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Tratar a todos los creyentes genuinos
según Cristo

Después de recibirlos, aún tenemos que tratar a todos los creyentes genuinamente salvos según Cristo. Romanos 15:5 dice: “Pero el Dios de la perseverancia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús”. Dios ha dispuesto que Cristo Jesús sea la norma en la vida de iglesia. En la vida de iglesia, todo debe ser según Él, y no según las doctrinas y el conocimiento. No importa cuán diferentes sean los demás en sus opiniones doctrinales o prácticas religiosas, debemos aprender a relacionarnos con ellos según Cristo. Debemos relacionarnos con ellos no sólo según la mente de Cristo, sino según Cristo mismo. De este modo, podremos tener el mismo pensamiento.

Andar conforme al amor

En 14:15 Pablo dijo: “Pero si por causa de la comida hieres a tu hermano, ya no andas conforme al amor”. No importa cuán diferentes sean los demás en sus conceptos o prácticas, no debemos criticarlos ni juzgarlos. De lo contrario, no estaremos andando conforme al amor, y estaremos poniendo tropiezos ante los demás de tal modo que tropiecen, perjudicando así la vida propia del Cuerpo.

Vivir a la luz del tribunal de Dios

Romanos 14:10 también nos dice que no debemos juzgar a los demás en nada, porque “todos compareceremos ante el tribunal de Dios”. Un día, el tribunal de Dios pondrá de manifiesto todas nuestras obras y acciones. Por lo tanto, hoy tenemos que vivir y laborar a la luz del tribunal de Dios en todo.

Llevar una vida que corresponde al reino de Dios

Hoy en día, en el recobro del Señor, lo más importante es guardar la unidad del Cuerpo de Cristo. Esta unidad es diferente de la acción de ser unidos. Ser unidos significa que un buen número de personas decide unirse. Pero la unidad consiste en permitir que una sola persona, el Cristo pneumático, viva en nosotros a fin de que podamos hacerlo todo según Dios y Cristo y podamos ser edificados en el Cuerpo para llevar la vida que es propia del reino de Dios. Romanos 14:17 dice: “Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”. El reino de Dios es la esfera en la que Dios ejerce Su autoridad y donde expresa Su gloria y lleva a cabo Su voluntad. Esto no tiene que ver con la comida ni la bebida, sino con la justicia, la paz y el gozo en el Espíritu Santo. Los que vivimos en el reino de Dios debemos ser rectos y apropiados con los hombres, con todas las cosas y con Dios. No debemos cometer errores, ni tener prejuicios ni desviarnos. De este modo, tendremos paz, lo cual nos permitirá tener una relación apropiada con los demás y con Dios. No habrá críticas ni disputas. Si somos rectos con los hombres y con Dios, y estamos en paz con todos los hombres, tendremos gozo en el Espíritu Santo. De esta manera, tendremos la realidad de la vida propia del reino.

Todas las iglesias y todos los santos
de toda la tierra viven
en una sola comunión universal

En todo el capítulo 16 de Romanos, podemos ver que todas las iglesias y todos los santos de toda la tierra viven en una sola comunión universal (vs. 1-27). Cuando Pablo escribió el libro de Romanos, Corinto y Roma estaban geográficamente muy lejos la una de la otra. Los medios de comunicación no estaban avanzados. Sin embargo, en los numerosos saludos de Pablo en los versículos del 1 al 27 él mencionó muchos nombres. Aunque él nunca estuvo en Roma, había muchas personas en Roma que lo conocían. Esto nos muestra que aunque las iglesias en ese entonces se manifestaban en diferentes localidades, y había santos en toda la tierra, aun así todos ellos vivían en la única comunión del Cuerpo. En cualquier nación o región en que se hallaran las iglesias, ellas seguían siendo un solo Cuerpo. Todos los santos son miembros de este Cuerpo, y viven en la unidad de este Cuerpo de Cristo.

Apartarse de los que causan divisiones

En 16:17 Pablo dijo: “Ahora bien, os exhorto, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la enseñanza que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos”. En el capítulo 14, en cuanto a recibir a los que tienen doctrinas y prácticas diferentes a las nuestras, Pablo fue muy tolerante y flexible. Pero aquí, él enfáticamente nos exhorta a que nos apartemos de los que tienen opiniones discrepantes y que causan divisiones y tropiezos. Ambos aspectos son necesarios para guardar la unidad del Cuerpo de Cristo, a fin de poder llevar una vida de iglesia apropiada.

EL RESULTADO

Si vivimos en la unidad del Cuerpo de Cristo y expresamos este Cuerpo en las diferentes localidades, el resultado será el siguiente: (1) Dios aplastará a Satanás bajo nuestros pies (v. 20a), (2) disfrutaremos la gracia de Cristo y la paz de Dios (v. 20b) y (3) daremos gloria al único y sabio Dios (vs. 25-27). Éste es el punto culminante en nuestra vida de iglesia. No importa cuántos santos o cuántas iglesias locales haya sobre la tierra, en los diferentes lugares todos daremos gloria al único y sabio Dios. Este Dios es Aquel que nos dio a Jesucristo, según la revelación del misterio, mantenido en silencio desde tiempos eternos, quien también nos salvó y regeneró, y mediante Su impartición divina continuamente nos está santificando, renovando y transformando, y finalmente nos glorificará y conformará a la imagen del Hijo primogénito de Dios, introduciéndonos en la gloria. Ahora todos nosotros estamos en este Cuerpo de Cristo, glorificando a nuestro Dios hasta la eternidad.

(Mensaje dado por el hermano Witness Lee en Sibu, Malasia el 29 de octubre de 1990).