Cómo reunirnospor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6637-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Hemos visto que en la iglesia en Jerusalén había decenas de millares de creyentes que se reunían en muchos hogares; no obstante, todos ellos estaban sujetos a un solo cuerpo de ancianos y eran llamados la iglesia en Jerusalén. Es posible que ellos celebrasen cientos de reuniones, pero todas esas asambleas seguían conformando una sola iglesia. A manera de ilustración podríamos valernos de Bank of America. En la ciudad de Los Ángeles, este banco tiene numerosas sucursales, pero sigue siendo un solo banco. Todas las sucursales implementan la única administración del banco. Si esta clase de ordenamiento y administración puede ser implementada por un banco, ¿por qué no podría ser implementada por la iglesia? La iglesia es mayor y mejor que ese banco. Tenemos que orar sobre este asunto. “Señor, edifica tal iglesia aquí en Los Ángeles, una iglesia en la que haya decenas de millares de creyentes con muchas reuniones a fin de mostrarle al enemigo y de mostrarle a Tu pueblo que es absolutamente posible para Ti hacer esto hoy en día”.
Además, en 1 Corintios 14 vimos que la iglesia y la reunión, la reunión y la iglesia, se identifican la una con la otra. La iglesia equivale a tal reunión, y tal reunión equivale a la iglesia. “En todas las iglesias de los santos” (v. 33) quiere decir en todas las reuniones de los santos en las diversas localidades. La reunión que se celebra en esta ciudad es simplemente la iglesia en esta ciudad. La reunión en San Francisco es simplemente la iglesia allí, en San Francisco. Esto demuestra que la reunión cristiana tiene que guardar relación con la iglesia. La reunión cristiana tiene que ser una reunión de la iglesia, por el bien de la iglesia y, por último, tiene que ser la iglesia misma. Por tanto, el primer principio que tenemos que aprender y aplicar es que la reunión de los cristianos tiene que guardar relación con la iglesia. Esta reunión es la iglesia misma o forma parte de la iglesia.
Hoy en día hay tantas reuniones cristianas que son completamente ajenas a la iglesia. Quienes participan de tales reuniones no tienen la menor noción con respecto a la iglesia; por lo cual sus reuniones no están relacionadas con la iglesia ni toman conciencia de la iglesia. Todos debemos estar plenamente conscientes de la iglesia en nuestras reuniones. Estrictamente hablando, si conocemos la palabra del Señor, comprenderemos que celebrar una reunión que es ajena a la iglesia es pecado. ¿Por qué? Porque si nos reunimos sin prestar la debida atención a la iglesia, nos reunimos de manera divisiva. A los ojos de Dios, ser divisivos es pecaminoso, pues el propósito de Dios es obtener la iglesia. El propósito de Dios es edificar un Cuerpo para Su Hijo. Si nos reunimos de manera divisiva, si nos reunimos sin guardar la unidad de la iglesia, mediante nuestras reuniones causamos daño al Cuerpo de Cristo al impedir que la edificación de la iglesia sea llevada a cabo. Hay tantas personas que de manera inocente cometen este pecado; no obstante, sí cometen pecado, porque ellas dividen y dañan el Cuerpo de Cristo. Algunas de estas personas lo hacen deliberadamente. Esto no es algo insignificante.
Antes de ver esto hace unos cuarenta años, yo me sentía con plena libertad de reunirme con los cristianos. Pero desde que el Señor me reveló este asunto, jamás he vuelto a ser descuidado al respecto. El Señor me hizo dar cuenta de que las reuniones cristianas guardan estrecha relación con la iglesia. Si nos reunimos de una manera apropiada y normal, edificamos la iglesia; de lo contrario, le causamos daño. Aunque nuestra intención al reunirnos sea muy buena, si no tenemos plena conciencia de la iglesia al reunirnos, estamos en pecado y somos contrarios a la economía del Señor. Es imprescindible que todos comprendamos claramente que cada vez que nos reunimos, incluso al pensar en reunirnos, siempre debemos tomar conciencia de la iglesia; jamás debiéramos reunirnos con cualquier cristiano de manera tal que dicha reunión resulte ajena a la iglesia.
