Mensajes de vida, tomo 2 (#42-75)por Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6927-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En 14:17 se nos dice: “El Espíritu de realidad [...] permanece con vosotros, y estará en vosotros”. El versículo 20 continúa, diciendo: “En aquel día vosotros conoceréis que Yo estoy en Mi Padre, y vosotros en Mí, y Yo en vosotros”. Esto significa que el Dios Triuno se ha impartido en nuestro ser y que ahora nosotros estamos en Él. El versículo 23 dice además: “El que me ama, Mi palabra guardará; y Mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”. Estas palabras tan profundas dicen que el Padre y el Señor Jesús no simplemente vendrán a visitarnos, sino que en realidad vendrán a vivir en nosotros y a establecerse. El texto implica que no solamente llegaremos a ser la morada del Dios Triuno, sino que Él también será nuestra morada. La palabra morada aquí se refiere a una morada mutua. Nosotros seremos Su morada, y Él será nuestra morada.
Aquí tenemos la impartición divina, la cual se halla en una esfera completamente diferente de la religión, la ética o la moralidad. No es simplemente la salvación, conforme a nuestro limitado entendimiento, sino el Dios Triuno que se forja en nuestro ser, nos hace Su morada y llega a ser nuestra morada.
Cuando el Señor Jesús en el capítulo siguiente, Juan 15, les dice a Sus discípulos: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos [...] Permaneced en Mí”, simplemente está continuando el pensamiento de la morada mutua que se nos presenta en el capítulo anterior. Aquel que mora en nosotros es Jesucristo, cuyo nombre es Maravilloso (Is. 9:6). Él es verdadero Dios y verdadero hombre. ¿Alcanzan ustedes a imaginarse que es posible permanecer en Dios? En esto se halla el mayor disfrute. Yo puedo testificarles esto después de cincuenta y cuatro años de experiencia. ¿No es maravilloso que incluso ahora mismo permanezcamos en Dios? ¡Cuán pobre y deficiente es el pensamiento de que algún día iremos al cielo! ¡Ahora mismo Dios permanece en nosotros!
Si ustedes piensan que es demasiado misterioso que Dios permanezca en ustedes, presten atención a lo que dice Juan 15:7: “Permanecéis en Mí, y Mis palabras permanecen en vosotros”. Esto sí lo pueden entender. La palabra de la Biblia permanece en ustedes. Esto sin duda es sólido y tangible.
Ahora llegamos al último punto que hemos mencionado, a saber, el soplo que el Señor infundió en Sus discípulos. Al infundir al Espíritu en los discípulos, el Señor mismo se impartió en ellos como vida.
Al reflexionar sobre estos diferentes asuntos abarcados en Juan, comprendemos cuán vitales ellos son para nuestra experiencia. Sin beber, comer y respirar, no podríamos vivir.
El Señor Jesús usó como ejemplo estas tres cosas necesarias para nuestra existencia física, a fin de mostrarnos cómo podemos recibirlo. Él es nuestra agua, más refrescante que la mejor bebida de la tierra. ¡Oh, debemos beberle!
Él es también nuestro pan. ¡Debemos comerle! El pan no se nos da simplemente para que lo miremos; no, su propósito es que lo comamos. Este pan vivo debe ser comido. No piensen que hablar de esta manera es poco culto y refinado. Él mismo nos dice que debemos comerlo.
Además de esto, Él es nuestro aliento y, como tal, se imparte a nosotros como vida. ¡Oh, debemos inhalarlo!
Este disfrute de Jesús es la economía de Dios. Esto es lo que Él desea recobrar entre Su pueblo. Jesús es el agua viva, el pan vivo y el aliento vivo. Debemos beber de Él, comerlo e inhalarlo.
Hay dos maneras en las cuales podemos beber, comer e inhalar a Jesús. Éstas son la Palabra y el Espíritu: “El Espíritu es el que da vida; [...] las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida” (6:63). Este versículo menciona tanto la Palabra como el Espíritu. La Palabra revelada en Juan 1:1 finalmente llegó a ser el Espíritu. Es este Espíritu el que es el agua, el pan y el aliento.
Juan 20:22 dice: “Recibid al Pnéuma Santo”. La palabra griega pnéuma puede ser traducida “espíritu” o “aliento”. Es igualmente correcto decir: “Recibid al Espíritu Santo” o “Recibid el aliento santo”. El Espíritu hoy es nuestro aliento. Este aliento es Jesús, la Palabra encarnada que fue a la cruz, entró en resurrección y ascendió a los cielos. Es después de esto que regresó a nosotros como Espíritu vivificante.
Fuera de nosotros tenemos la Palabra e interiormente tenemos al Espíritu. Día a día debemos acudir a la Palabra, no sólo ejercitando nuestra mente, sino también nuestro corazón y nuestro espíritu. Al abrir la Biblia, debemos abrir todo nuestro ser. Debemos leer no solamente con nuestro entendimiento, sino también con oración. La Biblia no es un libro como cualquier otro. En esta Palabra santa encontramos vida, al Espíritu, a Dios y a Jesucristo. Todos ellos están contenidos en la Palabra y nos son transmitidos cuando nos abrimos y oramos. Esta lectura de la Palabra con una actitud de oración es la manera en que comemos, bebemos e inhalamos al Señor.
¿Cómo le respondería usted a alguien si le preguntara dónde está Dios? No le diga que Dios está en los cielos. Los cielos están demasiado lejos. ¿Cómo podría alguien llegar allí para encontrarlo? Por lo tanto, debemos decirle que Dios está en la Biblia. ¿Dónde está Cristo? Él también está en la Palabra. ¿Dónde está el Espíritu? ¿Dónde está la vida? La respuesta a estas dos preguntas es la misma, está “en la Palabra”.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.