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Estudio-vida de Juanpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3245-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 19 de 51 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE JUAN

MENSAJE DIECINUEVE

LA NECESIDAD DE LOS QUE ESTÁN
BAJO LA ESCLAVITUD DEL PECADO:
SER LIBERTADOS POR LA VIDA

(1)

En este Evangelio han sido seleccionados nueve casos que demuestran que el Señor Jesús es la vida y el suministro de vida para el hombre. Los primeros seis casos, hallados en los capítulos del 3 al 7, forman un grupo de señales, las cuales indican que, por el lado positivo, el Señor es nuestra vida y nuestro suministro de vida para regenerarnos, satisfacernos, sanarnos, darnos vida, alimentarnos y saciar nuestra sed. Los últimos tres casos, hallados en los capítulos del 8 al 11, forman un grupo de señales, las cuales indican que, por el lado negativo, el Señor es la vida que nos libera de las tres cosas negativas principales: el pecado, la ceguera y la muerte.

Como seres humanos caídos, somos constantemente perturbados por el pecado, la ceguera y la muerte. La ceguera, en realidad, significa tinieblas. Cuando uno está ciego, se encuentra en tinieblas, porque nada causa más tinieblas que la ceguera. La ceguera, las tinieblas y la muerte provienen del pecado, el cual es el factor básico de las mismas. Si somos pecaminosos, ciertamente estamos ciegos, porque la ceguera siempre está ligada a los asuntos pecaminosos. El pecado produce la muerte, pero entre el pecado y la muerte siempre está la ceguera. Después de haber pecado y antes de cosechar la muerte, uno está en tinieblas. Por lo tanto, el pecado, la ceguera y la muerte son tres problemas negativos que el Señor tiene que resolver; y la única manera en que pueden ser resueltos es que el Señor llegue a ser nuestra vida eterna y celestial.

El caso presentado en el capítulo 8 de Juan, el séptimo de los nueve casos, trata por completo el asunto del pecado. Ningún otro capítulo en toda la Biblia trata el problema del pecado tan amplia y completamente como el capítulo 8 de Juan. En este capítulo encontramos la respuesta para todos los problemas del pecado. Como veremos a continuación, en los capítulos 9 y 10, la ceguera es tratada cabalmente. Finalmente, el capítulo 11 se ocupa en detalle del asunto de la muerte. Después del capítulo 11 no encontramos ningún caso adicional, porque todos los casos positivos han sido presentados y todos los asuntos negativos han sido concluidos. Ahora veamos cómo el Señor como vida resuelve el primer asunto negativo: el pecado.

I. LA RELIGIÓN DE LA LEY ES CONTRARIA
AL GRAN YO SOY

Este caso revela que la religión de la ley (8:5, 17), según la representa el templo (vs. 2, 20), no puede librar al hombre del pecado y de la muerte; pero el Señor Jesús, el Yo Soy, quien llegó a ser el Hijo del Hombre y quien fue levantado en la cruz por causa de las personas envenenadas por la serpiente, puede hacer lo que la religión y la ley no pueden. La religión de guardar la ley es contraria al gran Yo Soy. Este capítulo revela que hay dos asuntos entre los seres humanos que moran en la tierra: una religión y una Persona viviente. Esta religión es excelente, elevada y superior. No se trata de una religión pagana o supersticiosa, sino de la religión típica, la cual ayuda a los hombres a adorar a Dios, a conocerle en una forma externa de letras, y a guiar a las personas a guardar la ley de Dios, a fin de agradarle a Él, y de perfeccionarse a sí mismos. Esta religión es la mejor, y todos los judíos típicos están orgullosos de ella. Al analizar la religión ortodoxa de los judíos, nos damos cuenta que ésta es la religión más elevada. No es una religión falsa, sino completamente verdadera y genuina. Todo lo relacionado con esta religión es lo mejor y tiene muchos asuntos santos; entre los cuales se encuentra la Palabra santa de Dios. Nadie puede negar esto.

