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Lecciones acerca de la oraciónpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1502-9
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III. UN HOMBRE DE ORACIÓN DEBE SER ALGUIEN
QUE ESPERA CONSTANTEMENTE ANTE DIOS

Un hombre de oración es también una persona que permanece en Dios, esperando sinceramente ante Él. Todo aquel que ha aprendido bien las lecciones acerca de la oración, siempre espera ante Dios primero y después se introduce lentamente en la oración. Este asunto se habla en los salmos donde frecuentemente encontramos la frase: “Esperad a Dios”. Cuando vamos a orar, no debemos abrir precipitadamente la boca para expresar nuestras ideas y sentimientos; más bien, debemos detenernos y poner a un lado nuestros pensamientos y sentimientos, de modo que todo nuestro ser esté en espera ante Dios.

Hay muchos ejemplos de esto en el Antiguo Testamento. Por ejemplo, Génesis 18 narra el hecho de que Dios apareció de manera especial a Abraham y que fue recibido por Abraham en su tienda. En esa ocasión Abraham sirvió ante Dios continuamente y no le pidió nada. Dios acabó de comer los panes y el becerro y habló acerca del asunto con respecto a Sara. Después que Dios se levantó para irse y Abraham caminó con Él cierta distancia, Dios se detuvo y dijo: “¿Ocultaré Yo a Abraham lo que voy a hacer?” (Gn. 18:17). En aquel momento Dios le hizo saber con claridad que Él había venido a la tierra para juzgar a Sodoma. Cuando Abraham escuchó esto, él entendió inmediatamente el deseo de Dios y supo que Él estaba preocupado por Lot, quien, aunque estaba en Sodoma, le pertenecía a Dios. Entonces Abraham oró inmediatamente conforme al interés de Dios. Esto nos muestra que él era realmente alguien que esperaba ante Dios.

Esto no quiere decir que tenemos que encerrarnos en nuestro cuarto todo el día esperando en Dios; más bien, significa que en nuestro vivir diario debe haber una porción considerable de espera ante Dios. No debemos abrir ligeramente nuestra boca ante Dios, ni pedirle algo descuidadamente; más bien, siempre debemos mantener un espíritu, una intención, una actitud y una condición que le den a Dios la oportunidad de causar que sintamos Sus mismos sentimientos y que le permitan expresar Su deseo en nuestro espíritu. Debemos esperar hasta tocar el deseo de Dios y percibir Sus sentimientos, y entonces orar; así esta oración será iniciada por Dios dentro de nosotros.

Quisiera decirles, hermanos y hermanas, que el primer buen ejemplo de oración en la Biblia es la oración de Abraham en Génesis 18. Esa oración contiene algunos principios muy importantes. Cuando el mundo entero rechazaba a Dios, había un hombre que quería a Dios. Ese hombre era Abraham. Aunque aparentemente él no vivía en Dios, en realidad él era una persona que tenía comunión con Dios y que esperaba ante Él. Cuando él vio a Dios, no dijo inmediatamente: “Jehová está aquí, los ángeles del cielo están aquí, así que quiero esto y lo otro”. No, él no pidió nada; más bien, esperó ante Dios. Él esperó fuera de la tienda, y después de andar con esos visitantes celestiales hasta cierta distancia, aún se detenía y seguía esperando ante Dios. Fue mientras él esperaba que Dios tuvo la oportunidad de decir: “¿Ocultaré Yo a Abraham lo que voy a hacer [en la tierra]?”. Y entonces Dios le reveló Su intención a Abraham.

En esa ocasión Dios le habló a Abraham en forma de una adivinanza, y no con palabras claras. Por tanto, la oración de Abraham ante Dios también fue una adivinanza, y no palabras explícitas. Al mencionar a Sodoma, la intención de Dios se centraba en Lot. Dios deseaba que alguien orara por Lot para que Él pudiera tener la oportunidad de salvarle. Abraham conocía el corazón de Dios, y cuando escuchó a Dios mencionar a Sodoma, inmediatamente recordó a Lot, quien se hallaba enredado en Sodoma, y comenzó a orar por él ante Dios. La cosa extraña es ésta, que ni Dios ni Abraham mencionaron el nombre de Lot. ¿Cómo sabemos entonces que Abraham oraba por Lot? Porque hay versículos en el capítulo 19 que dicen que, cuando Dios acabó con todo el valle y con la ciudad de Sodoma, Él se acordó de Abraham y salvó a Lot sacándolo de esa ciudad. Por esto sabemos que la oración de Abraham ante Dios y la intercesión con la cual Dios cargó a Abraham estaban centradas en Lot. Ni Dios ni Abraham mencionaron el nombre de Lot; sin embargo, el corazón de Dios y el corazón de Abraham estaban centrados en Lot.

Abraham pudo hacer tal oración que tocó el corazón de Dios porque él era alguien que esperaba ante Dios. No tenía muchas opiniones, súplicas, peticiones ni sugerencias; más bien, detenía las actividades de su propio ser ante Dios. Él esperó ante Dios, dándole la oportunidad de hablar, y después oró conforme a lo que Dios dijo. Por tanto, un hombre de oración ciertamente es alguien que es capaz de esperar ante Dios. Ésta es una lección muy profunda que necesitamos aprender cabalmente. Un hombre que va ante Dios a orar debe frenar todo su ser. Es decir, su parte emotiva, su mente y su voluntad deben detenerse en gran medida. Sólo una persona así, que incluso detiene las actividades de su propio ser, puede esperar ante Dios.


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