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Mensajes de vida, tomo 2 (#42-75)por Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6927-5
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Actualmente disponible en: Capítulo 49 de 34 Sección 2 de 3

PREDICAR EL EVANGELIO DE JUAN

¡Intente predicar lo que usted sabe que otros no pueden entender! ¿Es usted lo suficientemente necio para hacer esto? ¿Practicará esto con sus padres? ¡No les predique acerca de la ciencia nuclear! ¡Predíqueles basado en el Evangelio de Juan! Hable con sus familiares de esta manera: “Quisiera contarte que el Señor Jesús es una vid y que yo soy uno de los pámpanos. Tú todavía no eres un pámpano, pero espero que lo seas después de nuestra conversación”. Créame, usted recibirá una respuesta positiva. Esa persona le dirá: “Oh, me gustaría ser un pámpano como tú. ¿Cómo puede ocurrir eso?”.

¿Qué le dirá usted entonces? ¿Cómo proseguirá? Espero que no empiece diciéndole que él es un pecador y que necesita confesar las cosas que ha robado, y que luego necesita orar para que el Señor Jesús entre en su corazón. Por supuesto, si el Espíritu Santo lo guía a usted de esa manera, está bien. Pero muchas veces ésa es la manera rutinaria en que usted les habla a las personas. En cada ocasión, usted debe responder conforme a la dirección que reciba del Señor en ese momento, y no conforme al método que usted mismo ha ideado.

El Espíritu Santo podría guiarlo a responder de esta manera: “Lea Juan 1:16, que dice: ‘Porque de Su plenitud recibimos todos, y gracia sobre gracia’. Tú tienes que recibir algo de parte del Señor. Es así como llegas a ser un pámpano”. No piense que él no le entenderá. Si usted sigue al Espíritu y el Espíritu opera en usted, él entenderá. Su predicación del evangelio no debe seguir siendo natural, superficial, trivial ni baja.

RECIBIR

¿Ya ha recibido usted la plenitud de Cristo? Ciertamente usted contestará que sí. Pero ¿qué tanto ha recibido? Cristo es universalmente ancho. Un océano es una medida demasiado pequeña para describir Su plenitud. Sus dimensiones son las mismas del universo. ¿Quién es capaz de medir cuán ancho, largo, alto y profundo es? ¿Ha recibido usted sólo una gota, o una taza, o una jarra de Su plenitud?

Por lo tanto, usted necesita seguir recibiendo diariamente, a cada hora y minuto a minuto. La plenitud de Cristo es tan vasta que usted no puede recibirla una vez por todas; se trata de recibir gracia sobre gracia.

PERMANECER

¿Permanece usted en Cristo en este momento? Mientras usted está en la reunión, le es fácil permanecer, pero ¿permanecía usted esta mañana en su casa a la hora del desayuno? Cuando usted vuelve a casa después de la reunión, ¿sigue permaneciendo? ¡Quisiera ayudarlo a permanecer predicándole el evangelio del permanecer!

El Señor dice: “Permaneced en Mí, y Yo en vosotros”. Luego en 15:7 dice: “Si permanecéis en Mí, y Mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis, y os será hecho”. ¿Permanece el Señor en usted? ¿Permanecen Sus palabras en usted? ¡Le estoy predicando el evangelio a usted! Cristo, el Dios infinito, es la vid, y usted y yo somos Sus pámpanos. ¡Somos pámpanos del Dios infinito! Podemos permanecer en Él, y Él puede permanecer en nosotros, lo cual nos hace uno con Él. ¡Aleluya por el evangelio! ¡Somos pámpanos de Cristo! Incluso entre nosotros en el recobro del Señor, son muy pocos los que han entrado en la realidad de este evangelio.

BEBER

El evangelio también incluye este versículo: “El que cree en Mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” (7:38). El Señor Jesús invitó a todos los sedientos a que vinieran a Él y bebieran (v. 37). De usted debieran correr ríos de agua viva. ¿Cuántos ríos corren de su interior? ¿Tiene usted un río de paz, de amor, de poder, de santidad, de humildad, de bondad? Si usted siente que no hay suficientes ríos corriendo de su interior, ello indica que no está bebiendo lo suficiente. Por lo tanto, necesita beber más de Él.

CRISTO, NUESTRO HOGAR

Parte del evangelio también se encuentra en Juan 14:23, que dice: “El que me ama, Mi palabra guardará; y Mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”. ¿Ama usted al Señor? ¿Guarda Su palabra? ¿Ha tenido la experiencia de que Él venga a usted y haga morada con usted? El pensamiento aquí es algo mutuo: nosotros llegamos a ser Su morada y Él llega a ser nuestra morada. Usted tiene una morada; no es una persona que vaga sin hogar. ¿Quién es su hogar? ¡Su hogar es Cristo!

¡Cuánto quisiera poder predicarles el Evangelio de Juan en cada reunión por todo un año! ¡Y creo que después de un año aún no terminaría!


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