Ahora, a fin de enfatizar este concepto que se halla en la revelación divina, quisiera hacerles notar una serie de versículos en el libro de Hechos, los cuales se relacionan con la iglesia. Si leen todos estos versículos, se darán cuenta de que en los primeros días de la iglesia, durante el primer siglo, todos los cristianos estaban plenamente conscientes de la iglesia y mantenían un vínculo muy estrecho con la iglesia. En sus conceptos no hubo nada del individualismo. Todo cuanto ellos tenían era propio de la iglesia; era todo el tiempo la iglesia. Al leer estos versículos del relato divino, podremos ver con cuánto cuidado el Espíritu Santo hizo uso de la palabra iglesia. Una y otra vez, si yo fuera el escritor, habría usado el término creyentes, pero el Espíritu Santo siempre utilizó el término iglesia. En este relato se ve algo que era un hecho en tiempos antiguos. En cuanto concierne a los primeros santos, todo siempre guardaba relación con la iglesia. Todo cuanto ellos hacían, lo hacían tomando plena conciencia de la iglesia; siempre que ellos se reunían, ellos se reunían con miras a la iglesia. Según el relato que el Espíritu Santo hace de aquellos días, esta palabra iglesia es usada una y otra vez. Con base en este hecho, se establece como principio que nosotros siempre debemos tomar plena conciencia de la iglesia.
Veamos ahora estos versículos. En los primeros cuatro capítulos de Hechos, el término iglesia no es usado. En el último versículo del capítulo 2 algunas versiones usan la palabra iglesia, pero los mejores manuscritos no registran tal palabra. No es sino hasta el capítulo 5, en el versículo 11, que este término iglesia es usado. No obstante, en Hechos 2:44 tenemos la frase: “Todos los que habían creído estaban juntos”; lo cual, por supuesto, se refiere a una reunión. Así pues, podemos ver que en aquel entonces los creyentes eran personas que se reunían. Ellos eran personas que se reunían todo el tiempo, y en esto consistían sus reuniones.
Luego 4:23 demuestra algo más. Después que Juan y Pedro fueron liberados de la cárcel, la Biblia dice que ellos vinieron a los suyos. Esto quiere decir que ellos fueron a los que ellos consideraban su pueblo, los suyos. Después, en el versículo 31, vemos que esto también hace referencia a una reunión; pues allí se habla del “lugar en que estaban congregados”. Esto es prueba contundente de que en los primeros días los cristianos estaban habituados a reunirse. Inmediatamente después que Pedro y Juan fueron liberados de la cárcel, ellos fueron a los suyos, y en realidad fueron a una reunión. ¿Piensan ustedes que ellos tuvieron que convocar una reunión especial? No me parece que fuese así. Inmediatamente después de salir de la cárcel, ellos fueron a los suyos, y los suyos estaban reunidos. Lo mismo ocurrió cuando Pedro fue liberado de la cárcel en Hechos 12. Él fue a la casa de María y, cuando llegó, había muchos orando en ese hogar; una reunión estaba teniendo lugar (v. 12). En los primeros días de la iglesia, los cristianos no eran personas que solían estar separadas, sino que estaban congregadas todo el tiempo. Eran personas que se reunían, es decir, personas que todo el tiempo estaban reuniéndose. Nosotros los cristianos tenemos que ser tal clase de personas.
