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Necesitamos con gran urgencia vivir exclusivamente para el evangeliopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1579-1
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CAPITULO DOS

LOS REQUISITOS NECESARIOS PARA TOCAR PUERTAS CON EL FIN DE DAR FRUTO

  1. Determinación nacida de un sentido de urgencia: Jn. 15:2a; Mt. 25:24-30; 2 Ti. 4:1-2.
  2. Consagración absoluta: Ro. 12:1.
  3. Permanecer ininterrumpidamente en el Señor: Jn. 15:4-5.
  4. Saturarnos plenamente de la Palabra: Col. 3:16.
  5. Orar pidiendo ser llenos del Espíritu económico y esencial: Hch. 11:24; 4:31.
  6. Salir a evangelizar con la autoridad de Cristo: Mt. 28:18-19.

En el capítulo diez del Evangelio de Lucas encontramos una importante referencia al tema de salir a evangelizar con el fin de dar fruto. Los versículos del 3 al 6 dicen: “Id; he aquí Yo os envío como a corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y a nadie saludéis por el camino. En cualquier casa donde entréis, primeramente decid: Paz sea a esta casa. Y si hay allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre aquélla; y si no, se volverá a vosotros”. En estos versículos, el Señor les dijo a los setenta que El los enviaba como a corderos en medio de lobos. Luego los instruyó a no llevar bolsa, ni alforja, ni sandalias; y a no saludar a nadie en el camino. Además, les dijo con qué palabras debían saludar cuando fuesen admitidos en un hogar. No debían decir: ¿Cómo están? sino: “Paz sea a esta casa”.

El hijo de paz al que se refiere en el versículo 6, es aquel que ha sido elegido y predestinado por Dios mismo. Entre tanta gente, éste es un hijo de paz predestinado por Dios. Dios manda a usted a salvarlo. Si en el lugar que ustedes visitan hay un hijo de paz, la paz de ustedes reposará sobre él. Los participantes del entrenamiento de Taipéi vieron y experimentaron esto. Ellos conocieron a muchos hijos de paz, en quienes su paz vino a reposar. El versículo 7 dice: “Y quedaos en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os den; porque el obrero es digno de su salario”. No piensen que ustedes están en deuda con ellos; más bien son ellos los que se sentirán en deuda con ustedes. Esto también fue comprobado por quienes salieron a visitar de casa en casa en Taipéi; incluso algunos de los que los recibieron, terminaban invitándolos a almorzar. El método de tocar puertas, o sea, de visitar a la gente, fue originalmente inventado por el Señor Jesús.

La carga de este capítulo está expresada por los seis subtítulos siguientes que representan aquellos requisitos necesarios para evangelizar de puerta en puerta con el fin de dar fruto; éstos son: una determinación nacida de un sentido de urgencia, una consagración absoluta, permanecer ininterrumpidamente en el Señor, saturarnos plenamente de la Palabra, orar pidiendo ser llenos del Espíritu económico y esencial, y salir a evangelizar con la autoridad de Cristo. Si usted llega a ser uno que adopta la nueva manera y la ejecuta conforme a las pautas del entrenamiento, le puedo asegurar que tendrá mucho éxito. Entonces, habrán sido vencidos los métodos caducos del cristianismo actual y la influencia tan poderosa que éste ejerce entre nosotros.

1. DETERMINACION NACIDA
DE UN SENTIDO DE URGENCIA

Por muchos años, la mayoría de nosotros nos encontraba en una condición de estupor. Quien haya sido inducido a dicho estado, está embotado y es insensible. Algunos entre nosotros, durante veinte años, no habían producido fruto alguno, y aún así les parecía que estaban bien. Son muchas las iglesias que han vivido en un estado de estupor por muchos años. Todos nosotros hemos asistido a nuestras reuniones semana tras semana y año tras año, sin ver mayor incremento en nuestros números. Se ha hecho necesaria una advertencia que nos despierte, pues estábamos andando por el camino equivocado. Cualquier pámpano que no lleve fruto será quitado (Jn. 15:2, 6). ¿No es este un asunto grave?

Hemos hablado mucho sobre cómo permanecer en el Señor según el capítulo quince de Juan. Pero, ¿ya hemos experimentado la realidad de lo que es permanecer en el Señor conforme a Juan 15? ¿Nos damos cuenta de cuán grave es no llevar fruto? Cortar una rama, desgajándola del árbol, es grave; puesto que una vez cercenada del árbol la rama pierde todo lo que proviene del mismo. Tal vez usted todavía se reúne en el nombre de Cristo y no se da cuenta que se ha separado. En esta comunión a mí no me importa la exposición o interpretación de la palabra del Señor en Juan 15; más bien, espero que ustedes se den cuenta de lo grave que es no dar fruto. Todo pámpano que no lleve fruto será quitado. Es posible que haya sido usted desgajado del árbol, y no tenga conciencia de ello debido al estado de estupor en el que se encuentra. Tal vez crea que está disfrutando a Cristo, pero ¿qué disfrute podría tener uno que no ha producido fruto y ha sido desgajado de la vid? ¿cómo es posible, entonces, que uno disfruta de la vid? Este es un asunto solemne. Todos nosotros necesitamos ver cuán engañados y embotados hemos estado a causa de las tradiciones, la herencia y el entorno del cristianismo actual. Millones de cristianos han sido inducidos a una condición de estupor, pero nosotros debemos ser distintos.

