Presentación breve de lo que es el recobro del Señor, Unapor Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-570-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El quinto punto en el recobro del Señor es el recobro de la revelación divina con respecto a los creyentes.
Los creyentes son seres tripartitos constituidos de espíritu, alma y cuerpo (1 Ts. 5:23).
Los creyentes son redimidos, justificados, y reconciliados con Dios en Cristo (Ro. 3:24; 5:10a). No sólo hemos sido salvos, sino que también hemos sido redimidos, justificados y reconciliados con Dios en Cristo.
Los creyentes han sido bautizados en el Dios Triuno para tener una unión orgánica con el Dios Triuno procesado (Mt. 28:19). M. R. Vincent en Word Studies in the New Testament [Estudio de las palabras del Nuevo Testamento], dijo con respecto a Mateo 28:19: “Bautizar en el nombre de la Santa Trinidad implica una unión espiritual y mística con El”. Tal pensamiento, tal revelación, se ha perdido en el cristianismo. El bautismo tiene como fin bautizarnos en el Dios Triuno para que tengamos una unión orgánica con el Dios Triuno procesado.
Los creyentes son regenerados en su espíritu por el Espíritu (Jn. 3:5-6) y con la vida divina, la cual es Cristo (Col. 3:4a), para ser hijos de Dios (Jn. 1:12-13), teniendo la naturaleza divina (2 P. 1:4b), y para ser los miembros de Cristo (Ro. 12:5) en la unión de la vida divina. La regeneración tiene lugar en nuestro espíritu; es llevada a cabo por el Espíritu con la vida divina, y nos hace, primero, hijos de Dios, y luego, miembros de Cristo.
Los creyentes han sido crucificados con Cristo, siendo muertos en su viejo hombre (Gá. 2:20; Ro. 6:6).
Los creyentes tienen a Cristo viviendo en ellos como el Cristo pneumático, el Espíritu que mora en ellos (Ro. 8:11).
Los creyentes han sido santificados posicionalmente por la sangre de Cristo (He. 13:12) y están siendo santificados disposicionalmente por el Espíritu (Ro. 15:16; 6:19, 22), para ser renovados, transformados en su alma (Ro. 12:2a; 2 Co. 3:18), conformados a la imagen del primogénito Hijo de Dios (Ro. 8:29), y glorificados (redimidos) en sus cuerpos (Ro. 8:23) en la gloria del Dios Triuno procesado (Ro. 8:30, 17-18). Aunque los creyentes han sido regenerados en su espíritu, su alma y su cuerpo, siguen siendo viejos. Por esta razón, los creyentes necesitan ser renovados, transformados en su alma, conformados a la imagen del Hijo primogénito de Dios, y glorificados en sus cuerpos en la gloria del Dios Triuno procesado. Los creyentes son seres tripartitos constituidos de espíritu, alma y cuerpo. Primero, su espíritu es regenerado, luego su alma es transformada, y finalmente su cuerpo será glorificado. De esta manera, todo el ser de los creyentes será saturado con la vida espléndida de Dios. La vida de Dios es una vida de esplendor, y ese esplendor es la gloria de la vida divina. Cuando seamos invadidos, saturados y empapados con el esplendor de la vida divina, estaremos en la gloria.
Los creyentes son saturados en su ser tripartito con el dispensar de la Trinidad divina (Ro. 8:5-11), para que sean mezclados con el Dios Triuno procesado.
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