Información del libro

Núcleo de la Biblia, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4442-5
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Actualmente disponible en: Capítulo 13 de 20 Sección 1 de 5

CAPÍTULO TRECE

ASPECTOS DE LO QUE CRISTO ES

La persona de Cristo es maravillosa, profunda y misteriosa. Su persona tiene dos aspectos, el aspecto divino y el aspecto humano. En teología el estudio de la Persona de Cristo se conoce por el nombre de cristología. Desde el segundo siglo, los maestros cristianos han debatido acerca de la persona de Cristo. Debido a las diferentes enseñanzas y opiniones, los debates en cuanto a la persona de Cristo han continuado, aun hasta hoy. Por consiguiente, debemos estar alertas. Si seguimos una enseñanza acerca de la persona de Cristo que no sea bíblica, estaremos en apuros. No se dejen influenciar por ninguna enseñanza acerca de la persona de Cristo que sea contraria a las Escrituras.

ES IMPOSIBLE
ENTENDER A CRISTO CABALMENTE

Les ruego que regresen a la Biblia y no traten de analizar a Cristo ni entenderlo con su mente. Sencillamente no podemos entenderlo cabalmente. De hecho, ni siquiera podemos entendernos a nosotros mismos. ¿Podrían ustedes decirme dónde está su mente? Además, ¿sabían que tienen dos corazones, un corazón físico y uno psicológico? Tal vez ustedes sepan dónde está su corazón físico, pero ¿dónde se encuentra su corazón psicológico? ¿Pueden decir dónde está? Todos debemos responder: “No lo sé”. Si ustedes desean conocer la Biblia, deben aprender a decir: “No lo sé”. La Biblia revela que nosotros tenemos un alma. ¿Saben dónde se encuentra? ¿Y qué diríamos de nuestro espíritu? ¿Saben dónde está? Todos tenemos un espíritu, un alma, un corazón, una mente, una parte emotiva y una voluntad, pero no podemos decir dónde están. Además de todo esto, y aún más misterioso que todo lo anterior, es el asunto de nuestra vida física. ¿Son capaces ustedes de entender su vida física? Ni siquiera los médicos saben qué es la vida. Por lo tanto, ¿cómo esperamos entender todo lo relacionado con Cristo, cuando ni siquiera podemos entendernos a nosotros mismos?

El asunto de la comida también nos muestra cuán limitada es nuestra mente. ¿Saben ustedes todo lo relacionado con los alimentos que comen? Si ustedes decidieran no comer nada hasta entender cabalmente lo que se van a comer, se morirían de hambre. Día tras día, ingerimos los alimentos sin tratar de analizarlos. No me interesa entender la comida que como. En los viajes que he hecho alrededor del mundo, me he hospedado en hogares de diferentes países del Lejano Oriente, Europa, Suramérica y los Estados Unidos. Debido a que mis anfitriones me desean atender de una manera muy amorosa, me sirven la mejor comida. Cuando me la sirven, muchas veces han tratado de explicarme en qué consiste la comida. Sin embargo, digo para mis adentros: “Por favor, simplemente sírvame la comida. No trate de explicármela. No tengo en mi mente la capacidad de retener toda esa información. Por favor, no diga nada más y déjeme disfrutar la comida. Sé que usted me ha preparado la mejor comida porque me ama. Estoy seguro de que usted nunca me serviría algo que me fuera a hacer daño. Así que prefiero comer sin saber lo que estoy comiendo”. En realidad, cuanto más estudien ustedes la comida, menos la disfrutarán. Pero cuanto menos la estudien, más la disfrutarán y mejor la digerirán.

