría dar a comer al hombre Su carne y cómo éste podría tener vida al comer Su carne. La respuesta a esto se halla en el versículo 63: “El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida”. El Señor se estaba refiriendo al hecho de que Sus palabras, el réma, son espíritu y que el Espíritu es el que da vida. Las palabras del Señor son espíritu y son vida. Por lo tanto, en este capítulo podemos comparar las palabras del Señor a la “carne” cortada en trocitos pequeños que podemos comer; de ahí que sean “palabras pequeñas”, réma, que son diferentes de las “palabras grandes”, lógos, del capítulo 1. Mediante el proceso de la muerte del Señor, lógos llegó a ser réma. Un cordero entero llegó a ser pequeños trozos de carne, y las palabras grandes llegaron a ser palabras pequeñas. De este modo, Él pudo entrar en el hombre para ser su vida.
El Señor es la Palabra que era en el principio (1:1). Como Cordero de Dios (v. 29), Él pasó por un proceso para ser el alimento del hombre (6:51) a fin de que éste le comiera y recibiera. Después que un cordero es inmolado y nosotros lo comemos, el cordero entra en nuestro ser. Sin embargo, después que lo comemos, ¿desaparece el cordero? ¡No! En vez de ello, el cordero entra en nosotros, llega a ser nosotros y ahora “vive” en nosotros. El cordero ha llegado a ser nosotros y vive en nosotros para ser nuestra vida; así que el cordero no ha desaparecido. ¿Qué es lo que ha llegado a ser vida en nosotros? En términos espirituales, es la resurrección. La muerte es un proceso por el cual el cordero pasó, y ahora el cordero resucitado está dentro de nosotros.
En Juan 12:24 el Señor dijo: “Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”. Con respecto al grano de trigo, llevar mucho fruto significa producir muchos granos, es decir, entrar en muchos granos. El Evangelio de Juan es un relato de cómo el Dios que era en el principio se hizo carne, y cómo, al ser inmolado, se hizo “carne” comestible para que nosotros los que creemos en Él le comamos y digiramos, de modo que Él pueda estar con nosotros para siempre y nunca más dejarnos. Esto se llama la resurrección. La resurrección es el Señor mismo que entra en nosotros y vive en nosotros. Es por ello que en el Evangelio de Juan no se encuentra el relato de la ascensión del Señor. Sólo nos dice que Él se hizo carne, que pasó por la muerte, y que dio un giro para entrar en nosotros y vivir en nosotros. Esto es la resurrección.
¿Cómo entró el Señor en nosotros? ¿Cómo dio Él este giro para entrar en nosotros? En el Evangelio de Juan, Él dio varios giros. El primer giro ocurre en el capítulo 1: la Palabra se hizo carne para introducir a Dios en el hombre. El segundo giro ocurre en el capítulo 14: el Señor en la carne se hizo el Espíritu por medio de la muerte y la resurrección. Debemos recordar que la resurrección es el Espíritu Santo y que el Espíritu Santo es la resurrección. En el capítulo 7 el Señor unió la resurrección, el Espíritu Santo y la glorificación: “Aún no había el Espíritu, porque Jesús no había sido aún glorificado” (v. 39). Luego en el capítulo 14 el Señor explicó aún más claramente cómo Él llegó a ser el Espíritu. Éste es un gran giro que se da en el Evangelio de Juan.
En el capítulo 14 el Señor habló de Su transfiguración de la carne al Espíritu. El Señor les dijo a los discípulos que Él se iría y esto los preocupó (vs. 1-2). Su ida se refiere a Su muerte. Sin embargo, Él también dijo: “No os dejaré huérfanos; vengo a vosotros” (v. 18). Su venida a nosotros se refiere a Su resurrección. En Juan 14 no se menciona ni la ascensión del Señor ni Su segunda venida. Los maestros de la Asamblea de los Hermanos, aunque son muy ricos en cuanto a la verdad, cuando interpretan la venida del capítulo 14, dicen que ésta se refiere a la segunda venida del Señor, lo cual es incorrecto. En el capítulo 14 la ida se refiere a la muerte del Señor y la venida se refiere a Su resurrección. Su ida y Su venida denotan Su muerte y Su resurrección. Él entró en la muerte estando en la carne y luego como Espíritu regresó en resurrección. Por medio de Su ida y Su venida, es decir, por medio de Su muerte y Su resurrección, Él llegó a ser el Espíritu.
Al principio, la vida del Señor era intangible, pero un día, la Palabra, que era en el principio, se hizo carne y fijó tabernáculo entre nosotros. Cuando el Señor Jesús estuvo con los doce discípulos, Él fijó tabernáculo entre ellos. Luego en el capítulo 14 Él habló de Su ida y Su venida, que se refiere a Su muerte y resurrección. Por medio de Su muerte y resurrección Él fue transfigurado de la carne al Espíritu. El capítulo 1 dice que la Palabra se hizo carne y fijó tabernáculo entre nosotros. El capítulo 14 dice que cuando el Espíritu de realidad venga, Él morará con nosotros y estará en nosotros; este morar es un morar eterno. El hecho de que llegara a ser el Espíritu, según se menciona en el capítulo 14, es algo que ocurrió en la resurrección.
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