Después, en el capítulo 5, ocurrió algo negativo. Ananías y su esposa Safira mintieron al Espíritu Santo y, a raíz de ello, murieron. En tal ocasión, ¿qué fue lo que dijo el Espíritu Santo? Fíjense en el contexto de este relato. Tienen que comprender que lo sucedido ocurrió en el contexto de una reunión. La Biblia no dice explícitamente que se celebraba una reunión, pero si se fijan en el contexto, verán que lo ocurrido tiene que haber sucedido en medio de una reunión. Inmediatamente después que Ananías expiró, había algunos jóvenes allí, que sacaron su cuerpo y lo sepultaron. Luego su esposa Safira vino, y ella también murió, después de lo cual los jóvenes la sacaron. El contexto nos indica que había una reunión. Al final, el versículo 11 dice: “Vino gran temor sobre toda la iglesia”. Como dije antes, si yo fuera el escritor, probablemente hubiera usado la palabra creyentes para decir que “vino gran temor sobre todos los creyentes”. Pero el Espíritu Santo dice que vino sobre “toda la iglesia”. Creo que lo que se quiere decir con “toda la iglesia” principalmente es la reunión, pues al final del versículo tenemos la frase “sobre todos los que oyeron estas cosas”. Esto demuestra que la reunión cristiana tiene que ser algo de la iglesia; incluso tiene que ser la iglesia misma. Me gusta esta frase: “Vino gran temor sobre toda la iglesia”. Creo que si ustedes fueran los escritores, también habrían usado la palabra creyentes, en lugar de iglesia. ¿Por qué? Porque, lamento decirlo, no tenemos mucha conciencia de la iglesia ni nos relacionamos mucho con la iglesia. En los primeros días de la iglesia no era así y, por supuesto, especialmente en el caso del Espíritu Santo, tampoco es así. Cuando el Espíritu Santo inspiró el libro de Hechos, Él usó la palabra iglesia al decir: “Vino gran temor sobre toda la iglesia”.
Después, en 8:1 leemos: “En aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia”. No dice que hubo gran persecución contra “los cristianos” o “los creyentes”. No; la persecución era contra “la iglesia”. Les repito, ellos verdaderamente estaban conscientes de la iglesia. Después, fíjense en el versículo 3. Allí leemos: “Saulo asolaba la iglesia, y entrando casa por casa, arrastraba a hombres y a mujeres, y los entregaba en la cárcel”. Cada casa estaba compuesta por “hombres y mujeres”, y “la iglesia” estaba compuesta por todas esas casas, “casa por casa”. Como ven, Saulo asolaba la iglesia al entrar a las casas y llevar a la cárcel a los hombres y mujeres que componían estas casas. ¿Habían notado este versículo y el uso de la palabra iglesia en él? Si yo fuera el escritor, simplemente habría dicho: “Saulo asolaba a los creyentes”, pero el Espíritu Santo dice “asolaba la iglesia”. En tiempos antiguos, todos los creyentes verdaderamente tomaban conciencia de la iglesia. Ellos no se consideraban como creyentes individuales, sino como la iglesia, una entidad corporativa. Cuando ellos eran perseguidos, la iglesia era perseguida. Ellos no eran individuos aislados, sino que eran la iglesia. Hoy en día el cristianismo degradado ha influido grandemente en nosotros. Es necesario que abandonemos todo lo relativo a nuestro trasfondo para que se deje en nosotros una profunda impresión en cuanto a la iglesia, a fin de poder llegar a ser personas que están conscientes de la iglesia.
Ahora fíjense en 9:31. Allí leemos: “Entonces la iglesia tenía paz por toda Judea, Galilea y Samaria...”. Nuevamente, el Espíritu Santo, contrariamente a lo que nosotros haríamos, usa la expresión iglesia.
Después, el 11:22 es un versículo muy especial: “Llegó la noticia de estas cosas a oídos de la iglesia que estaba en Jerusalén”. Fue después de años de ser cristiano que pude entender este versículo, el cual causó en mí una impresión profunda y clara. La iglesia tiene oídos: “Llegó la noticia de estas cosas a oídos de la iglesia”. Esto es verdaderamente extraordinario. Nuevamente, les digo, si yo fuera el escritor, ciertamente habría escrito que las noticias llegaron a oídos de los creyentes en Jerusalén. Pero en los primeros días de la iglesia, los creyentes consideraban que sus oídos eran los oídos de la iglesia. Ellos no se preocupaban por ellos mismos como creyentes individuales, sino únicamente por la iglesia como un solo cuerpo, como una entidad corporativa. Siempre que se reunían, se reunían como la iglesia, representando a la iglesia, y se reunían con miras a la iglesia y en calidad de iglesia. Todo cuanto ellos oían lo consideraban destinado a la iglesia, pues ellos consideraban sus oídos como los oídos de la iglesia.