¡Despierten santos! Soy su hermano y, como tal, quisiera gritarles, reclamarles y aun implorarles: ¡tienen que despertar! Si el Señor es real y la Biblia es verdadera, entonces es algo muy serio y grave que un cristiano no dé fruto. Quizás usted haya sido desgajado, separado. Quizás sea por eso que hace años no disfruta a Cristo; puesto que ha sido desgajado de El. Los ancianos y colaboradores deben reflexionar sobre esto. Puede que hayamos estado en el recobro del Señor por muchos años, pero ¿qué es lo que hemos estado haciendo? Es probable que hayamos estado envueltos en muchas actividades estando en una condición de estupor, e incluso, induciendo a otros a caer en la misma condición.

¿Han visto ustedes alguna vez un árbol frutal en medio del huerto que no diera fruto año tras año? ¿Conservaría el labrador semejante árbol? El labrador no solamente le cortaría las ramas, sino que lo arrancaría de raíz. Dios quiso desarraigar a Israel, debido a que no daba fruto por muchos años (Lc. 13:6-9). ¿Qué diríamos de la iglesia hoy en día? Simplemente consideren el cristianismo actual. Cuatro de las cinco denominaciones principales del cristianismo protestante vienen disminuyendo en número: los episcopales, los luteranos, los presbiterianos, y los metodistas. Sólo los bautistas del sur han aumentado en número, pero su tasa de crecimiento es todavía muy baja: apenas 1.4 por ciento anual. La tasa de crecimiento entre las Asambleas de Dios es la más elevada, a razón de sólo seis por ciento anual, mientras que los pentecostales unidos han tenido un incremento inferior al cinco por ciento anual, el cual todavía es muy bajo.

En los últimos veintitrés años, la tasa más alta de crecimiento que nosotros hemos tenido fue de alrededor del cuarenta por ciento. Pero en los últimos diez años, desde que empezamos a ser calumniados por algunos libros, nuestra tasa de crecimiento anual ha disminuido casi al tres por ciento. Hemos culpado a la oposición, a la cual tomamos como excusa para nuestra esterilidad, pero ¿cree usted que los apóstoles no sufrían oposición? ¿por qué no despertamos y hacemos algo? Ya es tiempo de que todos nosotros despertemos, especialmente los colaboradores y ancianos. Tenemos que tomar otro camino.

Recientemente las iglesias del área de Cleveland convocaron a una reunión para que quienes retornaban del entrenamiento en Taipéi, entrenasen en la manera de evangelizar a algunos de los servidores a tiempo completo además de todo el que estuviera disponible. Durante tres días cincuenta santos salieron y bautizaron más de cuarenta personas. ¡Santos, despierten! Sí es posible! No penséis que no lo es. Damos gracias al Señor, quien nos ha mostrado el camino a seguir. El hecho de que cincuenta santos salieran y bautizaran más de cuarenta personas en el curso de tres días debiera ser suficiente para despertarnos a todos nosotros. ¿Habremos de permanecer en una condición de estupor? Si yo fuese uno de los ancianos o colaboradores, les diría a los santos que de ahora en adelante saldré a tocar puertas mañana y noche, todos los días de la semana. Nuestra labor principal de ahora en adelante, es ir de puerta en puerta. Si ustedes salieran con tal anhelo y urgencia, ¿no creen ustedes que podrían ganar una persona al día?

Para tener este sentido de urgencia, usted tiene que estar “loco”. Si alguien está en un edificio que se está incendiando y quiere desesperadamente vivir, él saltará por la ventana. Si nosotros no conseguimos que alguien se bautice a corto plazo, necesitamos la misma vehemencia y arrojo para hacer lo que sea necesario con tal que alguien se bautice. ¿Por qué no habríamos de salir con similar actitud? Todos los ancianos deben “declararse en huelga” de estar con sus congregaciones y salir a evangelizar de puerta en puerta. Entonces cada casa que los reciba se convertirá en su “capilla”. Después de un año, podrían abrir cien “capillas”. En algunos de los hogares que visiten quizás hasta los inviten a cenar. Los participantes del entrenamiento en Taipéi nos informaron que algunas familias les hicieron hasta regalos, pues se sentían en deuda con ellos.

