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Tratar con nuestras partes internas para el crecimiento en vidapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7381-4
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EL ALMA TIENE TRES PARTES

La mente
es una parte del alma

El alma se compone de tres partes: la mente, la parte emotiva y la voluntad. Esto se comprueba clara y definitivamente con la Palabra de Dios. Proverbios 2:10 nos da el fundamento espiritual para probar que la mente es una parte del alma. Este versículo dice: “La sabiduría entrará en tu corazón, / y el conocimiento será grato a tu alma”. Puesto que el conocimiento es un asunto de la mente, esto prueba que la mente es una parte del alma. Proverbios 19:21 y 24:14 también nos indican que el conocimiento y la sabiduría están relacionados con el alma. Además, Salmos 139:14 dice: “Mi alma lo sabe bien”. Ya que saber es algo de la mente, esto también prueba que la mente debe ser una parte del alma. Salmos 13:2 habla de tomar consejo en el alma. Este consejo debe ser algo que consideramos en la mente. Lamentaciones 3:20 dice: “Mi alma los recuerda bien”, lo cual indica que el alma puede recordar cosas. Estos versículos nos permiten ver con claridad que la mente, como el órgano que tiene la capacidad de conocer, considerar y recordar, es una parte del alma.

La voluntad
es una parte del alma

La segunda parte del alma es la voluntad. Job 7:15 dice: “Mi alma preferiría”, y 6:7 dice: “Mi alma se niega”. Preferir o negar algo son decisiones y funciones de la voluntad. Estos pasajes muestran que la voluntad tiene que ser una parte del alma. En 1 Crónicas 22:19 se nos dice: “Ahora, aplicad vuestro corazón y vuestra alma a buscar a Jehová vuestro Dios”. Así como aplicamos nuestra mente para pensar, este versículo dice que debemos aplicar nuestra alma para buscar a Jehová. Esto por supuesto implica tomar una decisión. Que el alma tome una decisión también muestra que la voluntad es una parte del alma. Números 30:2 dice: “Cuando un hombre haga voto a Jehová, o haga juramento ligándose con obligación”. La palabra ligándose, que aparece once veces en este capítulo, literalmente significa “atar, o ligar, el alma de uno”. Ligarse en el alma implica tomar una decisión. Este capítulo de Números trata acerca de los votos hechos al Señor. Debido a que debemos tomar una decisión para ligar nuestra alma en un voto al Señor, esto también prueba que la voluntad debe ser una parte del alma. Sería beneficioso que los hermanos y las hermanas, especialmente los jóvenes, recordaran todos estos versículos. Ellos deberían tomar la carga de aprender esto.

La parte emotiva
es una parte del alma

La parte emotiva comprende muchas cosas, incluyendo el amor, el odio, el gozo y el dolor. El Cantar de los Cantares 1:7 y Salmos 42:1 nos muestran que amar es una función del alma. Esto comprueba que dentro del alma está el órgano, la función, de la parte emotiva. En 2 Samuel 5:8, Salmos 107:18 y Ezequiel 36:5 se nos muestra que odiar, aborrecer y despreciar también están en el alma. Despreciar en el alma es el odio que procede del alma. Dado que éstas son emociones, esto también prueba que la parte emotiva tiene que ser una parte del alma.

El gozo es una gran parte de nuestras emociones. Isaías 61:10 y Salmos 86:4 nos dicen que el gozo está en el alma. Esto nuevamente prueba que la parte emotiva es una parte del alma. Deuteronomio 14:26 y Jeremías 22:27 nos dicen que el alma tiene deseos y anhelos. Según las mejores traducciones y las concordancias de Strong y de Young, las expresiones ansían en Jeremías 44:14 y anhelo de sus corazones en Ezequiel 24:25 pueden traducirse literalmente como “levantar el alma”. Estos versículos nos dicen que el anhelo de la parte emotiva es algo que está en nuestra alma. Además, 1 Samuel 30:6, Jueces 10:16 y Job 30:25 hablan de sentir amargura, aflicción y tristeza en el alma.

Los versículos de las Escrituras antes mencionados, son la base para afirmar que dentro del alma tenemos tres partes: la mente, como parte rectora, con la voluntad y la parte emotiva. Éstos son los mejores versículos que prueban esto, aunque no son los únicos. Si estudiamos todas las Escrituras, difícilmente encontraremos que el alma consta de otras partes además de estas tres. Estas tres partes del alma incluyen todas las funciones del alma.

EL ESPÍRITU HUMANO
POSEE TRES PARTES, O FUNCIONES

Ahora consideraremos nuestro espíritu humano. En Dios hay tres personas; en el hombre hay tres partes, y el alma también tiene tres partes internas. Además de esto, el espíritu posee tres partes o funciones. Conforme a las Escrituras, el tabernáculo y el templo también fueron hechos de tres partes. En el edificio de Dios, el número tres es una figura básica. El arca de Noé tenía tres pisos, y en el tabernáculo vemos el número tres muchas veces. Por ejemplo, la anchura de las tablas que estaban de pie era de un codo y medio; dos tablas formaban un par y una medida completa de tres codos. Esto prueba que no podemos ser independientes. Siempre necesitamos otra mitad, tal como el Señor enviaba a Sus discípulos de dos en dos. Por nosotros mismos sólo somos un codo y medio, pero dos juntos hacemos tres codos, que es una unidad completa. Esto nos muestra que el número tres es una unidad completa en el edificio de Dios.

Las tres funciones del espíritu son la conciencia, la comunión y la intuición. Es muy fácil entender cuál es la función de la conciencia, la cual nos hace conocer lo correcto y lo incorrecto, y condenar o justificar algo delante de Dios. También es muy fácil saber lo qué es la comunión, la cual es para que podamos tener comunión con Dios, o sea tener contacto con Él. En nuestro espíritu hay una función, o una parte como un órgano, el cual tenemos a fin de tener comunión con Dios, conversar íntimamente con Dios y tener contacto con Dios, o dicho simplemente, tocar a Dios. Sin embargo, no es tan fácil conocer lo que es la intuición; es una percepción directa o un conocimiento directo. Nuestro espíritu posee esta otra parte que en muchas ocasiones es un sentir directo independiente de la razón, las circunstancias, el trasfondo o el medio ambiente. A este órgano o función lo llamamos la intuición del espíritu, junto con un sentir directo y un conocimiento directo de parte de Dios.


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