La religión judía es la única religión verdadera. El islamismo es sólo una falsificación del judaísmo, y el Corán, la Biblia de los musulmanes, es una falsificación del Antiguo Testamento y de una parte del Nuevo Testamento. Mahoma no compuso nada nuevo. Él simplemente copió el Antiguo Testamento y parcialmente el Nuevo Testamento. Así que, el islamismo es una religión falsificada. Además del judaísmo y el islamismo, no hay más religiones. El budismo no es una religión típica, es una tontería. La religión ayuda a los hombres a adorar a Dios enseñándoles la manera apropiada de hacerlo. Sin embargo, en el budismo no hay Dios. En el budismo todos pueden llegar a ser un Buda. Según la enseñanza del budismo, si uno practica hasta alcanzar cierto grado de perfección, puede llegar a ser un Buda. Esto no tiene sentido en absoluto y no contiene ninguna enseñanza correcta. Por esto, el budismo no debe ser considerado como una religión. ¿Y qué diremos de las enseñanzas de Confucio? Éstas no son una religión, sino enseñanzas éticas. Las enseñanzas de Confucio le informan a los hombres cómo deben comportarse, pero no les dicen cómo deben adorar a Dios. Nunca debemos considerar las enseñanzas de Confucio como una religión. Por lo tanto, en la tierra únicamente hay una religión típica, genuina y verdadera, y ésta es la religión formada por los judíos en conformidad con la Palabra santa. El cristianismo, incluyendo al catolicismo, es un resultado del judaísmo. Así que, existe sólo una religión típica sobre la tierra, el judaísmo.

Hay una sola Biblia. Ya hemos hecho notar que el Corán es una falsificación satánica de la Palabra santa. Nadie podría inventar algo como la Biblia. ¿Quién podría escribir otra Biblia? ¿Acaso podrían hacerlo Platón o Confucio? Nadie puede hacerlo porque hay un solo Dios, y sólo Él podría escribir un libro tan maravilloso. Ya que Dios nunca escribiría otra Biblia, nunca habrá otra. Nadie podría hacerlo. Cualquiera que fuera capaz de escribir un libro como la Biblia estaría capacitado para ser Dios. ¿Quién podría imitar este libro? ¿Quién podría igualar la profundidad de su sabiduría? Si usted puede hacerlo, debe ser Dios. ¿Cree que el Evangelio de Juan fue escrito meramente por un pescador de Galilea? ¿Cree que Juan podría escribir tal libro por sí mismo? “En el principio era el Verbo ... y el Verbo era Dios”, “Yo soy la luz del mundo”, “Yo soy el pan de vida”, “Yo puedo darles el agua viva”. Sólo el Señor Jesús puede decir tales cosas. Sólo Él podría escribir un libro como el Evangelio de Juan.

Sin embargo, los elegidos de Dios, Su pueblo escogido, tenían un concepto equivocado. Ellos no prestaron la debida atención al punto principal: Dios mismo en el Hijo y como el Espíritu desea entrar en el hombre para ser su vida y todo para él. El pueblo de Dios no le dio al blanco, prefiriendo reunir todos los preceptos, las leyes, y otros puntos buenos e integrarlos para formar con ellos una religión con la cual matarse el uno al otro. ¡Qué lamentable! De manera que, en los tiempos de Juan 8 había dos entidades en la tierra: una religión y una Persona viviente. Todos debemos ver este contraste.

La religión judía era genuina y maravillosa. Era buena en todos los aspectos, excepto en uno: era contraria al gran Yo Soy. La religión puede ser buena, pero no puede darle vida. No puede ayudarle porque usted está muerto. Una persona muerta no necesita nada bueno, lo que necesita es algo de vida. Sólo la vida puede ayudar a un muerto. Supongamos que le decimos a un muerto: “Pobre hombre, aquí tienes diamantes y oro. No debes estar muerto. ¡Mira el oro, qué valioso! ¡Mira los diamantes, cuán preciosos!”. Sería necio hablarle a un muerto de esta manera. Él no podría oír nada. En el capítulo 5 vimos los pórticos del estanque, en donde estaban los ciegos, los cojos y los paralíticos. Si les predicáramos a tales personas, ellos dirían: “No desperdicie su tiempo, yo no necesito nada bueno, lo que necesito es vida”.

¿Quién es el Señor Jesús? Él es Jehová mismo, el Yo Soy. Según Génesis 1 el nombre de Dios con respecto a Su creación es Elohim, Dios. Sin embargo, después de la creación, en Génesis 2, cuando Dios comienza a establecer una relación con el hombre, otro nombre de Dios es mencionado: Jehová, Yo Soy el que Soy. Jehová es el nombre de Dios en Su relación con la humanidad. En los tiempos a los cuales Juan 8 se refiere, Jehová estaba allí en la forma de un pequeño hombre llamado Jesús, que significa, Jehová el Salvador. Una vez más les digo que deben aprender la lección de no guiarse por la apariencia externa. Si ustedes se preocupan solamente por la apariencia externa, ciertamente errarán el blanco. Los judíos religiosos de aquellos días no le dieron al blanco porque menospreciaron a ese pequeño hombre Jesús, el cual no tenía apariencia ni belleza ni atractivo; no obstante, Él era el gran Yo Soy.


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