Espíritu y el cuerpo, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4516-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Además de estos asuntos, es necesario que todos seamos adiestrados para presentar las verdades. Todos debemos aprender todo lo relacionado con el recobro del Señor de tal manera que seamos capaces de presentarlo a otros. En otras palabras, debemos aprender a presentar lo que estamos disfrutando en el recobro del Señor. Por ejemplo, muchos cristianos no saben lo que es la iglesia. Algunos piensan que es una capilla, una catedral o una edificación con una torre alta. Los domingos por la mañana muchos suelen decir que van para la iglesia. Otros dicen que su iglesia es la iglesia que está en una determinada calle, lo cual demuestra que en realidad no saben lo que es la iglesia. Por lo tanto, nosotros mismos debemos saber qué es la iglesia y luego debemos aprender a presentar las verdades de una manera agradable, convincente y atractiva. Siempre que otros nos pregunten acerca de algo, debemos estar listos para dar respuesta. En 1 Pedro 3:15 dice que debemos estar “dispuestos siempre a presentar defensa ante todo el que os pida razón de la esperanza que hay en vosotros”. Supongamos que alguien le preguntara quién es el pastor de la iglesia en Anaheim, y usted respondiera: “¡Todos son pastores!”. Ésa no sería una respuesta apropiada, pues daríamos la impresión a los demás que no queremos hablarles. Incluso una pregunta tan sencilla como ésta no es fácil de responder. A fin de dar una respuesta apropiada, debemos ejercitar tanto nuestro espíritu como nuestra mente.
Debemos aprender a presentar las cosas a las personas de una manera agradable, convincente, contundente y cautivadora. Cada vez que ellas nos hagan alguna pregunta tenemos una oportunidad para cautivarlas. Para lograr esto, debemos aprender a compartirles de una manera completa. Por ejemplo, si alguien le pregunta qué significa volverse al espíritu, ésa es una excelente oportunidad para compartirle algo y cautivarlo. Todos debemos aprender a hacer esto. Actualmente muchos de nosotros aún no somos diestros en esto. Por lo tanto, debemos aprender a hablar de manera convincente cuando otros nos hagan preguntas. Aprovechen cada pregunta como una oportunidad que tienen para atrapar un pez. Esto requiere de mucho adiestramiento. Hace treinta años yo dediqué mucho tiempo a esta clase de adiestramiento en la iglesia en mi pueblo natal, y funcionó muy bien.
Supongamos que alguien les hiciera una pregunta difícil o una pregunta tonta. No contesten de manera ofensiva. En vez de ello, respondan de una manera que calme a la otra persona. Ésta es la mejor manera de cautivar a las personas. Es posible hablar con las personas por horas sin responderles directamente su pregunta. No se molesten si les hacen preguntas tontas; más bien, aproveche esa oportunidad para inyectarles algo positivo. No dejen que nadie se vaya sin recibir una buena inyección. Algunos cristianos podrían preguntar por qué nuestras reuniones son tan bulliciosas. No diga: “Todos estamos muy emocionados porque Jesús es nuestro disfrute. Todos comemos a Jesús, y ¡el secreto es comer a Jesús!”. Algunos de nuestros jóvenes han dado respuestas similares. En lugar de responder así, respondan de una manera que ablande el corazón de la persona que ha hecho la pregunta. Mientras hablen con ella, aplíquenle una inyección. Ya sea que esté de acuerdo o no con usted, la inyección entrará en su ser.
Nuestra localidad es un estanque de peces donde podemos pescar, y todos los días estamos rodeados de peces. Es por ello que siento la carga de que todas las iglesias adiestren a los santos para presentar lo que están disfrutando. Si cada vez que alguien le hace a usted una pregunta, usted responde: “No sé”, no será una persona muy útil. Por supuesto, no es fácil decir: “No sé”. Muchos de nosotros no son capaces de decir estas palabras, no están dispuestos a decirlas o no saben decirlas. Así que, debemos aprender a decir en el momento indicado: “No sé”. Si hacemos esto, estas palabras serán muy útiles.