COMER LA PALABRA DE DIOS

Podemos aplicar esto a la manera en que acudimos a la Biblia. No es suficiente simplemente estudiar la Biblia; tenemos que comerla. Jeremías 15:16 dice: “Fueron halladas Tus palabras, y yo las comí”. También el Señor, cuando resistió la tentación del diablo, dijo: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt. 4:4). Cuando ustedes vienen a la mesa a desayunar, ¿estudian la comida o simplemente se la comen? Nadie sería tan tonto como para estudiarla. Sin embargo, los cristianos en su mayoría no comen la Palabra de Dios cuando abren su Biblia, sino que simplemente la estudian. Estudiar demasiado la Biblia sin comerla, les hará daño; muchos han sido afectados por esto.

Un día empecé a leer el Evangelio de Juan. Cuando leí la primera frase: “En el principio”, quedé perplejo, y empecé a estudiarla. Me preguntaba: “¿El principio? ¿Qué significa esta frase? ¿De qué clase de principio habla?”. Así que dejé de comer y empecé a estudiar. Me puse a leer las referencias bíblicas marginales, y luego consulté una concordancia y un diccionario para determinar el significado de la frase: “En el principio”. Sencillamente no podía entenderla. En lugar de comerme el pollo, estudiaba los huesos del pollo. Pero esto era demasiado duro para mis dientes. Sin embargo, seguí estudiando y me hice más preguntas en cuanto a qué era el Verbo y cómo el Verbo podía estar con Dios y al mismo tiempo ser Dios. No me parecía lógico decir que el Verbo pudiera ser Dios y al mismo tiempo estar con Dios. Me preguntaba si el Verbo y Dios eran uno o si eran dos. Muchos años después el Señor me mostró que la clave no era estudiar, sino comer. Después que aprendí esto, regresé a Juan 1:1 y comencé a comerlo. Basado en este versículo, oré y dije: “En el principio, ¡amén! En el principio era el Verbo. ¡Amén! ¡Oh, el principio! ¡Oh, el Verbo! ¡Y el Verbo estaba con Dios! ¡Amén! ¡Y el Verbo era Dios! ¡Aleluya por el principio! ¡Aleluya por el Verbo! ¡Aleluya por Dios!”. De este modo, me comí un desayuno muy suculento.

Si a usted le perturba el hecho de que el Hijo sea llamado Padre eterno, le sugiero que se coma Isaías 9:6. Cómase este versículo, diciendo: “¡Nos ha nacido! ¡Amén! ¡Oh, a mí me ha nacido, a usted también y a nosotros! ¡Un niño nos ha nacido! ¡Amén! ¡No nos ha sido enseñado; nos ha nacido! ¡Aleluya, un Hijo nos ha sido dado! ¡Nos ha sido dado un Hijo, no un maestro! ¡Y el principado sobre Su hombro! ¡Amén! ¡Y Su nombre! ¡Aleluya por Su nombre! ¡Se llamará Su nombre Admirable! ¡Admirable! ¡Aleluya! ¡Oh, Su nombre es Consejero! ¡Cuán rica es esta comida! ¡Él es Admirable! ¡Él es el Consejero! ¡Alabémosle, Él es el Dios Fuerte! ¡Un niño es el Dios Fuerte! ¡Se llamará Su nombre Padre Eterno! ¡Aleluya, el Hijo es el Padre!”. Después de que usted se coma este versículo, aun cuando no lo entienda cabalmente, será nutrido.

Algunos dicen que no les gusta orar-leer porque es una práctica muy ruidosa. Así que, si a ustedes no les gusta el ruido, usen buenos modales en la mesa y coman silenciosamente. Sin embargo, los que se preocupan mucho por los modales, por lo general no disfrutan mucho la comida. Aun así, aunque ustedes presten atención a los modales, comer sigue siendo superior a estudiar.

El principio aquí es no confiar en nuestro entendimiento limitado. Los misterios espirituales siempre son revelados a nuestro espíritu, no a nuestra mente. Mientras usted ora-lee la palabra, abra su espíritu. No ejercite su mente; ejercite su espíritu. Entonces el Espíritu Santo resplandecerá en usted y le revelará la profundidad de la verdad a su espíritu. De este modo, recibirá la revelación, en vez de un simple conocimiento.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

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