Después, en el versículo 26 del mismo capítulo, leemos que Bernabé halló a Pablo y lo llevó a Antioquía, donde, según la Palabra, “se congregaron allí todo un año en la iglesia”. Yo hubiera dicho que ellos se congregaron “con los creyentes”. Estamos tan acostumbrados a usar el término creyentes. Ciertamente tenemos conciencia de ser creyentes, pero no tenemos conciencia de ser la iglesia. Nuevamente, este versículo nos demuestra que la asamblea cristiana tiene que ser algo que es propio de la iglesia. Cuando ellos se congregaban, lo hacían por supuesto con la iglesia. En nuestras reuniones tiene que ser igual.
Recalcamos esto una y otra vez debido a que hoy en día las personas no toman conciencia de la iglesia, y realmente no les importa la iglesia. Ellas se interesan por sus reuniones y se interesan por los cristianos como individuos, mas no tienen mayor consideración por la iglesia. Hágase usted mismo esta pregunta: después de haberse reunido con los hijos de Dios un año tras otro, una reunión tras otra, ¿tenía usted conciencia de que, al reunirse, usted debía hacerlo en función de la iglesia? Tal vez usted haya procurado tener buenas reuniones, pero al reunirse, ¿lo hizo en estrecha relación con la iglesia y tomaba usted conciencia de la iglesia?
Ahora llegamos al capítulo 12. En el primer versículo de este capítulo leemos: “Entonces, por aquel tiempo el rey Herodes echó mano a algunos de la iglesia para maltratarles”. No dice “algunos creyentes”, ni “algunos apóstoles” ni “algunos discípulos”. El Espíritu Santo habla de “algunos de la iglesia”. En los siguientes versículos vemos que aquellos a quienes Herodes persiguió eran los apóstoles. A los ojos de Dios, los apóstoles formaban parte de la iglesia. Después el versículo 5 nos dice que Pedro fue puesto en la cárcel, pero la iglesia oró. La Biblia no dice que “todos los creyentes oraron”, sino que “la iglesia hacía ferviente oración”. ¿Cómo oraba la iglesia? La iglesia oraba en función de que los creyentes se reunieran en los hogares. Había muchos reunidos en casa de María, y sin duda alguna muchos otros estaban reunidos en otros hogares. En el versículo 12, Pedro tuvo que pensar a qué casa debía ir. Finalmente decidió ir a la de María, la madre de Marcos. Había muchas casas en las que varios creyentes se reunían, pero Pedro decidió ir a esta casa. Todas las reuniones tenían lugar en función de la iglesia y llevaban a cabo lo que la iglesia se proponía hacer. Era el mover de toda la iglesia orar por Pedro. Esto debe causarnos una profunda impresión. Así pues, o debemos dejar de reunirnos a nuestra manera o debemos reunirnos de la manera que corresponde a la iglesia. Si nos reunimos de manera tal que la iglesia está ausente, somos pecaminosos a los ojos de Dios, pues dividimos el Cuerpo de Cristo.
Examinemos ahora el capítulo 13. En el versículo 1 vemos que en Antioquía había ciertos profetas y maestros. ¿Dónde estaban ellos? Por supuesto, ellos estaban en la iglesia. Pero fíjense en los numerosos obreros cristianos de hoy. ¿Dónde están ellos? Permítanme decirles esto: casi todos ellos se encuentran en una condición lamentable en lo concerniente a la iglesia local genuina. Algunos de ellos incluso se jactan de no tener relación alguna con ninguna iglesia y de ser independientes. Pero como una persona que toma parte en la obra del Señor, si usted no está relacionado con una iglesia local genuina de una manera decisiva y positiva, está usted en pecado. Existe un agudo contraste entre la situación actual y aquella que imperaba en los primeros días de la iglesia, cuando todos los profetas y maestros estaban en una iglesia local. Los profetas y maestros formaban parte de la iglesia de manera práctica y estaban en la iglesia. Jactarse de ser independiente y de no tener relación con ninguna iglesia no es una gloria, sino una vergüenza. Es imprescindible que tomemos conciencia de la iglesia y estemos relacionados con ella, no solamente en nuestras reuniones, sino también en nuestra obra cristiana, en nuestro ministerio cristiano y en nuestro servicio cristiano. Debemos ser profetas y maestros que están en la iglesia, no de una manera general, sino en términos locales, del mismo modo que aquellos profetas y maestros estaban “en Antioquía, en la iglesia local”. Nosotros tenemos que estar en la iglesia local genuina de la respectiva localidad en que vivimos.