Ahora deseamos hablar respecto a cómo ganar a los jóvenes. Cada iglesia debe ir a donde están los jóvenes. En cualquier campo, el futuro está con los jóvenes. Si una industria o escuela no gana a los jóvenes, esa industria o escuela no tendrá futuro. Esta generación es la generación de los jóvenes. Sin embargo, con esto no quiero decir que no apreciemos a los que tienen más edad.
Hay tres razones por las cuales debemos ir a los jóvenes. La primera razón es que los jóvenes no están ocupados con tantos asuntos. Es mejor contactar a los jóvenes entre los dieciséis y veinte años. Durante estos años ellos empiezan a entender las cosas, pero no están tan ocupados. Por lo tanto, debemos aprovechar la oportunidad para ganar a los estudiantes que cursan la escuela secundaria y el primer año de universidad. Muchos jóvenes cuando cumplen dieciocho años sienten deseos de abandonar el hogar. Ése es el mejor momento para ganarlos para el recobro del Señor.
La segunda razón por la cual debemos ir a los jóvenes es que un gran número de ellos se encuentran reunidos en las escuelas. Esto no sucede con ningún otro grupo de edad. Debido a que los jóvenes se congregan en las escuelas, resulta fácil contactarlos. Si desean atrapar los peces, tienen que ir adonde ellos están.
La tercera razón es que es fácil para los jóvenes —sobre todo al final de la adolescencia— cambiar su modo de pensar, es decir, es fácil para ellos arrepentirse. (Arrepentirse consiste en cambiar en el modo de pensar). Si ustedes les presentan a los jóvenes algo sólido, valioso e interesante, ellos lo aceptarán.
Debido a estas tres razones, cada iglesia local debe laborar en los recintos universitarios. Quienes participen en esta labor universitaria deben ser jóvenes ellos mismos; cuanto más lo sean, mejor. Si alguien tiene más de veintisiete años le resultará difícil hablar con una persona de diecisiete años de edad. Es mejor laborar con aquellos que están en nuestro propio grupo de edad. Si yo fuera a laborar en la universidad, a ningún joven le interesaría hablar conmigo porque soy una persona muy mayor. Pero si fuera un joven, sería muy fácil que otros jóvenes me hablaran. Por consiguiente, no debemos enviar a los hermanos de más edad a laborar en las universidades.
Sin embargo, los mayores, es decir, los que tengan más de veintisiete años, no deben pensar que no tienen nada que hacer o que deben jubilarse. En un ejército, aparte de los jóvenes soldados, hay mucho más personal. Toda la iglesia es un ejército combatiente. Sin embargo, eso no significa que todos deban combatir en las primeras líneas de batalla. En vez de ello, debemos enviar a los jóvenes a las primeras líneas de batalla y dejar que los demás laboren detrás de los bastidores. Por ejemplo, los hermanos de más edad pueden dedicar mucho tiempo a la oración. Si les pidiéramos a los jóvenes que no salieran, sino que más bien se quedaran orando, eso les parecería muy difícil. Sería como interrumpir un juego de baloncesto para pedirles a los jugadores que oren. Debido a que su corazón e interés está en jugar baloncesto, a los jugadores les resulta muy difícil suspender el juego para orar. Incluso mientras oran, ellos estarían ansiosos de irse a jugar con la pelota. Así que, en vez de pedirles a los jóvenes que se detengan para orar, nosotros debemos orar por ellos. Necesitamos dos equipos: un equipo que juega y otro que ora. Los jóvenes deben ser el equipo jugador y los hermanos de más edad deben ser el equipo de oración. No obstante, todos somos un solo Cuerpo. Si ustedes me pidieran que me quedara orando en casa, yo me sentiría muy contento. Para mí, orar en casa es algo muy disfrutable.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.