Ser liberados de los ritos religiosos y andar conforme al Espíritupor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-8302-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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La Biblia es un libro misterioso. En la superficie, la Biblia es sencilla y fácil de entender. Por tanto, algunas personas consideran la Biblia como un libro de historias. Otros, al ser más atentos, consideran la Biblia como un libro de doctrinas. Sin embargo, si tenemos al Espíritu de Dios con nosotros, sabemos en lo profundo de nuestro ser que el significado de la Biblia no está relacionado con historias o doctrinas, sino con el Espíritu.
Cuando las personas me miran, primero notan la ropa que llevo puesta, y si se fijan con más atención, perciben la próxima capa, que es mi piel y mi carne. Si hubiera una forma de ver más profundamente, las personas verían mis huesos y órganos internos. Ésta es la capa más profunda visible al hombre. No obstante, yo no estoy compuesto únicamente de estas capas. Dentro de mí hay algo invisible, algo que ni los profesionales médicos ni los científicos pueden encontrar. Este algo es mi espíritu. Dentro de cada ser humano hay un espíritu. Si yo no tuviese un espíritu, sería un cadáver ambulante, una persona absolutamente inútil. Le doy gracias al Señor porque tengo un espíritu. El espíritu del hombre es lo que hace que el hombre sea valioso.
El hombre tiene un espíritu, y la sustancia de la Biblia es Espíritu. La Biblia no es algo propio de la letra, sino del Espíritu (2 Co. 3:6). En Juan 6:63 el Señor dijo: “Las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida”. Lamentablemente, cuando muchas personas leen la Biblia, sólo tienen contacto con las palabras que están en la superficie de la Biblia, mas no con el Espíritu. Muchos saben que Jesús nació de la virgen María y que Él nació en Belén, pues oyeron esta historia cuando eran niños. Sin embargo, hay otra historia dentro de estas historias bíblicas. Esta historia es espíritu y es vida. Conocer sólo las historias en la superficie no tiene mucho valor. Debemos ver que dentro de las historias hay otra historia, que es espíritu y vida. Sólo entonces tiene valor la Biblia.
La historia de Jesús es una historia extremadamente misteriosa. Por dos mil años, historiadores, teólogos y hombres de letras han reconocido la historia de Jesús. No obstante, tenemos que conocer la historia que está dentro de la historia de Jesús. La historia dentro de la historia de Jesús es una historia propia del Espíritu. El Evangelio de Mateo no sólo nos muestra cómo Jesús vivió, obró y actuó en la tierra, sino que también nos muestra al Espíritu dentro de Su vivir, Su obra y Sus acciones.
Mateo 1:18 y 20 dicen: “El origen de Jesucristo fue así: Estando desposada María Su madre con José, antes que se juntasen, se halló que estaba encinta por obra del Espíritu Santo [...] Porque lo engendrado en ella, del Espíritu Santo es”. Según el Evangelio de Mateo, el origen de Jesús es una historia del Espíritu y está completamente fuera de la religión. Jesús nació en la tierra de Judea. Para el tiempo de Su nacimiento, el judaísmo era una religión fuerte. El judaísmo no es una religión gentil ni una práctica pagana, sino una religión ortodoxa. Esta religión fue establecida en el Antiguo Testamento con un templo santo, un altar, un sistema sacerdotal, rituales para ofrecer sacrificios y maneras de adorar a Dios. Éstos son los elementos que constituyen el judaísmo como una religión ortodoxa.
Sin embargo, el nacimiento de Jesús tuvo lugar fuera de la religión. Dios envió un ángel, Gabriel, a una virgen joven (Lc. 1:26-27). ¿Quién podría imaginarse tal cosa? Si nosotros fuésemos Dios, enviaríamos un mensajero al hogar de un sacerdote en Jerusalén. Según nuestro concepto, si Jesús va a nacer, Él debería nacer en Jerusalén, en el templo santo y en el hogar de un sacerdote. Además, Él debería nacer como sacerdote. Pero Dios es distinto de nosotros. Nosotros tenemos conceptos religiosos y conceptos naturales, pero Dios no tiene ninguno de éstos. Dios envió a Gabriel a Galilea, una provincia insignificante de clase baja. Gabriel fue a una pequeña ciudad llamada Nazaret en Galilea. Él no acudió a una familia pudiente, sino a una familia pobre y humilde e incluso a una virgen débil y frágil. Esto nos muestra que el nacimiento de Jesús tuvo lugar fuera de la religión; estuvo en contra de la tradición religiosa y en contra de las regulaciones culturales. Su nacimiento fue una historia del Espíritu.
