Iglesia como el Cuerpo de Cristo, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4182-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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La edificación que Cristo realiza en nosotros es problemática para Dios y complicada para la iglesia. En las Epístolas la edificación se refiere a que Cristo se forje en nuestro ser y se exprese por medio de nosotros. El Cristo que hemos ganado no sólo tiene la plenitud dentro de Sí, sino que Él mismo es la plenitud. Así que, la plenitud ahora está en nosotros; sin embargo, la pregunta es si la plenitud puede expresarse. La plenitud no podrá expresarse simplemente porque oremos o porque ofrezcamos palabras de alabanza y acciones de gracias. Para que la plenitud pueda manifestarse por medio nuestro, primero tenemos que ser edificados. Sin la edificación, la plenitud no podrá ser expresada.
El aspecto más importante de la edificación es la obra demoledora. Si nada es derribado en nosotros, Cristo jamás podrá expresarse por medio de nosotros; si nada es derribado en nosotros, la plenitud de Cristo que está dentro de nosotros no podrá expresarse; si nada es derribado en nosotros, Cristo no podrá ser edificado en nosotros. Efesios 4 nos muestra que Dios dio a la iglesia diferentes personas, diferentes dones, con sus respectivos ministerios, para la edificación del Cuerpo de Cristo, esto es, para que Cristo sea edificado en nosotros y pueda expresarse por medio de nosotros. Así pues, Él dio a unos como apóstoles, a otros como profetas, a otros como evangelistas, y a otros como pastores y maestros (v. 11). La única obra que realizan en la iglesia es la de edificar el Cuerpo de Cristo.
Por lo tanto, la edificación de Dios en nosotros se lleva a cabo por medio de estos cinco dones. Muchos hermanos y hermanas sirven al Señor con mucho entusiasmo y de una manera viviente después de ser salvos. Ellos pueden testificar de la presencia y la bendición del Señor. No obstante, aunque manifiestan mucho entusiasmo y fervor, una persona que conoce al Señor puede sentir que entre ellos no se manifiesta mucho de la plenitud de Cristo. Esto significa que el Cuerpo de Cristo no se manifiesta mucho entre ellos. Si una persona posee un ministerio, ha sido comisionada por Dios y tiene experiencia en el Señor, por haber sido disciplinada y quebrantada por Dios, de tal modo que Dios se ha edificado en ella, dicha persona podrá discernir entre el entusiasmo y Cristo, y entre el fervor y Cristo. Podrá discernir si el entusiasmo humano es simplemente el fervor que tiene alguien que ama al Señor o si es Cristo mismo.
En el norte de China algunos hermanos jóvenes que amaban al Señor predicaron el evangelio para mantener el testimonio del Señor. Algún tiempo después decidieron alquilar un local para tener reuniones, a fin de servir al Señor juntos. Sin embargo, tuvieron problemas porque algunos insistían en alquilar un edificio de dos plantas, mientras que otros insistían en alquilar uno de una sola planta. Así pues, hubo una discusión entre ellos respecto a si debían alquilar un edificio de dos plantas o de una sola planta. Ambas partes fueron tan insistentes que terminaron por no seguir reuniéndose juntos. Así que, además de no alquilar el edificio, dejaron de reunirse juntos. ¿Qué es esto? Ellos eran un grupo de santos fervientes que amaban al Señor y estaban muy deseosos por predicar el evangelio y dar testimonio de Cristo por causa del Señor, pero se dividieron como resultado de las diferencias que tuvieron en sus opiniones. Esto nos muestra que el celo que tenían para predicar el evangelio no era Cristo; no era el Cristo que se había edificado en ellos y se expresaba por medio de ellos.
Por favor, tengan presente que nuestro amor fervoroso por el Señor y nuestro servicio diligente no necesariamente provienen de Cristo. Si nuestras acciones provienen de Cristo, podremos resistir cualquier prueba, oposición, represión o disciplina. Si nuestras acciones son nacidas de Cristo, seremos condescendientes con los demás. Cuanto más nuestras acciones sean nacidas de Cristo, más podremos complacer a los demás, de tal modo que podremos reunirnos en un edificio de una sola planta o en un edificio de dos plantas; cualquiera de estas dos opciones nos parecerá bien. Podremos complacer a los demás al grado de no tener más opiniones ni sentimientos propios; de hecho, no insistiremos en nada.
