Ser liberados de los ritos religiosos y andar conforme al Espíritupor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-8302-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El Evangelio de Mateo muestra cuánto Cristo está en contra de la religión. Mateo 1, 2, 3, 9 y 12 muestran que todas las cosas relacionadas con el Señor Jesús tuvieron lugar fuera de la religión. El nacimiento del Señor ocurrió fuera de la religión. Él fue buscado y hallado fuera de la religión. Le siguieron, sirvieron y cuidaron fuera de la religión. Él incluso fue presentado fuera de la religión. Todo lo relacionado con Él fue contrario a la religión. Él rechazó la religión antigua y también puso a un lado la nueva religión. A Él no le interesó ni la religión de los fariseos ni la religión de Juan el Bautista. Fuera de la religión Él desea ser todo para nosotros.
Él es el Novio, el paño nuevo, el vestido nuevo, el vino nuevo y el odre nuevo. Además, Él es el verdadero David, el templo mayor, el Señor del Sábado, Aquel que es más que Jonás y más que Salomón. Nuestro Señor es el Novio para que le apreciemos. Él es el paño nuevo con el cual se hace un vestido nuevo para que nos revistamos de Él a fin de estar en Su presencia. Él también es el vino nuevo que podemos disfrutar como nuestro gozo y satisfacción a fin de que tengamos vida y seamos fuertes. Él incluso es el odre nuevo para sostener y preservarnos. Él es el verdadero David y, como tal, nos satisface; como templo mayor, Él nos libera; como Señor del Sábado, Él nos da reposo; como Aquel que es más que Jonás, Él nos da la vida crucificada y resucitada; y como Aquel que es más que Salomón, Él nos da sabiduría.
Un día Pedro recibió la revelación de que el Señor Jesús es el Hijo del Dios viviente. Aquel en quien creemos y a quien seguimos es el Hijo del Dios viviente. En Mateo 16:13 Jesús y Sus discípulos fueron a la región de Cesarea de Filipo, que queda al borde de la Tierra Santa. El templo santo está en la ciudad santa, y la ciudad santa está en la Tierra Santa. Todo lo que está fuera de la Tierra Santa constituye la tierra de los gentiles. Cesarea de Filipo no puede considerarse como una tierra gentil, pero está muy cerca de la tierra gentil, pues está al borde de la Tierra Santa. Si deseamos conocer al Señor Jesús, tenemos que estar fuera de la religión; no debemos permanecer en el templo santo y en la ciudad santa. Sin embargo, no es suficiente dejar el templo santo y la ciudad santa; también debemos dejar la Tierra Santa y seguir a Cristo a una esfera que está fuera de la religión. El Señor Jesús llevó a Sus discípulos a la región de Cesarea de Filipo con la intención de sacarlos completamente de su trasfondo religioso, es decir, de la atmósfera, el ambiente y la influencia propios de la religión a fin de que ellos pudieran desprenderse de ella.
Mientras tengamos aunque sea un pequeño concepto religioso, tendremos un velo que nos cubre. Este velo impedirá que conozcamos al Señor Jesús. No deberíamos pensar que los incrédulos son los únicos que no conocen al Señor Jesús. Las personas en el cristianismo no necesariamente conocen al Señor Jesús. El “ismo” del cristianismo es un velo. El Señor nos tiene que sacar de la religión. El Señor y Sus discípulos vinieron a la región de Cesarea de Filipo. Las palabras a la región indican que ellos estaban en una esfera. En esta esfera no había ninguna atmósfera religiosa, ningún ambiente religioso, ningún trasfondo religioso y ninguna influencia religiosa. El velo religioso estaba ausente.
En Cesarea de Filipo el Señor Jesús cuestionó a Sus discípulos, diciendo: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?” (v. 13). Ellos dijeron: “Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o uno de los profetas” (v. 14). En la esfera de la religión, las personas están llenas de conceptos religiosos y figuras religiosas. Juan el Bautista era una figura religiosa nueva, Elías fue el mayor de los profetas del Antiguo Testamento, seguido por Jeremías, y hubo otros profetas que también eran considerados como grandes figuras religiosas. Es así como las personas religiosas veían al Señor Jesús.
El Señor luego se dirigió a Sus discípulos y les preguntó: “Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo?” (v. 15). Pedro respondió, diciendo: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (v. 16). Esto fue una revelación. No fue una tradición, enseñanza, regulación o religión. Todos nosotros debemos recibir una revelación acerca de quién Cristo es. Cristo es el Hijo del Dios viviente. Él no es meramente el Hijo de Dios; Él es el Hijo del Dios viviente.
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