Es una lástima que el cristianismo ha introducido a Cristo en una religión y lo ha hecho una figura religiosa. El Jesús en quien creemos no es una figura religiosa y tampoco está en la religión. ¿Dónde está? Él está en el Espíritu.
Cristo nació fuera de la religión, fuera de Jerusalén, fuera del templo santo y fuera del sistema sacerdotal. Él nació en la humilde región de Galilea a una familia pobre y humilde en Nazaret, por medio de una muchacha débil y frágil. Esto pareciera ser negativo. No obstante, se halló que María estaba encinta por obra del Espíritu Santo. Esto no fue algo de la religión, la tradición, la cultura o la regulación. Fue por completo una historia del Espíritu Santo (Mt. 1:20).
Para el tiempo del nacimiento de Cristo había religiones gentiles. Hoy en día incluso el cristianismo se ha convertido en una religión. El cristianismo tiene regulaciones, métodos y doctrinas, pero carece del Espíritu. Debemos ver que la era ha cambiado. El Señor desea hacer que Su iglesia se vuelva de la religión, las doctrinas y las regulaciones, y de la ley y los rituales. Él desea que la iglesia se vuelva de todo lo exterior al Espíritu. El Señor Jesús no estaba en la religión, ni fue una figura religiosa. La concepción y nacimiento del Señor Jesús fue algo enteramente del Espíritu. No recibimos al fundador de una religión o a un salvador en la religión. Recibimos al Cristo vivo, quien está totalmente en el Espíritu. Él fue concebido por obra del Espíritu Santo, y Su nacimiento ocurrió fuera de la religión.
Aparentemente, Cristo era igual que cualquier otro ser humano, y Su condición era humilde. Según la profecía hallada en la Biblia, Él había de nacer en Belén, pero fue concebido en Nazaret. Esto es maravilloso. Cuando llegó el tiempo para que Él naciera, Dios ejerció Su mano poderosa para disponer el entorno a fin de llevar a María y José a Belén. Cuando ellos llegaron a Belén, los días de ella fueron cumplidos y el Señor Jesús nació. Esto cumplió las profecías contenidas en la Biblia. Luego de un corto periodo de tiempo, ellos partieron de Belén y descendieron a Egipto, y de Egipto regresaron a Nazaret. Nazaret se encontraba en una región despreciada. El Señor creció en una familia pobre y creció gradualmente, tal como cualquier otro ser humano. Sin embargo, en Su interior había algo diferente. Este algo era el Espíritu. Dios no desea la religión, los rituales ni las doctrinas. Él tampoco desea cosas materiales espectaculares, tales como edificios. Más bien, Él desea la historia interior propia del Espíritu. El Señor desea cambiar la era. Él no quiere que nosotros prestemos atención a la religión, los rituales, las ordenanzas, los métodos, las regulaciones ni las doctrinas. El Señor quiere que le prestemos atención a Él, el propio Espíritu viviente.
¿Se llevan a cabo nuestras reuniones en la religión? ¿Tenemos ordenanzas, métodos o regulaciones en nuestras reuniones? Dios no desea ninguna de estas cosas. Dios quiere que nos reunamos en espíritu. Cuando adoramos a Dios, ¿deberíamos estar callados o ser ruidosos? Algunos quizás digan que deberíamos ser ruidosos; si éste es el caso, tenemos una religión ruidosa. Otros podrían decir que deberíamos estar callados; si éste es el caso, tenemos una religión callada. Decir que deberíamos estar callados está mal, y decir que deberíamos ser ruidosos también está mal. Ser ruidosos no tiene valor alguno e, igualmente, tampoco tiene valor el estar callados. No queremos estar callados ni queremos ser ruidosos. Queremos al Espíritu. No nos interesa el silencio o el ruido. Sólo nos interesa el Espíritu. Si el Espíritu está con nosotros, podemos estar en Nazaret o en Belén. Lo que importa es que estemos en el Espíritu y que el Espíritu esté con nosotros.
Necesitamos ser librados de nuestros conceptos naturales y nuestros pensamientos religiosos. No nos interesan las cosas externas. Sólo nos interesa el Espíritu en nosotros. Mientras el Espíritu del Señor Jesús esté presente, incluso es correcto estar en un pesebre. Hoy en día Cristo no está interesado en las cosas externas, que son materiales, visibles, religiosas, sistemáticas, doctrinales y ritualistas; a Él le interesa el Espíritu en nosotros.
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