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Estudio-vida de Lucaspor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1203-5
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Actualmente disponible en: Capítulo 8 de 79 Sección 2 de 2

Se necesita que se nos dé fin
y que se nos sepulte

El primer aspecto de la investidura del Señor fue que se renunció a Sí mismo. Este principio aplica a todos nosotros en cuanto a nuestro servicio a Dios. Si queremos rendir cierto servicio determinado a Dios, necesitamos renunciarnos a nosotros mismos; es decir, necesitamos que se nos dé fin y que se nos sepulte. Nosotros como hombres creados por Dios y como hombres caídos, necesitamos que se nos dé fin. El primer aspecto de la investidura del Salvador-Hombre en Su ministerio para Dios consistió en que se renunció a Sí mismo. También necesitamos que se nos dé fin y que se nos sepulte en las aguas de la muerte.

EL UNGIMIENTO DEL SALVADOR-HOMBRE

Inmediatamente después de que el Señor Jesús fue bautizado, fue ungido por Dios: “Y descendió el Espíritu Santo sobre El en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres Mi Hijo, el Amado; en Ti me he complacido” (v. 22). Después de que Juan el Bautista hubo bautizado al Señor Jesús, Dios el Padre envió Su Espíritu Santo sobre este hombre bautizado. Por lo tanto, el Espíritu de Dios descendió sobre un hombre a quien se le dio fin y se le sepultó con el fin de investirle del ministerio viviente para Dios.

El Espíritu Santo en esencia y en poder

La concepción de Jesús por el Espíritu Santo en 1:35, es el aspecto esencial y se relaciona con el ser divino, la persona divina, de Jesús. La esencia del elemento divino del Espíritu Santo en la concepción de Jesús es inmutable e inamovible. Sin embargo, aquí el descenso del Espíritu Santo sobre Jesús es el aspecto económico y se relaciona con el ministerio, la obra de Jesús. El poder del Espíritu Santo para el ministerio de Jesús le puede ser quitado (4:1, 14, 18; Mt. 12:28) según la naturaleza de la necesidad. Fue en esta forma económica que Dios desamparó a Jesús y lo dejó cuando El llevaba el pecado de los pecadores, al morir por ellos en la cruz (Mt. 27:46). Antes de que el Espíritu Santo con poder descendió sobre Jesús, éste ya tenía el Espíritu Santo con esencia desde Su nacimiento. Además, mientras el Espíritu Santo con poder descendía sobre Jesús, El existía junto con el Espíritu Santo en esencia.

El Espíritu Santo en relación
con la persona y la obra del Señor

Al llegar a este punto, me gustaría añadir unas palabras más en cuanto a la persona y la obra del Señor Jesús. La persona del Señor es Su ser, o sea, Su existencia, y Su obra es Su ministerio, Su cargo. Por consiguiente, con el Señor Jesús existe la cuestión de Su persona y la cuestión de Su ministerio. El tenía para Su persona, el Espíritu Santo como Su esencia intrínseca desde el momento de Su concepción. Este es el Espíritu para Su ser, para Su existencia. El fue constituido del Espíritu Santo como la esencia intrínseca de Su ser cuando fue concebido en el vientre de la virgen María. Por lo tanto, El nació con el Espíritu Santo como Su esencia. En otras palabras, nació con el Espíritu esencial para Su persona, Su ser y Su existencia.

Por treinta años el Señor Jesús vivió en la tierra por medio del Espíritu Santo como la esencia intrínseca de Su persona. Después, a los treinta años de edad, apareció para obrar, para ministrar, para llevar a cabo Su cargo. El Señor Jesús necesitaba el Espíritu Santo de una manera más extensa para Su ministerio, no en el aspecto esencial sino en el aspecto económico. Después de que se bautizó, el Espíritu Santo descendió sobre El, en forma corporal, como paloma. Así el Espíritu Santo descendió económicamente sobre el Señor para que se llevara a cabo la economía de Dios mediante el ministerio del Señor.

