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Sacerdotes neotestamentarios del evangelio, Lospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3970-4
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Actualmente disponible en: Capítulo 7 de 11 Sección 2 de 4

EL GIRO QUE SE DA DE LOS SACERDOTES
DEL ANTIGUO TESTAMENTO
A LOS SACERDOTES DEL NUEVO TESTAMENTO

Un sacerdote neotestamentario es un sacerdote del evangelio. Los sacerdotes del Antiguo Testamento principalmente estaban restringidos a la casa de Aarón, es decir, a Aarón y sus hijos. Pero los sacerdotes neotestamentarios no están confinados a una sola familia; en vez de ello, este sacerdocio es la responsabilidad de millones de santos que han sido salvos. Apocalipsis 5 dice: “Porque Tú fuiste inmolado, y con Tu sangre compraste para Dios hombres de toda tribu y lengua y pueblo y nación; y de ellos has hecho para nuestro Dios un reino y sacerdotes” (vs. 9-10). En 1 Pedro 2 también dice: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio” (v. 9). Puesto que los sacerdotes forman un sacerdocio, éste ya no es responsabilidad de sólo unas cuantas personas, sino la responsabilidad de todos. Por consiguiente, llega a ser un sacerdocio. El número de las personas salvas excede grandemente al número de israelitas que había en el Antiguo Testamento. El número en aquel entonces estaba limitado a los varones únicamente. Pero en el Nuevo Testamento, todos los que han sido salvos, sean varones o mujeres, jóvenes o viejos, son sacerdotes. Debido a que son una gran cantidad, ellos llegan a ser un sacerdocio.

Lo que estos sacerdotes hacen en su sacerdocio es ofrecer sacrificios a Dios. En el Antiguo Testamento, había principalmente cinco clases de ofrendas: el holocausto, la ofrenda de harina, la ofrenda de paz, la ofrenda por el pecado y la ofrenda por la transgresión. En el Nuevo Testamento, según Hebreos 13, los sacrificios que los creyentes neotestamentarios ofrecen incluyen el sacrificio de alabanza, el sacrificio de buenas obras y el sacrificio de ofrendas materiales. Estos sacrificios son agradables a Dios. Durante los pasados veinte años, di muchos mensajes en los Estados Unidos acerca de los sacerdotes neotestamentarios que ofrecen sacrificios a Dios. Dije que esto equivalía a ofrecer al Cristo que disfrutamos en muchos aspectos como ofrendas para Dios, lo cual hacíamos al traerlo a las reuniones. En otras palabras, los sacrificios que los sacerdotes neotestamentarios presentan a Dios son el Cristo que ellos ofrecen, es decir, el Cristo que experimentamos y que traemos y ofrecemos a Dios.

Durante el mes pasado, el Señor nos mostró que la luz en cuanto al sacerdote del evangelio no es nada insignificante. Esto es un asunto importantísimo en términos de la verdad. Los maestros de la Biblia a través de los siglos han visto algo al respecto. Incluso, a principios del primer siglo cuando Pablo escribió el libro de Hebreos, especialmente en los capítulos 9 y 10, él ya estaba haciendo una exposición del libro de Levítico. Después de la época de Pablo, en cada siglo ha habido personas que han explicado la Biblia. Por mil novecientos años, la Biblia ya ha sido explicada. Hoy en día estamos apoyados sobre los hombros de todos estos maestros. Alabado sea el Señor, pues hoy la revelación en cuanto al sacerdote del evangelio ha venido a nosotros. Podemos decir que hemos heredado del pasado, y que estamos abriendo un camino para el futuro.

