Lo que el reino es para los creyentespor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7228-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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La vida del reino, una vida bajo el gobierno de Dios, será un juicio para Satanás. Cuando el hijo varón esté completamente formado dentro de la mujer, Dios podrá juzgar al mundo y traer Su reino por medio de Su juicio. Cuando Dios venga a juzgar, primero juzgará a Sus hijos, los que están en la iglesia. No tengo la intención de darles una palabra amenazadora, pero sí quiero decirles que nosotros, como hijos de Dios, nunca debemos pensar que hoy podemos comportarnos de cualquier forma y vivir como queramos. No; vendrá el día cuando se nos pedirá comparecer delante del Señor y someternos a Su juicio.
Un día el Señor regresará, y Él vendrá a juzgarnos. Los vencedores, quienes se someten a Su autoridad, son aquellos que le traerán de regreso. Los vencedores se someterán a la autoridad de Dios, le cerrarán la boca a Satanás y le permitirán a Dios ejecutar Su juicio. En el día del juicio, Él primero nos juzgará a los que hemos sido salvos. El día del juicio vendrá, y empezará por la casa de Dios (1 P. 4:17a). Dios primero juzgará a todos los que han sido salvos, y después de juzgarlos a ellos, juzgará al mundo (2 P. 3:10). Después que Él juzgue a toda clase de personas, este juicio traerá Su reino (1:11). Él primero hace que el hombre se sujete a Él por medio del evangelio, y cuando ya casi haya terminado de hacer esto, vendrá a juzgar para traer Su autoridad y Su reino.
Hoy en día en la era del evangelio, la era de la gracia, Dios permite que el hombre haga lo que le place, pero eso no significa que a Él no le importe esto ni lo tome en cuenta. Él es el Señor del universo, el Señor de la creación, el Señor que rige el universo. Él juzgará a los rebeldes. Sin embargo, hay un requisito básico: entre todos los que Él creó, necesita salvar a un grupo de personas que se sometan a Su autoridad y le permitan ejecutar Su juicio. Si no hay un grupo de personas que se someten a Su autoridad, no tendrá nada que decir. Por eso, Él continuamente espera a que esto ocurra. Incluso hasta el día de hoy Él todavía no ha regresado a juzgar la tierra porque no hay suficientes vencedores que le permitan empezar este juicio. Él ha estado esperando que se levante un número suficiente de vencedores, a fin de que Satanás pueda ser avergonzado. Para entonces Dios vendrá; el Cristo de Dios vendrá. Él vendrá a juzgar la tierra, el mundo, y a traer Su reino por medio del juicio. Su juicio empezará por Su casa; Él primero juzgará a Sus hijos, a los que han sido salvos.
En el futuro Dios no sólo juzgará nuestra conducta, sino también nuestra obra (1 Co. 3:10-15). Después que un cristiano es salvo, él es responsable ante Dios en dos aspectos. Un día el Señor nos juzgará en cuanto a cómo nos condujimos después que fuimos salvos; cuando venga, también nos juzgará en cuanto a cómo laboramos y le servimos después de ser salvos. Algunos hermanos y hermanas tienen cierta actitud y piensan: “Mientras no cometa pecados graves, no debe importar si cometo pequeños errores. Tampoco debe importar si veo una película cada dos semanas”. Hoy podemos decirnos a nosotros mismos y a otros que eso no importa, pero un día Cristo vendrá, y Sus ojos serán como llama de fuego. Él no sólo nos mirará a los ojos, sino que, como llama de fuego, Sus ojos mirarán nuestro corazón (Ap. 1:14b). Él nos preguntará: “¿Fuiste a ver una película ese día?”. En aquel tiempo no podremos decir: “Eso no importa”. Toda persona salva será puesta en evidencia delante del tribunal de Cristo para que reciba por las cosas hechas por medio del cuerpo, según lo que haya practicado, sea bueno o sea malo; los que hayan practicado lo bueno recibirán una recompensa, y los que hayan practicado lo malo recibirán un castigo (2 Co. 5:10). No debemos decir que eso no importa. Yo no me atrevo a decir eso. Un día el Señor nos juzgará a nosotros. Él dijo: “He aquí Yo vengo pronto, y Mi galardón conmigo” (Ap. 22:12). Nunca debemos pensar que las palabras del Señor son en broma.
Hubo un creyente que era muy frío para con el Señor. Una noche tuvo un sueño en el cual soñó que estaba viendo una película en el cine. Cuando estaba muy concentrado viendo la película, justo en el momento más feliz, hubo un gran trueno y relámpago en el cielo, y se escuchó una voz que decía: “¡Cristo ha venido!”. Él se asustó a tal punto que todo su cuerpo temblaba, y esto porque Cristo había venido mientras estaba sentado en una sala de cine. En ese momento en que se asustó, se despertó y supo que era un sueño. Estaba bañado en sudor e inmediatamente dijo: “Gracias al Señor, esto sólo fue un sueño. Si yo en realidad estuviera viendo una película cuando el Señor viniera, estaría en serios problemas”. Aunque esto sólo fue un sueño, debe indicarnos algo a nosotros.
Hoy en día podemos pensar que no importa si nos comportamos descuidadamente en ciertas áreas, pero un día Cristo vendrá, y todos estaremos de pie delante de Su tribunal. Un día todos estaremos delante de Aquel cuyos ojos son como llama de fuego. Las palabras de Romanos 14 son aún más vívidas, pues dicen: “Todos compareceremos ante el tribunal de Dios [...] Cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí” (vs. 10-12). Esto no es nada fácil. A veces cuando nuestros hijos han hecho algo malo, les decimos: “¿Qué hiciste? Cuéntamelo tú mismo”. Por lo general, ellos no están dispuestos a revelar claramente lo malo que hicieron. Sin embargo, ésa será nuestra situación cuando estemos ante el tribunal de Cristo en el futuro. Probablemente nos resulte difícil contarle al Señor lo que hicimos en el período de tiempo antes de verle. Será inaceptable que le digamos: “Ése día fui a ver una película; todavía amaba mucho el mundo. Aunque sabía que Tú me amabas y que debía amarte, el mundo para mí era más encantador que Tu”. Tampoco podremos decirle: “Si Tú querías que yo te amara, ¿por qué creaste el mundo para tentarme? Si no hubieras creado el mundo, te habría amado mucho. Con buena razón amé el mundo. Además, después de todo, esto no es algo tan serio”. Quisiera preguntarles: ¿Podremos decirle esto al Señor ese día? Ante Su tribunal tendremos que decirle punto por punto todo lo que hemos hecho. Por consiguiente, no es cierto que mientras seamos cristianos, todo estará bien.
Un día estaremos delante del tribunal y le contaremos al Señor todo lo relacionado con nuestra vida, nuestro andar y nuestra conducta pasada. Es por ello que el apóstol Pablo dijo que no se atrevía a examinarse a sí mismo, sino que quien lo examinaba era el Señor (1 Co. 4:3-4). Él dijo: “No juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual sacará a luz lo oculto de las tinieblas y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios” (v. 5).
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