Dos aspectos del Espíritu Santo

Con el Señor Jesús

Es muy importante que veamos estos dos aspectos del Espíritu Santo: el aspecto esencial y el aspecto económico. El aspecto esencial del Espíritu Santo se relaciona con la persona, el ser, la existencia, del Señor Jesús. El aspecto económico del Espíritu se relaciona con la obra del Señor, Su ministerio y Su cargo.

Puedo testificar que por más de cincuenta años he estado estudiando la Biblia con el propósito de comprender estos aspectos del Espíritu Santo. En 1934 me dieron la responsabilidad de redactar el boletín titulado El cristiano. Para ese boletín escribí algunos artículos sobre los dos aspectos del Espíritu Santo: el aspecto interno, que está relacionado con la vida, y el aspecto externo, que está relacionado con la obra. Sin embargo, no fue sino hasta los años recientes que vi claramente que el aspecto interno del Espíritu Santo, según el cual el Espíritu mora en uno, es un asunto del Espíritu esencial, el cual se relaciona con la esencia, es decir, la existencia, y que el aspecto externo del Espíritu Santo, el Espíritu que desciende sobre nosotros, es el Espíritu económico, el cual se relaciona con la obra, el servicio. El aspecto externo no es una cuestión de esencia para la existencia; es una cuestión de economía, relacionada con la obra y el ministerio que rendimos a Dios y con el cargo que cumplimos.

Con los creyentes

En principio, ambos aspectos del Espíritu Santo se relacionan con nosotros del mismo modo que lo hicieron con el Señor Jesús. Para El, existía el aspecto esencial para Su persona, y el aspecto económico para Su ministerio. Para nosotros, el aspecto esencial del Espíritu está relacionado con nuestra existencia como creyentes regenerados, y el aspecto externo del Espíritu está relacionado con nuestra obra cristiana.

Por muchos años no pude comprender ni explicar adecuadamente por qué el Señor Jesús, que fue concebido por el Espíritu Santo y que vivió por el Espíritu Santo treinta años, aún necesitaba que el Espíritu descendiera sobre El en el momento de Su bautismo. Cuando se bautizó, ¿no tenía ya el Espíritu en El? Ciertamente ya tenía el Espíritu internamente. Entonces ¿por qué el Espíritu descendió sobre El? Esto no indica en absoluto que existen dos Espíritus, uno que moraba en el Señor Jesús y otro que descendió sobre El. Puesto que existe un solo Espíritu (Ef. 4:4), ¿cómo pudo este Espíritu morar en el Señor Jesús y al mismo tiempo descender sobre El? La respuesta a esta pregunta se sabe al entender uno que el Espíritu tiene dos aspectos, el aspecto esencial y el aspecto económico.

Para la existencia y para el ministerio

Por muchos años de estudios no solamente de la Biblia, sino también de otras escrituras, hemos sido iluminados para que veamos el aspecto esencial y el aspecto económico del Espíritu Santo. Por lo tanto, podemos decir con confianza que el Espíritu que mora en uno es esencial; es una cuestión de esencia para la existencia de uno. El aspecto externo del Espíritu es económico; tiene como fin desempeñar un cargo y llevar a cabo el ministerio que efectúa la economía de Dios. El aspecto económico no tiene como que uno exista, sino que uno obre, que uno ministre. ¡Alabado sea el Señor por estos dos aspectos del Espíritu Santo!

En Lucas 3:21 y 22 vemos que el Señor Jesús como Salvador-Hombre fue investido del cargo y del ministerio en dos etapas. Estas dos etapas son el bautismo en agua y el ungimiento del Espíritu Santo. Después de que el Señor Jesús fue bautizado por Juan el Bautista, Dios el Padre envió al Espíritu Santo sobre El económicamente para Su ministerio. De esta manera el Salvador-Hombre fue investido.


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