Espíritu y el cuerpo, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4516-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El ungüento se compone de cinco elementos básicos: aceite de oliva, mirra, canela, cálamo y casia. La cantidad de las especias que se mezclaban con el aceite de oliva era cien veces cinco. En la Biblia el número cinco, compuesto de cuatro más uno, es el número de responsabilidad. Tanto los Diez Mandamientos como las diez vírgenes se dividen en dos grupos de cinco (Éx. 34:28-29; Mt. 25:1-2). Observe su mano: usted tiene cuatro dedos y un pulgar para asumir responsabilidad. Si tuviera sólo cuatro dedos sin el pulgar, le resultaría muy difícil agarrar las cosas. ¿Es usted el número cuatro o el número cinco? Si Dios le ha sido añadido, entonces es el número cinco. Yo sé que soy el número cinco, porque Dios se ha añadido a mí. El significado del número cinco es que el Espíritu vivificante y todo-inclusivo nos ha sido dado para poder asumir responsabilidad. Cuanto más disfrutemos al Espíritu todo-inclusivo de Cristo, más capacitados seremos para asumir responsabilidad.
El punto principal que debemos ver en este mensaje es que el propio Espíritu de Dios ya no es simplemente el Espíritu de Dios, sino el Espíritu de Jesús, el Espíritu de Cristo y el Espíritu de Jesucristo. Él ya no es simplemente el aceite de oliva, sino el ungüento compuesto de cinco elementos. Cuatro especias se mezclaron con el aceite de oliva para producir el ungüento. Según Éxodo 30, el tabernáculo y todos sus utensilios fueron ungidos con este ungüento. Incluso los sacerdotes fueron ungidos con dicho ungüento. Esto muestra que toda la iglesia y todos los servidores en la iglesia deben ser ungidos con el Espíritu compuesto.
Juan 20:22 dice: “Habiendo dicho esto, sopló en ellos, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo”. Éste es el Espíritu que se esperaba en Juan 7:39 y que fue prometido en Juan 14:16-17, 26; 15:26; 16:7-8, 13. En Juan 7 aún no había el Espíritu que los discípulos habían de recibir porque Jesús no había sido aún glorificado. Sin embargo, el día de Su resurrección el Señor vino a los discípulos de noche, sopló en ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo”. En Juan 7 aún no había el Espíritu, pero en Juan 20 el Espíritu ya estaba presente porque Jesús ya había sido glorificado. Él fue glorificado en Su resurrección; por lo tanto, el Espíritu compuesto llegó a existir. El hecho de que el Señor con Su soplo infundiera el Espíritu en los discípulos fue el cumplimiento de Su promesa acerca del Espíritu Santo como el Consolador. Este cumplimento difiere de Hechos 2:1-4, el cual es el cumplimiento de la promesa hecha por el Padre en Lucas 24:49. Allí el Espíritu como un viento recio descendió como poder sobre los discípulos para que llevaran a cabo la obra (Hch. 1:8). Aquí, el Espíritu como aliento se infundió como vida en los discípulos para su vida. Al infundir el Espíritu con Su soplo en los discípulos, el Señor mismo se impartió en ellos como vida y como el todo. De este modo, se cumplió todo lo que Él había hablado en los capítulos del 14 al 16.
Así como cuando el grano de trigo cae en la tierra para morir y luego al brotar de la tierra es transformado en otra forma, una forma nueva y viviente, de la misma manera la muerte y la resurrección del Señor lo transfiguraron de la carne al Espíritu. El Señor como el postrer Adán en la carne llegó a ser el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45), por medio del proceso de la muerte y la resurrección. Así como Él es la corporificación del Padre, del mismo modo el Espíritu es la realidad de Él. Es como el Espíritu que Él se infundió al soplar en los discípulos. Es como el Espíritu que Él es recibido por los creyentes y fluye de ellos como ríos de agua viva (Jn. 7:38-39). Es como el Espíritu que mediante Su muerte y resurrección Él volvió a los discípulos, entró en ellos como su Consolador, y empezó a morar en ellos (14:16-17). Es como el Espíritu que Él ahora puede vivir en los discípulos y hacerlos aptos para vivir por Él y con Él (v. 19). Es como el Espíritu que Él puede permanecer en los discípulos y ellos pueden permanecer en Él (v. 20; 15:4-5). Es como el Espíritu que Él puede venir con el Padre a los que le aman y hacer morada con ellos (14:23). Es como el Espíritu que Él puede hacer que todo lo que Él es y tiene sea completamente real para los discípulos (16:13-16). Es como el Espíritu que Él viene para reunirse con Sus hermanos, la iglesia, a fin de anunciarles el nombre del Padre y alabar al Padre en medio de ellos (He. 2:11-12). Es como el Espíritu que Él puede enviar Sus discípulos a cumplir Su comisión, consigo mismo como vida y como el todo para ellos, de la misma manera que el Padre lo envió a Él (Jn. 20:21). De esta manera, ellos son hechos aptos para representarlo con Su autoridad en la comunión de Su Cuerpo (v. 23). Es como el Espíritu que Cristo lo hace todo hoy. Como el Espíritu todo-inclusivo, Él lo está haciendo todo con nosotros y para nosotros. La economía de Dios está completamente relacionada con este Espíritu todo-inclusivo, quien es el ungüento compuesto y cuya unción necesitamos experimentar hoy.
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