El giro que dio Juan el Bautista

En el caso de Juan el Bautista vemos claramente que lo que él ofrecía era hombres arrepentidos. También vemos esto claramente con respecto al apóstol Pablo. Las ofrendas que él ofrecía eran pecadores que habían sido salvos por medio de él. Todos sabemos que la Biblia se divide en el Antiguo y el Nuevo Testamentos. La mayor parte de lo que está escrito abarca el servicio que el pueblo de Dios le rinde a Él. La Biblia dice que nosotros fuimos creados, escogidos y redimidos por Dios. También somos regenerados y transformados por Dios. La razón por la cual Dios hace pasar al hombre por todos estos procesos es que el hombre pueda servirlo. Por consiguiente, tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo nos hablan de la obligación que el hombre tiene de servir a Dios. El hombre tiene que ser un sacerdote. En ambos Testamentos, el pueblo de Dios es los sacerdotes. La diferencia entre los dos Testamentos radica en las ofrendas que los sacerdotes ofrecen en ambas épocas.

Es con Juan el Bautista que se da el giro del sacerdocio del Antiguo Testamento al Nuevo. Según el relato de Lucas 1, Juan provenía de una familia sacerdotal del Antiguo Testamento. Su padre era ya anciano y no tenía hijos. El esposo y la esposa oraron a Dios, y Dios les respondió su oración: les nació un hijo, quien fue Juan el Bautista. Oficialmente, Juan era sacerdote por nacimiento. Y no sólo era un sacerdote que había nacido de una familia sacerdotal, sino que era un verdadero sacerdote que había nacido por el poder de Dios. A los ojos de Dios, el último sacerdote del Antiguo Testamento había sido Zacarías. Considerando los factores externos, Juan había nacido de una familia sacerdotal. Puesto que había nacido como un sacerdote del Antiguo Testamento, él debió haber vivido en el hogar de los sacerdotes, entrando y saliendo del templo. Debió haber comido las ofrendas sacerdotales y haber vestido las vestiduras sacerdotales. Pero por raro que parezca, Juan fue a predicar al desierto. Él rechazó la familia sacerdotal, se alejó del templo, y ni siquiera inmoló toros y machos cabríos para presentarlos como ofrendas. Él rechazó todo lo que hacían los sacerdotes del Antiguo Testamento.

Así pues, en lugar de vestir las vestiduras sacerdotales, llevaba un vestido de pelo de camello; en lugar de comer de las ofrendas, se alimentó de langostas y miel silvestre; y en lugar de vivir en el templo, vivió en el desierto. Sus costumbres estaban completamente libres de las tradiciones de los sacerdotes del Antiguo Testamento. Él vestía de una manera salvaje, comía comida silvestre, vivía de una manera salvaje, e incluso predicaba de una manera salvaje. Él les dijo a aquellos que salían a él para hacerse bautizar: “¡Cría de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera?”. También clamó en el desierto, diciendo: “¡Arrepentíos!”. Una vez que los hombres se arrepentían, él los bautizaba en agua. Todo lo que Juan hizo estaba completamente libre del pasado religioso y cultural. Él rechazó rotundamente el sacerdocio del Antiguo Testamento; se apartó de lo viejo y dio un giro a lo nuevo. Mediante este giro, él empezó a ejercer su función como el primer sacerdote del evangelio en el Nuevo Testamento.

Cuando Juan dio este giro para convertirse en el primer sacerdote del evangelio de Dios en el Nuevo Testamento, él no ofreció toros ni machos cabríos, sino que ofreció a los pecadores que se arrepentían como sacrificios. Él no ofreció toros uno por uno, sino que más bien, ofrecía las almas que salvaba una por una. De este modo, él reemplazó a los toros y machos cabríos con hombres.

Todos los creyentes que vinieron después de Juan el Bautista incluyendo a Pedro, a Jacobo, a Juan y a los tres mil y cinco mil que fueron añadidos durante Pentecostés fueron sacerdotes del evangelio. Cada uno de ellos ofrecía a los pecadores como sacrificios. El primer grupo de apóstoles establecido por el Señor fue el primer grupo de sacerdotes del evangelio. Después de ellos, el más sobresaliente fue el apóstol Pablo. En Romanos 15 él dijo que era un “ministro de Cristo Jesús a los gentiles, un sacerdote que labora, sacerdote del evangelio de Dios, para que los gentiles sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo” (v. 16). Pablo salvaba a los pecadores gentiles uno por uno, y los ofrecía a Dios. Éste fue el primer paso.


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