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Pláticas adicionales sobre el conocimiento de la vidapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7126-1
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Actualmente disponible en: Capítulo 1 de 21 Sección 2 de 2

LA COMUNIÓN DE VIDA ES LA MEZCLA
DE LA VIDA CREADA CON LA VIDA INCREADA

En 1 Juan 1 se nos habla de la “comunión de vida”. Todos sabemos que la vida es la meta central de la Biblia y también del universo. El relato de la creación en Génesis 1 y 2 muestra que la vida es el centro de todo. Muchos científicos piensan que el relato de Génesis no tiene ningún valor porque no dice nada acerca de los grandes temas del universo relacionados con la astronomía y la geografía; en vez de ello, habla de asuntos que no son de ningún interés para los astrónomos, geógrafos y científicos. El centro de este relato es la vida. En resumen, en el primero y segundo días, no había vida. En el tercer día Dios hizo que surgiera la tierra seca para que las plantas pudieran crecer. En el tercer día llegó a existir la vida vegetal, la cual es la forma de vida más inferior de todas, pues no tiene conciencia de sí ni capacidad sensorial. La vida vegetal es la primera clase de vida que se menciona en la creación, y esta vida es la más elemental. En el quinto y sexto días, el relato prosigue de la vida animal más elemental a una vida animal más elevada, los mamíferos, y entre éstos, la vida más elevada es la vida humana.

Por lo tanto, al final del relato de la creación, la vida humana creada por Dios es la más elevada de todas las diferentes vidas creadas. Una vez que esta vida fue creada, la imagen y la autoridad de Dios se hicieron manifiestas. Tanto esta imagen como esta autoridad acompañan la vida creada más elevada. En otras palabras, con la creación de la vida humana, tanto la imagen de Dios como la autoridad de Dios le fueron confiadas a dicha vida. Todos estos asuntos forman parte del relato de Génesis 1. En el sexto día cuando el hombre fue creado, podría decirse que la vida llegó a su punto culminante. Pero, de hecho, ésta aún no es la vida más elevada de todas. Por lo tanto, en el capítulo 2, Dios puso al hombre que creó delante de otra vida, la vida divina. Dios puso al hombre frente al árbol de la vida (v. 9); en otras palabras, lo puso frente a la vida divina.

Según la revelación divina hallada en la Biblia, la vida divina es la vida más elevada del universo. En lo que respecta a la vida creada, la vida humana es la más elevada; no obstante, además de la vida creada, existe una vida increada, como nos lo muestra el árbol de la vida, la vida eterna de Dios. El que Dios pusiera la vida creada frente a la vida increada implica que la vida creada debe recibir la vida increada, y que ambas vidas deben mezclarse. Ésta es la comunión de vida. La comunión de vida es nada menos que la unión de la vida creada con la vida increada.

La vida proviene de la luz

Génesis 1 y 2 muestran que la vida proviene de la luz. El relato de la creación de Dios nos presenta la historia de la creación en siete días. El primer día, Dios dijo: “Haya luz”, y fue la luz (1:3). El segundo día, Dios separó las aguas que estaban sobre la expansión de las aguas que estaban debajo de la expansión. El tercer día, la tierra seca apareció y llegó a existir la vida más elemental, la vida vegetal. El cuarto día, la luz se intensificó, y aparecieron el sol, la luna y las estrellas; cuando la luz se hace más fuerte, la vida también llega a ser más fuerte. La luz del primer día sirvió para producir la vida vegetal del tercer día; la luz del cuarto día sirvió para producir la vida animal del quinto y sexto días. Así pues, la vida vegetal fue producida por la luz del primer día, y la vida animal fue producida por la luz del cuarto día.

La vida está en el Cristo encarnado

Cuando llegamos al árbol de la vida en Génesis 2, quizás no comprendamos qué clase de vida el “árbol de la vida” representa. Salmos 36:9 dice: “Contigo está la fuente de la vida”. Esto muestra que la fuente de la vida es Dios mismo. Hasta este punto, quizá alcancemos a comprender un poco que la fuente de la vida del árbol de la vida es Dios. Sin embargo, esto no está lo suficientemente claro. Si continuamos nuestra lectura en cuanto a la línea de la vida y prestamos atención a la vida, con el tiempo llegaremos a Juan 1:4, que dice: “En Él estaba la vida”. El pronombre Él aquí se refiere a la Palabra, mencionada en el versículo 1, donde leemos: “En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios”. La Palabra era Dios, y en Él estaba la vida. Ahora debemos entender más claramente que la vida que estaba en el Cristo encarnado es la misma que se menciona en Génesis 2.

Sin embargo, debido a que esto aún no es suficiente, debemos continuar nuestra lectura. Juan 11:25 dice: “Yo soy [...] la vida”. Luego 14:6 dice: “Yo soy el camino, y la realidad, y la vida”. Debemos tener claro, pues, que la vida mencionada en Génesis 2 es el Dios encarnado. El Dios encarnado es la vida.

Además, Juan 10:10 dice: “Yo he venido para que tengan vida”; luego 1 Juan 5:12 dice: “El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida”. Por otra parte, Colosenses 3:4 dice: “Cristo, nuestra vida”. Por último, Apocalipsis 22:2 habla del árbol de la vida. Podemos decir que el árbol de la vida al comienzo de la Biblia aparece nuevamente al final de la misma después de pasar por el Antiguo y Nuevo Testamentos.

La vida es la meta central de todo el universo

En el libro de Apocalipsis, la vida es la meta final de Dios y el disfrute máximo de los creyentes. En Génesis 2 Dios puso al hombre frente al árbol de la vida para que éste recibiera la vida; y en Apocalipsis 22, el árbol de la vida ha entrado en el hombre para ser su disfrute. Al comienzo de la Biblia, la vida creada fue puesta frente al árbol de la vida a fin de que ésta pudiera recibir dicho árbol; y al final de la Biblia, el árbol de la vida ha llegado a ser el disfrute de la vida creada. La vida creada y la vida increada se han mezclado plenamente como una sola entidad. Por lo tanto, la vida es la meta central de toda la Biblia y, en todo el universo, la vida es la meta central de Dios.


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