Base para la obra edificadora de Dios, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7268-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Por esta razón, Pablo dijo: “Y en este [tabernáculo] también gemimos, deseando ser revestidos de nuestra habitación celestial; para que, estando así vestidos, no seamos hallados desnudos. Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos abrumados; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos” (vs. 2-4a). Ser desnudado significa morir, y ser revestido significa ser transfigurado. El deseo de Pablo no era que no fuese desnudado, sino revestido, esto es, que lo mortal fuese absorbido por la vida (v. 4b).
Creo que ahora los hermanos y hermanas entienden esto más claramente. Sin embargo, hay otros dos versículos en las Escrituras que fácilmente suscitan discusiones y, por tanto, merecen nuestra atención. Uno es Filipenses 1:23. Allí Pablo dice que él tenía el “deseo de partir y estar con Cristo, pues esto es muchísimo mejor”. Basados en este versículo, algunos han dicho: “Si esto no se refiere a ir a una mansión celestial, ¿entonces a qué se refiere? Usted dice que los creyentes están en el Hades después que mueren, pero Pablo dijo que cuando los creyentes mueren están con Cristo y que esto es muchísimo mejor. ¿Cómo explica usted esto? ¿Puede alguien estar con Cristo y al mismo tiempo no estar en la mansión celestial?”
Ésta es nuestra respuesta: una persona puede estar con el Señor sin ir a una mansión celestial. Estar con el Señor es una cuestión relativa, y no absoluta. Incluso hoy en día, nosotros estamos con el Señor. Por lo tanto, aquí se refiere a una cuestión de grado. No podemos usar el hecho de que una persona está con el Señor para concluir que ella está en una mansión celestial. A fin de sacar una conclusión con respecto a este asunto tenemos que volver a las palabras de toda la Biblia.
Todos sabemos que nuestro cuerpo es físico y que nuestro espíritu es espiritual. Mientras nuestro espíritu está en nuestro cuerpo, estamos en el mundo físico. Ahora, si bien tenemos la presencia del Señor en nuestro espíritu, esta presencia es muy limitada debido a la restricción del mundo físico. Sin embargo, después que muramos y seamos liberados del mundo físico, llegaremos a ser, por un lado, espíritus incorpóreos, pero por otro seremos liberados de la restricción del mundo físico y entraremos en el mundo espiritual. Para entonces, obviamente estaremos con el Señor mucho más cerca que en el mundo físico.
Por lo tanto, estar con el Señor no sirve para demostrar que estaremos en una mansión celestial con el Señor. Lo que esto quiere decir es que partiremos del mundo físico y entraremos en un mundo espiritual para disfrutar aún más el estar con el Señor. Permítanme usar el siguiente ejemplo. Hoy todos estamos en China, pero quizás el próximo mes ustedes vayan a los Estados Unidos. En los Estados Unidos hay muchas ciudades, como por ejemplo, Nueva York y San Francisco. Aunque usted esté en los Estados Unidos, es posible que no esté en Nueva York, sino en San Francisco. En términos generales, usted está en los Estados Unidos; pero hablando específicamente, usted está en uno de los muchos lugares de los Estados Unidos. De la misma manera, cuando partimos del mundo físico y entramos en el mundo espiritual, eso no necesariamente significa que estemos en un lugar específico.
Otro versículo de las Escrituras es 1 Tesalonicenses 4:14, que dice: “Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron por medio de Él”. Algunos tal vez respondan y digan: “Usted dice que las personas salvas que murieron no se fueron al cielo, pero aquí dice claramente que el Señor Jesús los traerá consigo a Su venida. Cuando el Señor Jesús regrese, ¿no va a venir Él del cielo? Por lo tanto, según este versículo, hoy ellos ya están con el Señor en el cielo”.
Para resolver este problema, quisiera pedirles que lean el texto del siguiente versículo: “Por lo cual os decimos esto en virtud de la palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con exclamación de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo” (vs. 15-16a). Sin lugar a dudas, cuando el Señor regrese, Él vendrá del cielo. El versículo 16 concluye, diciendo: “Y los muertos en Cristo resucitarán primero”. Aquí el texto griego dice “se levantarán”, no “resucitarán”. Tengan en cuenta que el versículo 14 dice que ellos serán traídos con el Señor Jesús, mientras que este versículo dice que ellos “se levantarán” primero. El versículo 17 dice: “Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes al encuentro del Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”.
Creo que al leer estos versículos, ustedes, hermanos y hermanas, entenderán claramente que cuando el Señor regrese, los que durmieron en el Señor (los que están muertos) se levantarán primero, y entonces ellos serán arrebatados junto con los creyentes que estén vivos. Si los creyentes que han muerto ya estuvieran en el cielo esperando a que el Señor los traiga con Él a Su regreso, ¿aún necesitarían ser levantados? Eso no implicaría el hecho de subir, sino de descender.
El significado verdadero de este pasaje de la Palabra es que, hasta el tiempo de la venida del Señor, los cuerpos de todos los santos que murieron todavía estarán dentro de la tierra, y sus espíritus estarán en el Paraíso, en el corazón de la tierra. Por ello, cuando el Señor Jesús descienda del cielo en Su segunda venida, sus cuerpos se levantarán de la tierra, y sus espíritus también saldrán del Paraíso en el Hades para ser revestidos de un cuerpo resucitado. Entonces ellos, junto con los santos que aún viven y hayan sido transfigurados, serán llevados arriba a las nubes para ir al encuentro del Señor. Como pueden ver, aquí todavía dice que ellos van al encuentro del Señor. Esto también demuestra que ellos no se han encontrado con el Señor antes de Su venida.