Santos: ¡Despierten! Ahora es el momento. Los ancianos tienen que darse cuenta de que la iglesia no les pertenece. La iglesia es la iglesia de Dios (1 Co. 10:32), la iglesia de Cristo (Ro. 16:16), y la iglesia de los santos (1 Co. 14:33b). Si los santos no los “despiden” de sus puestos de “pastores”, entonces ustedes mismos deberían “presentar su renuncia” conforme a la nueva manera. Los ancianos que se entreguen completamente a la tarea de tocar puertas han de ser bendecidos. Los ancianos debieran dejar que los santos se encarguen de algunas de las reuniones de oración y de las reuniones de la mesa del Señor y salir a evangelizar de puerta en puerta. Después de un mes de hacer esto, podrían celebrar la mesa del Señor en los hogares que hayan ganado. Los ancianos de la iglesia deberían salir para generar el crecimiento, y sus esposas deberían abandonar sus propias opiniones y seguir a sus esposos en la predicación del evangelio. No es necesario que cierren el salón de reuniones, puesto que éste pertenece a los santos. Simplemente salgan a tocar puertas. Es posible que ganen sesenta creyentes nuevos a corto plazo y puedan celebrar la mesa del Señor con ellos en sus hogares. Querer es poder. No digan que no existe la manera de hacerlo; sí existe, y el Señor nos la ha mostrado. El ha inaugurado y abierto esta vía, esta manera.

Mateo 25:14-30 es una parábola acerca de la fidelidad. Aparentemente el esclavo perezoso no había hecho nada malo. No se trataba de que hubiera perdido algo, puesto que aquello que el Señor le dio, él lo guardó a lo largo de los años hasta el retorno de su amo (v. 25). Este esclavo, incluso, le predicó al Señor un sermón señalándole que El era un hombre duro, que siega donde no sembró y recoge donde no aventó (v. 24). ¿Acaso el Señor lo justificó por ello? No lo hizo, sino que inmediatamente lo condenó. Le dijo: “Esclavo malo y perezoso, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no aventé. Por tanto, debías haber entregado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recobrado lo que es mío con los intereses” (vs. 26-27). El esclavo perezoso debería haber tomado las palabras del Señor con la correspondiente solemnidad. Este esclavo no tenía una determinación nacida de un sentido de urgencia. El mero hecho de guardar aquello que el Señor nos ha confiado, no es suficiente; El desea los intereses, el fruto.

En el Nuevo Testamento se puede encontrar expresiones poderosas respecto de nuestro destino. ¿Cree usted que el Señor es real? ¿Cree usted que El retornará? ¿Cree usted que un día El le exigirá cuentas? ¿Por qué entonces no hay solemnidad en usted? ¿Por qué no se ha puesto serio? ¿Por qué no siente la urgencia y no se ha decidido a actuar? ¿Se limitará usted solamente a guardar lo que el Señor le dio, a no volver al mundo y a mantenerse apartado del pecado? Tal vez usted sea un buen cristiano que asiste a todas las reuniones y guarda todo aquello que el Señor le ha encargado, pero en esta parábola el Señor dice que no sólo quiere recobrar lo que le pertenece sino, además, cosechar los intereses. Esto debiera bastar para despertar en nosotros una determinación vehemente. No debemos decir que esto es algo muy difícil, ni que la oposición es demasiado poderosa. Estas son sólo excusas; es como decirle al Señor que El es un hombre duro que siega donde no sembró y recoge donde no aventó. Quizás usted quiera valerse de esta excusa, pero el Señor nunca la aceptará. El Señor recibirá nuestra excusa como evidencia que nos condena. Es muy probable que nosotros seamos aquel esclavo perezoso de la parábola.

Pablo le encargó solemnemente a Timoteo por la manifestación del Señor y por Su reino (2 Ti. 4:1). En Mateo 25 se alude a la manifestación del Señor al tratar el caso del esclavo perezoso. Su reino trae consigo una recompensa o un castigo, dependiendo de lo que hayamos sido y hecho desde que fuimos salvos hasta el retorno del Señor. En 2 Timoteo 4:8 Pablo afirmó que él sería recompensado por el Señor, Juez justo, con la corona de justicia. Pablo hizo una sería advertencia, encargándole a Timoteo, no por el amor y la bondad, sino por la manifestación del Señor y por Su reino. Usted será justamente recompensado o castigado por el Juez justo en Su manifestación. Este es un asunto muy serio.

Desde que vi esto hace cincuenta años, me fui convirtiendo en una persona seria. Esta sobriedad me ha guardado muchas veces de descarriarme o de ser perezoso. Un día el Señor me verá, y yo le conoceré. En Su manifestación deberé rendirle cuentas, y El decidirá si habré de recibir recompensa o castigo en el reino venidero. Es un asunto solemne. No debemos pensar que todo está bien aun cuando no hayamos llevado fruto por muchos años. Espero que esta exhortación despierte en ustedes una determinación nacida de un sentido de urgencia. Como ser humano, debo creer en el Señor Jesús; como uno de Sus creyentes, tengo que amarlo; y como alguien que lo ama, tengo que llevar fruto. Esto va en serio. Además, no necesito hablar acerca de lo que el Señor hará cuando venga, en Su manifestación, sino que incluso hoy mismo, si no llevo fruto, me arrancará, me apartará de todas Sus riquezas, de todo Su suministro y de todo Su gozo. Entonces, a Su venida, ciertamente sufriré pérdida (1 Co. 3:15). Y tendré que ser castigado por mil años en la manifestación del reino.


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