Información del libro

Conocer la vida y la iglesiapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-8903-7
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Actualmente disponible en: Capítulo 15 de 23 Sección 2 de 4

DEBEMOS COMPRENDER
QUE LA OBRA REDENTORA DE DIOS
REQUIERE LA COOPERACIÓN DEL HOMBRE

Aquellos que sirven al Señor deberían tener una comprensión básica de que Dios requiere que el hombre coopere con Él en Su plan. Todo el que tenga el deseo de servir al Señor debería saber esto de manera fundamental. En la creación Dios creó todo por Sí mismo, y como acto final de Su obra creadora, Dios creó al hombre. Después que Él creó al hombre, todo estaba completo; el hombre no tenía que hacer nada ni pedir nada. La obra de la creación fue hecha únicamente por Dios, y el hombre no tuvo parte alguna en ella.

Sin embargo, además de Su obra creadora, Dios tiene la obra de la redención. En la creación el hombre no necesitó hacer nada, y no tuvo parte alguna en la obra de Dios. En la redención, sin embargo, Dios quiere que el hombre labore juntamente con Él. La redención se lleva a cabo mediante el esfuerzo conjunto de Dios y el hombre. Así como el té-agua es producido por la mezcla del té y el agua, la redención es efectuada por la mezcla de Dios con el hombre. Dios efectuó la obra de la creación en virtud de Su propia posición, facultad, poder y autoridad; sin embargo, la redención es efectuada en virtud de la mezcla y la unión de Dios con el hombre. Sin Dios, la redención no puede llevarse a cabo, pero sin el hombre, la redención tampoco puede llevarse a cabo.

LA OBRA REDENTORA DE DIOS
ES LA MEZCLA DE DIOS CON EL HOMBRE

Cuando nuestro Salvador efectuó la redención en la cruz, ¿nos redimió Él en Su estatus como Dios o en Su estatus como hombre? ¿Es el Señor Jesús Dios u hombre? Ésta es una pregunta muy importante. Tenemos que recordar que todas las cosas realizadas en la redención fueron llevadas a cabo mediante la mezcla de Dios con el hombre. ¿Dónde comenzó la redención? Comenzó en Belén. La historia de Belén es la historia de Dios introducido en el hombre. La encarnación muestra que la obra de redención efectuada por Dios requiere la mezcla de Dios con el hombre. La redención no puede ser efectuada sólo por Dios mismo, y tampoco puede ser efectuada sólo por el hombre. La redención puede ser efectuada sólo como resultado de que Dios se introduce en el hombre y de que el hombre sea mezclado con Dios y unido a Él.

Es ciertamente correcto decir que Jesús es Dios, y es igualmente correcto decir que Jesús es un hombre. Jesús el nazareno es el resultado de la mezcla y unión de Dios y el hombre. Cuando Jesús estaba en la tierra, Sus pensamientos, Su obra e incluso la dirección de Sus pisadas estaban dirigidos a la redención. Cada pisada Suya era la pisada de Dios con el hombre, y cada acción Suya era la acción de Dios con el hombre. Debemos entender claramente que Aquel que nació en el pesebre en Belén y fue adorado por el hombre es Dios y al mismo tiempo hombre. Aquel que comió en la casa del fariseo es Dios y a la vez hombre. Aquel que fue crucificado en la cruz en Gólgota es Dios y es hombre. La historia de los Evangelios es la historia de la redención que Dios efectuó mediante la mezcla de Dios y el hombre.

Cuando los hermanos llevan la delantera en las iglesias o imparten mensajes, ¿son solamente ellos en sí mismos? Si lo son, esto debería ser desaprobado. Si un hermano está dando un mensaje en su propio yo, esto no es diferente de lo que se practica en el islamismo, taoísmo o en cualquier otra religión. Cuando damos un mensaje en la iglesia, Dios debería estar hablando por medio de nosotros. En cualquier cosa que hagamos, Dios lo debería estar haciendo por medio de nosotros y Dios debería estar mezclado con nosotros. Si yo hablo sin estar mezclado con Dios, yo debería recibir maldición.

Cuando el Señor Jesús estaba en la tierra, Él era el hijo de María y el hermano de Jacobo, pero dentro de Su ser Él era la Palabra de Dios; Él era Dios. Dios mismo estaba en Él. Éste es el gran misterio de la piedad (1 Ti. 3:16). La redención de Cristo se inició desde Belén, y Belén significa encarnación, la cual es la mezcla de Dios y el hombre. Desde el día en que el Señor Jesús se hizo carne hasta el presente, se mantiene este principio: Dios desea entrar en el hombre y mezclarse a Sí mismo con el hombre como una sola entidad. Si queremos servir al Señor y laborar para Él, debemos ver este gran principio básico.

Cuando servimos al Señor, no es suficiente ser celosos, dar algunas ofrendas materiales y hacer algunas oraciones; el principio básico de servir al Señor consiste en ver que en la redención Dios lo hace todo mediante la mezcla de Dios con el hombre. Él desea la cooperación del hombre. Una vez que veamos este principio, podremos resolver los tres asuntos siguientes.


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