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Cómo administrar la iglesiapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6251-1
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Actualmente disponible en: Capítulo 9 de 9 Sección 4 de 4

Llegar a ser la plenitud de Dios

Pablo dijo a continuación en 3:19: “Y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento”, el resultado de lo cual es “que seáis llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios”. Pablo estaba completamente cautivado por este asunto, y éste llegó a ser su espíritu y actitud. Cuando Cristo haya hecho Su hogar en nuestros corazones, podremos comprender lo inconmensurable que Él es, y el resultado de ello es que seremos llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios. Nosotros los que servimos al Señor debemos tener esta actitud, y nuestros pensamientos y oraciones deben girar en torno a esto.

Al administrar la iglesia, todos los hermanos responsables deben tener esto como su espíritu, su actitud y su esperanza. Ellos no deben esperar simplemente que todos los santos vengan a las reuniones, sean fervientes, prediquen el evangelio y conduzcan a las personas a la salvación. Los hermanos responsables deben tener muy claro cuál debe ser su meta: ¿Es su meta el crecimiento numérico o el aumento de Cristo? Ellos deben ser como Pablo, quien estaba completamente “obsesionado” con este asunto. Necesitamos recibir misericordia para no pensar que es suficiente que los hermanos y hermanas simplemente sean fervientes y asistan a las reuniones. Incluso si todos los habitantes de Taiwán asistieran a las reuniones y fueran fervientes, eso no significaría nada si no conocen a Cristo en su interior.

Nuestra expectativa debe ser que Cristo haga Su hogar en los creyentes por medio de la fe, a fin de que ellos sean arraigados y cimentados en el amor del Señor, y salgan de su pequeño y finito ser, y vean lo inconmensurable que es el Señor. Nuestra esperanza también es que los creyentes conozcan al Señor como la anchura, la longitud, la altura y la profundidad, a fin de que sean llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios. De este modo, ellos lograrán la meta gloriosa y rica de que Dios sea glorificado y expresado en la iglesia. Ésta es la oración que ofreció el apóstol, la cual demuestra su espíritu y actitud.

LA ORACIÓN QUE CORRESPONDE
A UN SERVIDOR DE DIOS

Debemos centrar nuestra atención en este asunto al grado en que no sepamos otra cosa por la cual orar. No podemos seguir orando como de costumbre, diciendo: “Oh Señor, el hermano fulano de tal es muy indiferente. Por favor, haz que sea ferviente. Oh Señor, la hermana fulana de tal ha retrocedido; por favor, haz que vuelva a las reuniones. La hermana fulana tiene un genio terrible; por favor, haz que cambie”. Pablo no oró de esta manera; en vez de ello, oró diciendo: “Dios, concede a los creyentes, conforme a las riquezas de Tu gloria, el ser fortalecidos en el hombre interior, para que conozcan y experimenten a Cristo interiormente, para que Cristo haga Su hogar en sus corazones, para que sean arraigados y cimentados en Su amor, para que vean lo inconmensurable que es el Cristo que vive en ellos y para que sean llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios”. Ésta debe ser la actitud, el espíritu y la oración de uno que sirve a Dios.

LA FE DE PABLO

Algunos probablemente dirán: “No es fácil orar pidiendo que los hermanos y hermanas sean fervientes y decidan reunirse. ¿Cuánto más difícil será orar pidiendo que sean llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios?”. Esto es demasiado ideal y difícil. Es por ello que el versículo 20 nos muestra la fe de Pablo. Él habló de “Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o pensamos, según el poder que actúa en nosotros”. Poder es una palabra muy importante en la Biblia. Este poder no es un poder objetivo, lejos de nosotros y vago; no, este poder es subjetivo. Cuando somos salvos, el poder que está en nosotros es capaz de hacer mucho más abundantemente de lo que pedimos o pensamos.

Este versículo no está relacionado con bendiciones materiales. Por ejemplo, si yo le pido a Dios que prepare una casa de trescientos pies cuadrados para mí, y Él me da una casa de cuatrocientos pies cuadrados, esto aparentemente es más de lo que he pedido o pensado. Una hermana que no tiene hijos quizás ore así: “Oh Dios, ten misericordia de mí. No tengo hijos; Tú eres un Dios que contesta la oración; por favor, dame un hijo”. Cuando Dios contesta su oración y ella no sólo tiene un hijo sino gemelos, esto al parecer es más de lo que ella pidió o pensó. Asimismo, si un hermano necesita $400 dólares y el Señor le da $600 dólares, también parece ser más de lo que él pidió o pensó. Sin embargo, no es eso a lo que se refiere este versículo.

Debido a que a Pablo le preocupaba que los santos efesios pudiesen pensar que la oración que expresó en los versículos del 16 al 19 era demasiado difícil de cumplir, él enseguida continuó diciendo en el versículo 20 que Dios es “poderoso” y hace las cosas “mucho más abundantemente de lo que pedimos o pensamos”. Al final, él alabó a Dios por ser glorificado en la iglesia y en Cristo Jesús. La palabra gloria del versículo 21 significa que Dios es liberado y expresado grandemente en la iglesia; esto es gloria. El hecho de que Dios sea glorificado en la iglesia significa que Él es plenamente expresado en la iglesia. No importa cuál sea nuestra condición actual, debemos tener la fe de que la Nueva Jerusalén finalmente se manifestará. En aquel tiempo, veremos que la gloria de Dios ilumina la ciudad, y que la lámpara de la ciudad es el Cordero; la luz resplandece a partir de la lámpara e ilumina toda la ciudad (Ap. 21:23).

El significado completo de la frase a Él sea gloria en la iglesia se ve en la Nueva Jerusalén. Aquel día Dios hará que resplandezca toda Su plenitud. En la Nueva Jerusalén nada es opaco; incluso el oro es semejante al vidrio claro (v. 18). Cristo es la lámpara de la ciudad, y Dios en Cristo resplandece a partir de la Nueva Jerusalén a todas las naciones. La Nueva Jerusalén es la expresión completa de la gloria de Dios; la iglesia hoy debe ser una miniatura de la Nueva Jerusalén. Es con esta clase de espíritu, actitud, oración y fe que debemos servir al Señor. Debemos hacer esta clase de oración y tener esta clase de fe. Nuestro espíritu y actitud deben ser que los hermanos y hermanas puedan tener a Cristo en su interior, que Cristo haga Su hogar en sus corazones y que sean llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios. Al mismo tiempo, con base en este espíritu y actitud, debemos orar, doblar nuestras rodillas y tener fe delante de Dios.

De esta manera, nuestro servicio en la iglesia será grande y glorioso. Aunque este servicio es grande y glorioso, debemos tener presente que ello depende del Dios que es poderoso, y que Dios es el que opera cada día. Gálatas 4:19 dice: “Hasta que Cristo sea formado en vosotros”. La palabra hasta no significa que Dios no esté operando, sino que Dios ha estado operando y continuará operando sin cesar hasta acabar la obra, es decir, hasta que Cristo sea completamente formado en nosotros. Si tenemos una visión así de clara, ésta se convertirá en nuestro espíritu, actitud, oración y fe. Si nuestro espíritu, actitud, oración y fe se centran únicamente en esto, los hermanos y hermanas serán llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios.


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