En 14:23 vemos que el apóstol Pablo y sus colaboradores establecieron y nombraron ancianos en cada iglesia. Esto demuestra que donde había creyentes, había una iglesia. Si en esta ciudad hay algunos creyentes, estos creyentes deben constituir la única iglesia de esta ciudad. A los ojos de los apóstoles, estos creyentes eran la iglesia; así que los apóstoles nombraron ancianos en cada iglesia. Después, en el versículo 27, vemos que los apóstoles retornaron a Antioquía donde ellos reunieron, no a los santos, ni a todos los cristianos, sino a la iglesia. ¿Se habían fijado en esto? Éste es el libro de Hechos. Ellos reunieron a toda la iglesia. El Espíritu Santo usó la palabra iglesia, no la palabra creyentes ni tampoco santos. Tenemos que comprender que la palabra del griego que se traduce “iglesia” significa “congregación o asamblea”. En realidad, esta palabra significa “aquellos que fueron llamados a salir y reunirse”. Así que, en su significado esencial la iglesia es una asamblea. Cuando reunimos a los santos, esto quiere decir que reunimos a la iglesia.
Ahora fíjense en los versículos 3 y 4 del capítulo 15. El versículo 3 dice que los apóstoles fueron encaminados por la iglesia. Esto quiere decir que la iglesia los envió. Luego el versículo 4 dice que la iglesia en Jerusalén recibió a estos enviados. La iglesia en Antioquía los envió, y la iglesia en Jerusalén los recibió. Esto es muy bueno. Ellos fueron enviados por una iglesia local, y fueron recibidos por otra. Después, fíjense en el versículo 22: no solamente pareció bien a los apóstoles y ancianos, sino a toda la iglesia, enviar a algunos a Antioquía. Nuevamente, el Espíritu Santo no usó la palabra creyentes, sino iglesia. Es siempre la iglesia, la iglesia, la iglesia. Después, nuevamente, el versículo 41 dice que el apóstol pasó por Siria y Cilicia, confirmando a las iglesias.
Nuevamente 16:5 dice: “Así que las iglesias eran fortalecidas en la fe, y aumentaban en número cada día”. No dice “los creyentes”, sino “las iglesias”. Lo que estaba en el corazón de los creyentes en aquel tiempo era simplemente las iglesias. Luego en 18:22, cuando Pablo llegó a Cesarea, él subió a Jerusalén para saludar a la iglesia, no a los santos, sino a la iglesia. En 20:17, cuando Pablo estaba cerca de Éfeso, hizo llamar a los ancianos de la iglesia y les dijo: “Mirad por vosotros, y por todo el rebaño [...] para pastorear la iglesia de Dios” (v. 28). Si yo fuera el escritor, habría dicho “Pastorear a los hijos de Dios”. Pero el Espíritu Santo dice: “Pastorear la iglesia de Dios”.
En estos últimos días, quiera el Señor que aprendamos a tomar conciencia de la iglesia. Este asunto casi en su integridad guarda estrecha relación con las reuniones. Que el Señor tenga misericordia de nosotros para que, de aquí en adelante, ninguno de nosotros se reúna sin la iglesia, sin considerar la iglesia. Éste es el primer principio que debemos aprender en relación con nuestras reuniones. Que edifiquemos la iglesia o le causemos daño depende por completo de la manera en que nos reunimos. Tenemos que reunirnos de la manera que es propia de la iglesia.
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