El hecho de que Cristo brote de nuestro interior no es algo que forma parte de nuestra constitución natural, ni es algo que obtenemos en el momento de nuestra salvación. En el momento en que somos salvos, sentimos gozo y paz, y también amamos al Señor. Sin embargo, esto quizás no sea el Cristo que brota de nosotros. Para tener el elemento de Cristo, necesitamos pasar por la edificación. Una persona que ha sido quebrantada por el Señor puede sentir si el entusiasmo y el fervor de los hermanos y hermanas son como nubes que con el tiempo desaparecen. Pero cuando ella habla por el Señor, pone su confianza en la gracia del Señor y en el poder del Espíritu Santo para que sean derribados su entusiasmo, fervor y amor natural que tiene para el Señor. Esta clase de hablar producirá dos resultados. El primero es que algunos santos reciben misericordia en su interior y son iluminados por el Espíritu Santo, de tal modo que se dan cuenta de que su entusiasmo, su fervor, su diligencia y su amor, proceden de su ser natural, y no de Cristo. Al ser iluminados de esta manera, ellos son quebrantados y derribados, pues condenan el fervor, el entusiasmo y la diligencia. Ven que estas cosas no proceden de Cristo mismo, sino que han reemplazado a Cristo, han usurpado el lugar que le corresponde a Cristo y aun están en contra de Cristo. Los santos que reciben misericordia de parte del Señor son alumbrados en su interior, de tal modo que ven lo que procede del hombre y lo que procede de Cristo.
El segundo resultado es que otros santos rechazarán la gracia y estarán en desacuerdo con el mensaje. Probablemente piensen: “¿Qué hay de malo con amar al Señor? ¿Qué hay de malo con que nos sintamos entusiasmados? ¿Qué de malo hay con que seamos fervientes?”. Pero apenas estos santos afronten oposición, dejarán de estar entusiasmados y fervientes, y en lugar de ello, se deprimirán y simplemente se apartarán. Por consiguiente, después de ver la luz, el hombre natural de algunos santos se deprimirá y derrumbará. Otros, por el contrario, por rechazar la luz, también se deprimirán y se derrumbarán, y como resultado, ya no sentirán más su entusiasmo natural.
Una persona que es dotada y tiene un ministerio debe realizar la obra de derribar, como también la obra de edificar. Debe derribar las cosas que provienen del hombre, y debe edificar las cosas que provienen de Cristo. Cuando un grupo de santos experimentan la obra demoledora de Dios, quizás no se sientan muy vivientes ni entusiasmados, ni amen al Señor como solían hacerlo. Sin embargo, después de cierto periodo de tiempo, tocarán algo de Cristo, algo sólido en su interior. Ésta es una porción del elemento de la plenitud de Cristo que se expresa por medio de ellos.
Cuando los santos se reúnen juntos, a menudo se muestran muy entusiasmados y activos. Este entusiasmo y afán es muy perjudicial para los cristianos. Cuando una persona no ama al Señor, se muestra indiferente a todo, pero tan pronto como se despierta en ella el amor hacia el Señor, lo que más puede perjudicarlo es que se entusiasme mucho y se vuelva activo. A menudo las personas consideran que estar entusiasmados y activos es una señal de espiritualidad, y no se dan cuenta de que Dios realiza en nosotros la obra de derribar todo nuestro entusiasmo y actividad. Cristo es viviente, no es uno que está ocupado; Cristo es fuerte, no es uno entusiasmado. Una persona puede estar llena de Cristo, llena de Su vigor, mas no estar ocupada ni entusiasmada. Si entendemos los asuntos espirituales, podremos discernir lo que es espiritual y lo que es entusiasmo, como también lo que proviene de Cristo mismo y lo que proviene del entusiasmo. Aquello que no ha sido derribado es únicamente entusiasmo y afán. Únicamente aquello que ha sido derribado y edificado es algo sólido, espiritual, y que proviene de Cristo.
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