Información del libro

Estudio-vida de Efesiospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0334-7
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Actualmente disponible en: Capítulo 2 de 97 Sección 2 de 2

II. QUE NOS BENDIJO

El Dios que bendecimos, nos bendijo a nosotros, y las palabras buenas que dice acerca de nosotros abarcan todo el Nuevo Testamento. En el Nuevo Testamento Dios habla bien de nosotros. Los veintisiete libros del Nuevo Testamento están llenos de palabras agradables que Dios expresó acerca de nosotros. Apocalipsis 22:14 es un ejemplo de esto: “Bienaventurados los que lavan sus vestiduras, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad”. La frase: “Gracia y paz a vosotros” (1:2) también forma parte de las buenas palabras que Dios nos dirige. Si usted quiere oír tales palabras, tiene que leer el Nuevo Testamento y decir amén a todo lo que contiene. Dios nos escogió antes de la fundación del mundo. Amén. El nos escogió para que fuésemos santos y sin mancha. Amén.

Nosotros bendecimos a Dios porque El nos bendijo primero. El habló bien de nosotros, y ahora nosotros hablamos bien de El. Por ejemplo, cuando leemos acerca de la redención de nuestro cuerpo, debemos decir: “Oh Dios, cuánto te agradezco por entrar en mí y saturarme de Ti, y porque un día esta saturación se expresará a través de mi cuerpo. Eso será el día de la redención de mi cuerpo. Dios, ¡cuánto te agradezco por esto!” Hablar de este modo es responder a Sus buenas palabras. Así que, El nos bendice a nosotros, y nosotros lo bendecimos a El. Aprendamos a hablar bien de Dios conforme a Su economía neotestamentaria. Después de escuchar las buenas palabras que Dios nos dirige a nosotros, somos aptos para hablar bien de El.

Somos aptos para bendecir a Dios porque somos Sus criaturas, Sus redimidos y los que El regeneró. Toda bendición, todo beneficio y toda la riqueza que hay en el universo pertenece a una de tres categorías. La primera categoría es la creación; la segunda es la redención; y la tercera es la regeneración. En la creación de Dios disfrutamos de muchas cosas buenas: el aire, el sol, los minerales, la vida animal y la vida vegetal. Todas estas son cosas buenas de la creación de Dios, y nosotros somos aptos para gozar de ellas porque somos criaturas de Dios. Además, por ser los redimidos, disfrutamos el perdón de los pecados, la justificación por fe, la reconciliación en la gracia de Dios y la santificación. Ya que fuimos redimidos, todos los beneficios que pertenecen a la obra redentora de Dios son nuestros. Más aún, por ser regenerados, disfrutamos la vida de Dios, Su naturaleza y Su persona. Estas tres condiciones: ser creados, redimidos y regenerados, nos hacen plenamente aptos para disfrutar de todas las bendiciones del universo, las bendiciones que corresponden a la creación, a la redención y a la regeneración. Aunque los ángeles sean impecables, no son aptos para disfrutar de estas bendiciones. En cambio nosotros, por medio de la sangre de Cristo, disfrutamos el perdón de pecados, el lavamiento por la sangre, la justificación por fe y la paz con Dios. Disfrutamos de todas las bendiciones de la obra redentora de Cristo. Además, también gozamos de los beneficios y dones que nos trae la regeneración; poseemos la vida divina, la naturaleza divina y la Persona divina. ¿Qué puede ser más elevado que esto? Hoy disfrutamos al Creador, al Redentor y al Padre. Este es el segundo aspecto de las bendiciones [que se presentan en Efesios].

III. CON TODA BENDICION ESPIRITUAL
EN LOS LUGARES CELESTIALES EN CRISTO

El tercer aspecto de hablar bien consiste en que Dios “nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”. Dios nos bendijo dirigiéndonos palabras buenas, amables y agradables. Cada palabra de éstas es una bendición para nosotros. Los versículos del 4 al 14 contienen tales palabras, tales bendiciones. Todas estas bendiciones son espirituales, se hallan en los lugares celestiales y se reciben en Cristo.

A. Toda

La palabra “toda” indica que las bendiciones de Dios lo incluyen todo, sin excepción alguna.

B. Espiritual

Todas estas bendiciones son espirituales. Esto indica la clase de relación que tienen las bendiciones de Dios con el Espíritu Santo. Por ser espirituales, todas las bendiciones con las que Dios nos bendijo tiene que ver con el Espíritu Santo. El Espíritu de Dios no sólo es el canal, sino también la realidad de las bendiciones de Dios. En este versículo, Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu están relacionados con las bendiciones concedidas a nosotros. Esto es realmente la impartición de Dios en nosotros. Las bendiciones de Dios son principalmente la impartición del Dios Triuno en nosotros.

C. En los lugares celestiales

Además, las bendiciones espirituales se hallan en los lugares celestiales. La expresión “los lugares celestiales” no sólo se refiere a un lugar celestial, sino también a la naturaleza, el estado, la característica y la atmósfera celestiales de las bendiciones espirituales con las que Dios nos bendijo. Tales bendiciones proceden de los cielos y poseen una naturaleza celestial, una condición celestial y una característica celestial y una atmósfera celestial. Los creyentes de Cristo disfrutan en la tierra estas bendiciones celestiales. Ellas son tanto celestiales como espirituales. Son diferentes de las bendiciones con las que Dios bendijo a Israel, las cuales eran físicas y terrenales. Las bendiciones concedidas a nosotros proceden de Dios el Padre, están en Dios el Hijo, se imparten por medio de Dios el Espíritu, y se hallan en los lugares celestiales.

D. En Cristo

Por último, todas estas bendiciones espirituales se hallan en Cristo. Cristo es la virtud, el instrumento y la esfera en que Dios nos bendijo. Aparte de Cristo, sin Cristo, Dios no tiene nada que ver con nosotros. Pero en Cristo, El nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales.

Nosotros no vivimos en nosotros mismos, sino en Cristo. Si estamos en nosotros mismos, no podemos recibir las bendiciones de Dios. ¡Aleluya, estamos en Cristo, quien es la esfera, el canal, el instrumento y la virtud en los cuales fuimos bendecidos!


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