Aquí dice que Dios los traerá con Jesús. Eso tampoco es difícil de entender. Cuando el Señor Jesús regrese, ése será también el tiempo de la resurrección de los creyentes que murieron, y, por tanto, ellos también vendrán con el Señor Jesús. Cuando el Señor Jesús regrese, ése será también el momento en que ellos vendrán. A la venida del Señor Jesús, así como Dios traerá al Señor Jesús, traerá también con Él a los creyentes que han muerto. Estas cosas nos aportan aún menos prueba de que los creyentes que han muerto están con el Señor Jesús en el cielo. Supongamos que su padre está en los Estados Unidos y que su madre está en Japón. El día en que su padre regrese, su madre también regresará con él. ¿Es el hecho de que regresen juntos una prueba de que su madre estaba en el mismo lugar que su padre? La respuesta es obvia.
Además, aquí dice claramente que el Señor Jesús y los creyentes que han muerto están en dos lugares. Por un lado, dice que el Señor Jesús descenderá del cielo y, por otro, dice que Él vendrá con los creyentes que murieron. Él no descenderá inmediatamente a la tierra, sino que primero descenderá al aire, y entonces los creyentes que han muerto se levantarán de la tierra para ser resucitados y transfigurados, y entonces ellos serán llevados arriba a las nubes junto con los creyentes que viven, para ir al encuentro del Señor. Por consiguiente, ustedes pueden ver las dos venidas de dos direcciones. El Señor Jesús descenderá de los cielos, y los creyentes que han muerto se levantarán y saldrán de la tierra.
Creo que ahora los hermanos y hermanas deben tener claro que hoy los creyentes que han muerto todavía están en el Paraíso, en el corazón de la tierra, aguardando la venida del Señor. Cuando el Señor regrese, ellos se levantarán del corazón de la tierra y serán revestidos de un cuerpo resucitado para llegar a ser una persona completa. Ese día, delante de Dios, ellos serán completamente librados de la muerte, revestidos de un cuerpo glorioso, y llevados arriba a los cielos para estar siempre con el Señor. Sin embargo, no olviden que el arrebatamiento a los aires en aquel tiempo será algo transitorio, pues la Nueva Jerusalén descenderá del cielo (Ap. 21:2). Por lo tanto, nuestra morada eterna no es el cielo.
Es imprescindible ver que la morada que Dios nos ha preparado en la salvación que Él efectúa no está en el cielo. La morada que Dios nos ha preparado es Dios mismo. Dios desea salvarnos para introducirnos en Él mismo, de modo que le tomemos como nuestra morada. A diferencia del cristianismo degradado y deformado de hoy, Dios no le da mayor importancia a una mansión celestial. En el texto original de la Biblia, tenemos cielo, y no “mansión celestial”. En la versión de la Biblia en chino, la frase mansión celestial se menciona dos veces, una vez en Hebreos 9:24 y otra vez en 1 Pedro 3:22. En ambos lugares el texto original dice “cielo”. El cielo se menciona muchísimas veces en las Escrituras, pero no sé por qué los traductores de la versión de la Biblia en chino tradujeron esta palabra “mansión celestial” en estos dos pasajes específicos. La frase mansión celestial es una expresión que se usa en el budismo. En las santas Escrituras sólo tenemos el cielo, que es el tercer cielo, la morada actual de Dios. Un día todos los creyentes que han muerto serán resucitados, y los que aún viven serán transfigurados, y todos ellos serán revestidos de un cuerpo glorioso y estarán con el Señor. Después, la Nueva Jerusalén descenderá del cielo, y Dios morará con nosotros en la Nueva Jerusalén por la eternidad. Por consiguiente, la Nueva Jerusalén será la morada eterna de Dios y nosotros.
Esto es un asunto misterioso que no podemos comprender cabalmente. Nuestra morada es Dios mismo, y la morada de Dios son los salvos. Si ustedes leen Apocalipsis 21, verán que una ciudad está allí, pero no vemos a las personas que moran en ella, porque los moradores son la ciudad misma. Pedro es uno de los cimientos, y también lo es Juan. Los doce apóstoles son los doce cimientos. Por lo tanto, ustedes pueden ver que los que moran en la ciudad son la ciudad misma. Dios es nuestra morada, y nosotros también somos Su morada.
Que Dios tenga misericordia de nosotros para que veamos que el deseo de Dios es salvarnos para introducirnos en Él mismo a fin de que le tomemos como nuestra morada. Al mismo tiempo, Dios también desea morar en nosotros y tomarnos como Su morada eterna. Por consiguiente, ya sea que estemos en esta tierra o en el Paraíso, eso es algo temporal. Así como la tierra es un lugar donde peregrinamos, del mismo modo, el Paraíso en el Hades es un lugar donde recibimos consuelo temporalmente. Incluso el día en el que seamos revestidos de un cuerpo glorioso y seamos arrebatados a los aires, será pasajero. Nuestra morada eterna es la Nueva Jerusalén, la cual es producida mediante la mezcla de Dios y el hombre.
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