Cristo como la realidadpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-3063-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Es importante ver cuál es el significado de las especias en la ofrenda de harina. Una receta de cocina apropiada siempre incluye especias. En la ofrenda de harina hay tres especias positivas y dos negativas. La harina fina no es una especia, sino que es la sustancia e ingrediente principal en la preparación de la ofrenda de harina. A la harina fina se le añadían varias especias, que se mencionan en Levítico 2.
La primera especia es el aceite, lo cual ya mencionamos en el capítulo anterior. Todos sabemos que en tipología el aceite significa el Espíritu divino. Estoy usando la palabra divino en vez de Santo debido a que hay muchos conceptos errados relacionados a las palabras Espíritu Santo. En este capítulo prefiero usar Espíritu divino porque el Espíritu divino es la divinidad de Dios. La harina fina representa la humanidad de Jesús, y el aceite representa la divinidad de Jesús. Así que el aceite es la especia divina que se le añade a la ofrenda de harina.
Jesús es un hombre; sin embargo, está mezclado y ungido con el Espíritu divino. El Espíritu divino no sólo está mezclado con la humanidad de Jesús, sino que también unge Su humanidad. La mezcla es más profunda que la unción, pero la unción es más visible. Por ejemplo, en Levítico 2 la harina fina del sartén debía mezclarse con el aceite. Después adquiría una forma que se podía dividir en trozos. Una vez partida en trozos, se echaba aceite sobre ella. “Pero si presentas una ofrenda de sartén, será de flor de harina sin levadura, amasada con aceite. La partirás en trozos y echarás aceite sobre ella. Es una ofrenda” (vs. 5-6). Aunque está amasada o mezclada con el aceite, aún necesita ser ungida. La mezcla toma lugar por dentro, interiormente, mientras que la unción se cumple por fuera, exteriormente.
Desde Su nacimiento Jesús estaba mezclado con el Espíritu Santo. Jesús nació del Espíritu Santo; esto significa que Su humanidad ya estaba mezclada con el Espíritu divino. Pero cuando fue bautizado, el Espíritu Santo descendió sobre Él en forma de paloma (Mt. 3:16). Él no sólo estaba mezclado interiormente con el Espíritu divino, sino que también fue ungido por fuera con el Espíritu divino en forma de paloma. No fue meramente ungido en una forma abstracta, sino que fue ungido por el Espíritu en una forma definida, como una paloma. Así pues, vemos que el aceite, como una especia de la ofrenda de harina, estaba mezclado con la harina fina y también se usaba para ungir la harina fina. Como nuestra ofrenda de harina, Jesús estaba mezclado con el Espíritu divino y fue ungido por Él.
La segunda especia de la ofrenda de harina era el olíbano. En tipología el olíbano representa la fragancia de la vida y naturaleza de la resurrección de Cristo. Aun antes de ser crucificado y resucitado, Él siempre manifestó en toda Su conducta y actividades algo muy dulce y fragante. Ésa era la vida de resurrección. En la humanidad de Jesús, la ofrenda de harina, están presentes la especia del Espíritu divino y la especia de la vida de resurrección.
Otra especia positiva era la sal. Es fácil entender el significado de la sal. Primeramente, la sal mata todos los gérmenes de corrupción. Y mientras mata los elementos de corrupción, también preserva, impartiendo así un poder que perdura. La sal tiene el poder que mata, el poder que preserva y el poder que hace perdurar.
Al leer la biografía de Jesús en los cuatro Evangelios, vemos que todas las actividades que Él realizó en la tierra perduran por siempre. Las eras cambiaron y los siglos pasaron, pero la vida de Jesús sigue presente aquí. Verdaderamente posee un poder perdurador. En la vida, actividades y conducta del Señor Jesús hay una constante perpetuidad. Sus actividades no son como las actividades del hombre natural. Algunas actividades de los hombres eran buenas en el segundo siglo, pero ahora ya no lo son. Algunas eran buenas hace treinta años, pero ahora nadie estaría interesado en ellas. Todas se acabaron pero lean de nuevo los cuatro Evangelios. Cada página es tan fresca y nueva. Todo lo que el Señor hizo sigue siendo tan refrescante. Nada podía dañar Sus actividades, porque en ellas no existe el elemento de corrupción. Ningún elemento corrupto puede existir junto con la sal celestial que hay en la vida de Jesús; así que la vida del Señor Jesús perdurará por la eternidad. Estoy convencido de que en la Nueva Jerusalén frecuentemente recordaremos las páginas de los cuatro Evangelios.
En la vida del Señor Jesús, especialmente en Su humanidad, está la sal. Ésta es el poder que mata, el poder que preserva y el poder que hace perdurar. El amor que Jesús nos tiene es tan puro. Muchas veces el amor que nosotros tenemos para con otros casi no tiene sal. Fue dulce ayer, pero hoy día es amargo. Esto se debe a que no tiene sal. Sin sal nuestro amor se fermenta. Debemos poner sal en todas nuestras relaciones con los hermanos. Es bueno el hecho de que nos agrade cierto hermano; pero ese tipo de relación necesita morir. No quiero decir que el agrado por ese hermano deba desaparecer, sino que los elementos de corrupción presentes en nuestros gustos deben morir. Se necesita el poder aniquilador de la sal.
¡Aleluya! La humanidad de Jesús tiene aceite, olíbano y sal. Cuando Lázaro, el amigo más íntimo de Jesús, se enfermó, sus hermanas Marta y María le enviaron las noticias a Jesús, diciéndole que aquel a quien Él amaba estaba enfermo. Si nosotros hubiésemos sido Jesús, posiblemente hubiésemos derramado unas cuantas lágrimas e inmediatamente habríamos ido a verlo. Sin embargo, después que Jesús recibió la noticia parece que no se conmovió, pues permaneció en el mismo lugar donde estaba por varios días. No piensen que no amaba a Lázaro. Lo amaba, pero Su amor contenía el poder que mata y aniquila todo lo que corrompe. Su amor fue un amor puro, y debido a eso fue un amor que perduró.
Si ustedes me hablan de un hermano a quien conozco muy bien y me dicen que ese hermano está enfermo, eso sería una verdadera prueba para mí. Si me entristezco y digo que debo ir a verlo de inmediato, esto mostraría que en mi amor no hay sal; no existe el poder que mata. Ciertamente esta clase de amor se manifiesta con facilidad; es emotivo y natural. Sin embargo, si he estado experimentando la humanidad de Jesús, en donde se encuentra la sal, cuando me llegue la noticia acerca de este hermano, inmediatamente me volvería al Señor y le preguntaría: “Señor, ¿cuál es Tu sentir? No quiero actuar según mis sentimientos, porque deben ser puestos en la cruz. Si Tú no tienes ningún sentir sobre la enfermedad de este hermano, me olvidaré del asunto”. Verdaderamente necesitamos la sal para dar muerte a nuestras amistades naturales, a nuestro amor natural y a nuestro afecto natural. La sal no sólo sirve para matar, sino que además sirve como el poder preservador y el poder que hace perdurar.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.